domingo, 29 de agosto de 2010

¿Quién define las prioridades en hidrocarburos?

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Supongo que el temor que se cierne en círculos oficiales, especialmente en los que tienen que ver con hidrocarburos, es creciente y angustioso debido a la disminución de las reservas de gas natural. Más o igual de angustioso tiene que ser el conocimiento y certeza del inminente agotamiento de las reservas probadas de petróleo.

En el caso del gas, las reservas probadas ya no se aproximan a los 26,7 billones de pies cúbicos que en su momento se estimaron y que ya se exportaron gran parte de las mismas. De acuerdo a lo trascendido, posiblemente se acercan a los 15 billones, con los que ahora Bolivia contaría para responder a los contratos asumidos con Argentina y Brasil, además de cumplir con el abastecimiento interno. Pero, lo cierto es que se supone que YPFB y sus socias extranjeras están trabajando en esto con gran ahínco.

Lo que me preocupa ahora son los resultados de un estudio del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), realizado por Gustavo Rodríguez Cáceres, respecto a la caída de las reservas de petróleo. El estudio apunta que éstas cayeron de 17,6 millones de barriles a 3,9 millones en el corto tiempo de cinco años (2005-2009) y que, con la ya disminuida producción actual de seis mil barriles, las reservas tienen una brevísima vida; algo más de dos años.

La prioridad nacional de producir gas es clara porque los compromisos contraídos así lo marcan. Pero no sólo el gas se debe privilegiar, sino también debe hacérselo con la producción de petróleo. En 1998 se producían 19 mil barriles por día y el año pasado únicamente seis mil. Se nos dice que la producción de gas trae concentrados de los que se puede derivar líquidos combustibles, pero que éstos son en gran parte livianos de los cuales se obtiene una fracción reducida de diesel y gasolinas de alto octanaje. En consecuencia, Bolivia estaría destinada a importar estos combustibles.

El referido estudio, sin embargo, alerta respecto a la política definida que continúa con la prioridad de exportar gas, que es más rentable para las empresas transnacionales, antes que producir petróleo en suelo boliviano. Señala, además, que YPFB ha decidido instalar una planta para procesar petróleo, pero petróleo importado, lo que significa introducir este hidrocarburo en vez de extraerlo del territorio nacional. Se requiere importar al menos 20 mil barriles por día (30 mil si se utiliza la planta en su plena capacidad). Significa que el país gastará entre 540 mil millones de dólares hasta 860 mil millones para ahorrar 360 millones por los hidrocarburos líquidos que ahora se importan; ¡un gran negocio fruto de una sabia decisión!

El estudio reclama que se debe utilizar la información geológica que YPFB guarda en sus archivos acerca de la geología de "53,5 millones de hectáreas con potencial hidrocarburífero" que posiblemente contienen el petróleo que hoy Bolivia necesita. Añade que: "Suponiendo que en Bolivia no existieran yacimientos de petróleo, otro camino podría ser estudiar seriamente procesos como el "Gas to Liquid" que permiten obtener diesel a partir del GN. Sin embargo, nada de esto se consigna seriamente en los planes de la actual YPFB ni en la política hidrocarburífera actual, reiteramos, el autoabastecimiento de combustibles no es su preocupación principal. Qué paradoja, a título de nacionalización acrecientan la importación de combustibles y, además, pretenden importar petróleo".

Las consideraciones del estudio me llevan a preguntar ¿quién efectivamente conduce la política de los hidrocarburos en Bolivia? ¿Existe una real defensa de los intereses bolivianos o son las ganancias de las transnacionales las que se imponen al margen de cualquier retórica antiimperialista? Lo que me queda claro es que YPFB no tiene claro su papel ni los intereses que debe defender.

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