lunes, 20 de abril de 2009

Cansancio ciudadano

Renzo Abruzzese
renzo.abruzzese@gmail.com

Una especie de malestar flota en el ambiente y aunque pareciera que se escure únicamente por los intersticios de las clases medias, algunos signos empiezan a mostrar que no solo está entre ellas, sino, también, entre muchos de los que apostaron por Evo Morales ¿Qué huele tan mal? ¿Qué tiene tan cansado el sentimiento ciudadano?

Es posible que el pragmatismo político desplegado por el gobierno y el partido gobernante hubieran creado la sensación de que el mayor esfuerzo pasa por imponer mediante todos los medios posibles su propia perspectiva de las cosas, en el camino sin embargo, empiezan a surgir ciertos escollos producto de esta sobredosis de ideología. Algunos sectores ven en la incesante acción política del gobierno un denodado intento por restituir el estilo bolchevique de manejar el Estado bajo el más prístino modelo basado en el discurso, la confrontación, el desprecio por determinados valores y la construcción de mitos restauradores. Todo el Poder se ha rodeado de una aureola telúrica, casi litúrgica en torno al pasado prehispánico, el dolor cinco veces centenario de la raza, las afrentas del neoliberalismo y el proverbial desprestigio del capital. Por momentos uno tiene la sensación de que tenemos un presidente de corte faraónico; medio humano y medio divino, lo que sin duda produce un estado irrisorio, un estupor misterioso que evoca sin cesar la presencia de la modernidad.

Esta extraña mezcla de discursos entretejiendo visiones ancestrales, marxismos ortodoxos, reminiscencias que habíamos dado por superadas y radicalismos aparentemente insalvables, nos empieza a dejar la sensación de que el país navega mareas tormentosas, cada vez nos es más difícil saber si el núcleo ideológico del gobierno se compone de fundamentalismos andinos o de prescripciones estalinistas, y en todo caso, una combinación de ambos es casi impensable fuera del orden de la razón. El efecto que se hace evidente, (más allá del posicionamiento políticos que genera como respuesta) es sin duda una sobre-saturación ideológica.

Si hasta hace poco tiempo atrás nos quejábamos por que la sociedad boliviana se había sumido en el sopor del neoliberalismo, y que este había engendrado una generación silenciosa, hoy pareciera que estamos experimentando lo inverso; una eclosión ideológica proyectada como estrategia de poder las 24 horas del día.

Cuando la oposición se queja demandando al gobierno mas gestión y menos política, lo hace en la perspectiva de reencausar los debates hacia la esfera de la economía, la producción y el consumo, empero, no parece ser esta la intensión gubernamental en la medida en que, fiel a los principios maoístas, primero se trabaja en las cabezas y luego en las habilidades de sobrevivencia.

Probablemente las cosas sucedan de manera que todos estos rasgos se combinen en una formula que ni los propio militantes del MAS entienden, entretanto, esa mitad de ciudadanos que le negó el voto a Evo Morales perciben un malestar en la cultura (parafraseando a Freud) que deja en el ambiente un aroma a cansancio ciudadano, un síndrome que se manifiesta reconociendo que todos hacen política con los mismos insumos, demagogia, corrupción, mentira, descaro, cinismo y una dosis considerable de ideología eventual.

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