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Son muchos los países que se han puesto a hablar y actuar con medidas proteccionistas. En épocas críticas como la actual estas disposiciones se ponen a la orden del día porque la sabiduría convencional lo dicta así. En varios países del Asia se han decretado normas que protegen sus mercados agrícola y manufacturero. También Estados Unidos baila a los compases del "compre americano". En Bolivia el proteccionismo ha venido acompañado de una batalla contra las importaciones de ropa usada y las de productos textiles provenientes de la China.
El proteccionismo se contrapone al libre comercio y en Bolivia este enfrentamiento de ideas y políticas tiene antecedentes en el período colonial, en los inicios de la República y en toda su historia posterior. Lo que ocurre hoy es una nueva página de una larga pugna no resuelta. En la época colonial se impuso un gravamen a las exportaciones mineras que fue combatida por los partidarios del libre comercio. Estos en algunos períodos lograron se suspenda tal impuesto para que, ante las limitaciones presupuestarias del poder virreinal, no tarde mucho en volverse a instaurarlo. La creación de manufacturas textiles fue objeto de prohibiciones por la corona con el propósito de favorecer el producto peninsular, medida que en la mayor parte de los siglos coloniales fue derrotada por el contrabando proveniente de Francia o Inglaterra. Los gobernantes republicanos bien pueden clasificarse entre los favorecedores del libre cambio y los defensores de la producción nacional. Lo cierto es que en toda la historia de este territorio que ahora es del país plurinacional llamado Bolivia, con proteccionismo o sin él, no sólo que no se ha desarrollado una verdadera industria nacional sino que el contrabando ha tenido una prosperidad constante.
Incautamente, se quiere eliminar la importación legal e ilegal de ropa usada con una reconversión industrial que sólo exige el pago de la módica suma de Bs 650 a cada "ropavejero". ¡Qué esplendido sería que esta gran inspiración del Ministro de Planificación del Desarrollo y la Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural salga triunfante! Lamentablemente no lo será por la sencilla razón que antepone la represión a efectivas medidas de desarrollo industrial que abran las posibilidades de empleo productivo. Y cuando menciono industria no me refiero precisamente a la industria textil para la cual Bolivia no posee sólidos fundamentos de competitividad. Un nicho de mercado en el que Bolivia podría ser competitiva, porque posee los animalitos, es en la producción de tejidos y prendas de alpaca. Por ahora ni siquiera eso se puede hacer porque la materia prima, lana y tejido, se importa del Perú. ¡Qué le estará valiendo a la China productiva que Bolivia le ponga restricciones a sus exportaciones! En este mercado los que perderán serán los bolivianos que no comprarán ropa barata. Ante todo, esta es una desatinada diplomacia exterior. En Bolivia hace falta una real política de industrialización en rubros en que es competitiva y no medidas de anacrónica protección. Parece que el único que entiende esto, por ahora, es el Ministro de Minería.
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