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Muchas veces tratamos los asuntos económicos únicamente en el ámbito del conocimiento científico de sus variables, de su comportamiento y resultados, pero nos olvidamos que existen factores exógenos que modifican, generan o anulan los cálculos que hacemos los economistas en análisis o estudios que expliquen su tendencia. Una de ellas es: la confianza.
Puede usted calcular el crecimiento o decrecimiento de la economía en un período dado de tiempo, puede usted inferir que el consumo, el ahorro o la inversión tendrán un comportamiento expansivo o depresivo, puede usted predecir que las tasas de interés bajaran o subirán y que el gobierno tendrá problemas de corto o mediano plazo con el uso del gasto fiscal. Y seguramente estará acertado en sus conclusiones, salvo que el factor confianza aparezca y destroce sus predicciones.
Si el ciudadano pierde la confianza en quienes dirigen la economía y toman decisiones, será muy probable que los estudios y tendencias económicas se vean afectados y al final los esfuerzos para recuperarse se pierdan. Esto es lo que pasa ahora en Bolivia. Más allá del comportamiento de los precios en los mercados externos y de su impacto en nuestra economía, el factor confianza está en crisis y no importa lo que se diga, poco impacto tienen: las declaraciones, promesas o anuncios.
Fíjese usted en el señor Carlos Villegas, que en todo el gabinete ministerial del Presidente Evo era un académico dedicado a la investigación económica, ¿le creía cuando era Ministro? Y ahora que ocupa la Presidencia de YPFB ¿le cree? ¿Usted confía en el Ministro de Economía y Finanzas Públicas? ¿Conoce quien es el Ministro de Planificación y Desarrollo? y usted ¿diría que la Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural es confiable?
Todos ellos junto a Evo Morales ¿son creíbles? La credulidad acompaña la confianza. Si no creemos en una persona, no podemos tener confianza en sus decisiones y acciones.
Y ahora podemos entender porque la economía muestra un debilitamiento cada vez más pronunciado que se acelera en la medida en que la confianza del ciudadano se pierde en el gobierno. ¿Qué pasó? Pues que nos mintieron y la mentira es la base de la desconfianza y de la falta de credibilidad.
No prometieron un cambio de modelo y de conducta para administrarlo, nos dijeron que ingresaríamos a un proceso de industrialización de los hidrocarburos, que se llevaría a cabo una revolución productiva, que se respetaría el poder adquisitivo de los ingresos familiares, que se nos dotaría de vivienda social, que se implantaría "cero" narcotráfico, que se crearía una Banco de fomento al desarrollo y que Bolivia iba a dejar de ser dependiente de la ayuda externa.
Son estas promesas las que deben compararse con los resultados concretos. Esto lo que usted hace cada día, luego se da cuenta de que nada se cumplió y que todo es mentira. En vez de industrialización tenemos fábricas cerradas y mercados externos perdidos, en vez de exportar hidrocarburos tenemos que importar gasolina, diesel y gas licuado, en vez de revolución productiva tenemos trabas y cupos para las exportaciones y en vez de coca cero tenemos una expansión creciente del narcotráfico, y para qué referirnos al crédito productivo o a la vivienda social que se han convertido en instrumentos de la corrupción con fideicomisos que son ganzúas para abrir las arcas, con parentela y militancia encaramada en las empresas estatales y ahora sabemos con perdonazos tributarios a las transnacionales petroleras.
¿Seguro que votará por los mismos que ayer le mintieron y ahora le vuelven a prometer paraísos?
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