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(Para promover las ventajas competitivas de Oruro en el contexto internacional, antes que viajes improvisados de alguna autoridad, se requiere de una verdadera estrategia de incorporación de la región al mundo)
Como hemos podido constatar revisando la página web de la ZICOSUR (http://www.zicosur.net), las principales ventajas competitivas de Oruro: su estratégica ubicación geográfica; el camino Oruro â€" Pisiga y su variante Ancaravi - Tambo Quemado; el proyecto Oruro Puerto Seco; el carnaval de Oruro y otros recursos turísticos, no forman parte de la oferta de este organismo en el contexto internacional.
Esta presencia marginal de Oruro en la ZICOSUR, así como en otros organismos de integración sub-regional, son algunas de las causas para las que la región no pueda alcanzar una articulación efectiva y eficiente con el contexto internacional y; en lo interno, facilitan las intenciones de otros departamentos del país, principalmente de La Paz, en su intento histórico de impedir que Oruro, se convierta en la puerta de Bolivia al pacifico.
Ser parte de la ZICOSUR, sin que nuestras principales ventajas competitivas, estén incorporadas en los planes sub-regionales, es como si no lo fuéramos; participar de las constantes reuniones de este organismo, sin hacer conocer nuestros planes estratégicos de integración, convierten estos eventos en verdaderas vacaciones pagadas de aquellos que nos representan. Esperar que los improvisados viajes del prefecto a eventos sub-regionales, mejoren nuestro posicionamiento internacional, es francamente una ingenuidad.
En todo caso, la incorporación de Oruro en el contexto internacional, debe ser asumida como parte de la construcción e implementación de un verdadero proyecto de desarrollo de la región y no como una gestión discrecional inconsistente y aislada de alguna autoridad. Si efectivamente los orureños estamos embarcados en construir nuestro futuro desde nuestra propia perspectiva, tenemos que rediseñar las relaciones de la región con el contexto interno y externo. Oruro, como sociedad, no pude seguir viéndose a si misma, como una región dependiente y condicionada a los intereses del centralismo estatal y menos de otras regiones, como es el caso de La Paz.
Fíjense, estamos a poco menos de 2 meses para decidir si queremos continuar en el régimen descentralizado que no es otra cosa, que seguir siendo parte del centralismo de estado que tantos perjuicios nos ha traído en los últimos 50 años o apoyar con nuestro voto, para pasar a un régimen autonómico, como todas las regiones del país están empeñadas en hacerlo. Sin embargo, da la impresión que no nos hemos enterado de este acontecimiento que puede cambiar efectivamente nuestro futuro.
¿Qué nos pasa a los orureños para que sigamos sumidos en esa profunda indiferencia por las cosas trascendentales?, ¿qué nos ata a obedecer irreflexivamente los designios de los gobiernos de turno que tanto daño nos han causado? Resulta realmente frustrante observar cómo los orureños, nos hemos acostumbrado a darle mayor importancia a temáticas irrelevantes, cuando tendríamos que estar - en este caso - movilizados para sacarnos de encima, ese peso que se llama centralismo.
Claramente, esta actitud, es una muestra de la profunda crisis en la que vive Oruro hace mucho tiempo. De ser los pioneros en muchas cosas, fundamentalmente en las décadas del 20 al 50 (y no sólo en ese período, acuérdense la contribución de la región a los idearios de patria y libertad en el siglo XVIII) hemos pasado a ser de los últimos, en estos años. Se ha convertido, casi en una constante que asumamos una actitud evasiva a las temáticas que hacen a nuestro futuro y desarrollo, para ocuparnos de sucesos intrascendentales y vacuos.
Mientras en las demás regiones del país, los debates referidos al proceso autonómico, centran la atención de los principales actores económicos, políticos y sociales, para intentar redefinir sus perspectivas de futuro, en ese nuevo marco jurídico de organización estatal que, con seguridad, permitirá un nuevo ciclo en la construcción de la sociedad boliviana; en nuestro medio, el tratamiento del tema no ha pasado de ser utilizado como consignas con propósitos político electorales.
Mientras en todas las regiones del país, se han inscrito candidatos a senadores y diputados de los diversos partidos, reconociendo los niveles de representación y representatividad de los nominados; en Oruro, han sido los jefes nacionales de los partidos, quienes en la mayoría de los casos, han acabado definiendo los nombres de los postulantes. Como en el pasado, nuevamente los nominados responden más a la confianza de sus “jefesâ€� nacionales que al interés y representatividad regional/local. Sin embargo, nadie reclama, nadie cuestiona; todos obedecen (hasta parecen contentos).
A riesgo de ser considerado un atrevido, permítanme hacerles las siguientes preguntas: ¿Ustedes creen que estos “ahijadosâ€� de los jefes políticos (candidatos “a dedoâ€�), van a responder a los interés regional, antes que a sus compromisos asumidos con sus benefactores?, ¿será que aquellos que ayer, no dudaron en comprometer la imagen de Oruro en trajines políticos que nos desprestigiaron como región, hoy usen su mano (y no digo su cabeza, porque claramente no la tiene o no la usan) para aprobar leyes en beneficio de Oruro? Por supuesto que seria una ingenuidad esperar eso.
Si efectivamente los orureños estamos interesados en promover las ventajas competitivas de Oruro en el contexto internacional, redefinir nuestras relaciones con el gobierno central y las otras regiones y, construir e implementar un verdadero proyecto político de desarrollo que nos permita alcanzar niveles de bienestar para todos, tenemos la obligación de recuperar esa visión emprendedora que en pasado fue el ejemplo para todo el país. El 6 de diciembre, podemos comenzar una nueva historia, en el marco de la autonomía que tanta falta nos hace.
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