Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es
La crisis en Bolivia reproduce lo que ocurre en el capitalismo mundial. Lo hace, por supuesto, dentro los marcos que el propio desarrollo nacional y ausencia de él condicionan su economía y determinan sus peculiaridades de capitalismo atrasado. Esto es, Bolivia, una economía pobre que participa de la globalización vendiendo gas a Brasil y a la Argentina, zinc a Corea, almendras y cacao a Suiza, el derivado más importante de la coca a toda Europa, no puede evitar los impactos de la actual crisis. Sus exportaciones están cayendo, los precios de las materias primas, con espasmódicas recuperaciones de efímera duración y acompañadas de aparentes repuntes de los valores en las bolsas internacionales, no pueden ser objeto de otra tendencia que no sea un mayor hundimiento. Las repercusiones de la crisis pueden ser más agudas o paliadas debido al peso que ha adquirido la China en el contexto mundial, pero esto no cambia lo esencial del origen de la crisis; la economía estadounidense y los desmanes que esta ha tenido en su administración gubernamental como en el comportamiento de la especulación privada por casi tres lustros. Lo que en apariencia se ha generado en la esfera financiera no es más que el reflejo de una producción enloquecida que dejó de tener mercado y así ha iniciado una crisis internacional tan sólo comparable con la de los años 30 que también repercutirá en la China, en su conjunto todavía una economía pobre y atrasada.
En el concierto de la economía globalizada, Bolivia cumple el rol que le toca ejecutar. Vende materias primas e importa lo que puede importar. No son grandes maquinarias porque no hay gran industria en este país. Se tienen que importar autos de segunda mano, primero, porque el capitalismo internacional los tiene disponibles para todo el que quiera comprarlos y, segundo, porque sus precios, obviamente, son más adecuados para los consumidores pobres como es la clase media de este país que compraron 100.000 unidades en 2008. Pequeñísima cuota frente a la producción mundial anual de autos que antes de la crisis bordeaba los 70 millones de vehículos y, se puede suponer, que del mismo orden son los autos que ingresan al mercado de segunda mano. Asimismo, si la población boliviana está en el mercado de la ropa usada es porque esa es la oferta mundial que existe para el mercado de Bolivia. Aquí se compra ropa usada porque no se tiene el suficiente ingreso para comprar ropa nueva "de marca". Es parte de la asignación internacional de mercados.
La pobreza que se expande y la que se engendra durante esta crisis no crea excepciones en el mundo globalizado. No puede conmiserarse de los más pobres de América del Sur. Mientras el Japón pronostica una deuda gubernamental de 250% respecto al PIB, Estados Unidos lo hace con más del 90%, Alemania con 80%, Gran Bretaña con 70%, todas deudas en ascenso a una tasa de 83%. Países pobres como Bolivia deben preocuparse seriamente si su deuda se aproxima al 30% del PIB, como la tiene actualmente. El país rico se endeuda porque su industria respalda su recuperación, el país pobre debe portarse dentro de lo que el concierto internacional le permite. Que no se llegue a tener conciencia de ello es un asunto muy distinto aunque está ahí para el que quiera mirarlo.
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