sábado, 18 de abril de 2009

¿RETORNO? O KEYNESIANISMO CRONICO

Armando Méndez Morales
amendezmo@yahoo.es

La teoría keynesiana está muy difundida en la macroeconomía. Su mensaje es que cuando una determinada economía nacional ingresa en una recesión, o en una depresión, deben activarse las políticas monetaria y fiscal, que son los dos fundamentales instrumentos con que cuenta todo gobierno.

El diagnostico de la teoría keynesiana sobre la presencia de la recesión económica dice que ésta se debe a que los agentes económicos privados, por incertidumbre económica, deciden dejar de gastar en bienes de inversión, con lo que se impide que la demanda agregada absorba todo lo producido y, por tanto, los "mercados no se vacían". A esto se llamó insuficiencia de la demanda y que, según la teoría keynesiana, explica la presencia de una recesión económica. Además, Keynes, observó que en los mercados existe una inflexibilidad de precios y salarios a la baja, -habría que indagar por qué- lo que no genera una caída de costos que pueda motivar el espíritu empresarial de la gente y al espíritu consumista de la población, para de esta manera aumentar la demanda agregada.

Si la situación dada es la descrita, entonces, lo primero que debe hacer un gobierno es reducir la tasa de interés - incluso a un costo cero- de los recursos que presta su banco central a los demás bancos, para que éstos otorguen créditos a los privados también a tasas muy bajas de interés. Eso está haciendo EEUU. Se supone que los empresarios deciden impulsar la adquisición de maquinarias y equipos al enfrentar costos tan bajos y, con ello, los bienes de inversión existentes se venden. Los "mercados se vacían". ¡Aumenten el gasto y la recesión se superará!

Pero si ante una generalizada incertidumbre y malas expectativas sobre los negocios, los empresarios no quieren mantener su demanda agregada inicial sino menor, por lo que prefieren no prestarse recursos de los bancos, dejando que el "ahorro" de las personas se mantengan "atesorados", entonces, se debe disparar el instrumental fiscal, ya que de otro modo se mantiene la recesión económica, la misma que puede intensificarse, dado que una continua menor demanda agregada genera una conducta similar en la producción y, con ello, un desempleo creciente.

Ante el fracaso de la política monetaria debe hacer su ingreso la política fiscal, esto es sustituir al ausente gasto de los inversionistas privados por gasto público. ¿Cómo se financia? Como los bancos están pletóricos de recursos que no los prestan, aparece el Estado como su importante prestatario. El, con los recursos prestados, inicia programas y proyectos públicos, necesarios o no, con lo que se recupera el nivel de demanda que asegura el pleno empleo de los recursos económicos. A esto se llamó el "New Deal" en los EEUU y que sirvió para enfrentar la dramática depresión económica de los años 30 del siglo pasado.

La recuperación plena de la economía norteamericana, frente a la crisis de loa años 30, recién se alcanzó en 1939, dando lugar a otro ciclo expansivo espoleada por la Segunda Guerra Mundial, y que transformó una economía productora de bienes, para la paz, por otra que produjo las armas necesarias para destruir al nacional socialismo alemán. La finalización de la Segunda Guerra Mundial significó para EEUU tres años de recesión económica ya que tuvo que reconvertirse a una economía para la paz. Por lo expuesto, no se puede asegurar que el New Deal fuese el que terminó con la crisis económica de los años 30.

¿Cuáles fueron los resultados del New Deal? El gasto público en los EEUU no dejó de aumentar desde aquellos años. De una situación fiscal superavitaria en 1929, en la que se desenvolvía la economía norteamericana, pasó a un déficit en 1933 del orden del 4.5 por ciento del PIB, y la economía no se reactivó. En el mismo periodo el desempleo subió desde un 9 por ciento en 1930, al monstruoso 25 por ciento en 1933. La presencia de déficit fiscal, cada año, ocasionó el aumento incesante de la deuda pública de EEUU, que de un 20% del PIB, en 1930, diez años más tarde se había duplicado. De ahí en adelante se disparó a un nivel que llegó a representar, en 1950, más del 100% del PIB, consecuencia del enorme costo fiscal que significó la participación de EEUU en la Segunda Guerra Mundial. Esta deuda nunca dejó de aumentar nominalmente en los siguientes años, aunque disminuyese como relación con el PIB, hasta retornar a un 20 por ciento del PIB, en 1980. Pero de ahí en adelante ha vuelto a subir, esta relación, hasta ubicarse nuevamente en un 40 por ciento.Y China, hoy, es su principal acreedor.

Queda la interrogante de cómo EEUU redujo su deuda pública, con relación al PIB, en el periodo 1951 hasta 1980. En algunos años tuvo superávit fiscal lo que le permitió disminuirla genuinamente, pero la otra forma de hacerlo fue mediante el impuesto inflación. Subían los precios de todo pero no subía el valor de la deuda. En el tiempo esto permitió que se fuese licuando la deuda norteamericana hasta ubicarse en niveles tolerables. Los afectados fueron los mismos ahorristas norteamericanos.

Mientras en 1960 el gasto público en los EEUU representó un 23 por ciento del PIB, al finalizar el gobierno de Bush (junior) estaba por encima del 30%. Aunque la presión tributaria continuamente aumentó para financiar el creciente gasto público, el déficit fiscal se hizo consuetudinario salvo años excepcionales, con lo que se concluye que el aumento del gasto público planteado por Keynes como una política antirecesiva se convirtió en algo permanente.

El aumento consuetudinario del déficit fiscal no sólo fue la consecuencia de que el gasto público superara la captación de impuestos, sino que cada año había que pagar intereses por esa deuda, a veces de manera creciente, y también debía honrarse la misma deuda. Esto requería recursos que no se los disponía por la presencia del déficit, por lo que EEUU siguió la costumbre de endeudarse tanto para pagar los intereses corrientes como para amortizar la deuda. A esto se llama "bicicleteo financiero".

La primera gran crisis económica de los EEUU en el siglo XXI, que hoy se está viviendo y con ramificaciones a nivel mundial, está siendo tratada con las mismas recetas que se hicieron crónicas durante el siglo XX. Mayores inyecciones monetarias, por parte de la Reserva Federal, junto a una expansión del gasto público que coloca a EEUU con un déficit del ¡14 por ciento del PIB! para este año, lo que significa que en un año su deuda trepará al 54 por ciento del PIB. Una futura inflación en los EEUU, que se de como consecuencia de estas inyecciones fiscales y monetarias, ya ha puesto en alerta a China, país que se constituye en el principal acreedor de los EEUU, quién ha manifestado su diplomática preocupación sobre la posibilidad de un debilitamiento del dólar que se produciría si se incrementa la inflación, en un futuro cercano, en EEUU, con lo que su acreencia, en términos reales, disminuiría en beneficio de EEUU y en detrimento de
China.

¿Por qué pueden fracasar los paquetes fiscales y monetarios que en todas partes del mundo se están poniendo en práctica para superar la grave crisis económica? En primer lugar, porque la recesión está ocasionada por una gran pérdida de riqueza financiera artificial, acompañada de quiebras de empresas principalmente bancarias, por una enorme licuación de deuda, que ha hecho desaparecer de un plumazo el acelerador de la demanda agregada. Segundo, la única manera de tener éxito sería reponer a sus tenedores la riqueza artificial pérdida para que sigan gastando lo mismo que antes y, de esta manera, mantener no sólo el volumen de la demanda agregada sino su composición, que es lo que importa, porque responde a la estructura de la oferta. Tercero, si los recursos introducidos por el Estado se dirigen a otros beneficiarios se provoca una redistribución de ingresos, que altera la composición de la demanda, cambio que no es acompañado, en el corto plazo, por la oferta ya que esta es lenta en ajustarse a los nuevos requerimientos de la demanda. Esto ocasiona presiones inflacionarias. Y cuarto, el mayor gasto estatal y la mayor cantidad de recursos monetarios, que financia la banca central, es sólo creación de mayor deuda, más leña al fuego, que no tiene porque asegurar el retorno de la confianza en los mercados ni, otra vez, la dinamización del aparato productor.

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