viernes, 27 de marzo de 2009

LA SEÑAL DE MIEDO

Eduardo Campos Velasco
eduardocamposdc@yahoo.es

(El juicio a La Prensa: una amenaza velada a la libre expresión de todos)

No debe sorprender a nadie lo que está sucediendo. A diferencia de hace algún tiempo, hoy ya es parte de lo cotidiano que el gobierno, acuse, insulte, enjuicie, amenace, intervenga, sin que medie argumento válido para hacerlo. En la medida en que la institucionalidad del estado boliviano se ha ido derrumbando --fuertemente impulsada por ellos mismos-- quedan muy pocas instancias en las que el ciudadano pueda encontrar protección.

Desinstitucionalización y desagregación social han resultado los principales pilares sobre los cuales, el gobierno implementa sus medidas de cambio. Lo dijimos en su momento, la famosa "descolonización" del estado boliviano, pasa por destruir toda la institucionalidad republicana que se logró implementar en largos años. Ahora, cuando se han constitucionalizado muchas de esas ideas, resulta inevitable sentir sus efectos.

En el fardo de disposiciones que se incluyeron en el nuevo texto constitucional --por cierto muy bien maquilado por sus circunstanciales colaboradores-- se incluyeron disposiciones como ésta que a continuación les presento: ¿Que dice el artículo 21, inciso 3 de la NCPE, referido a los derechos?

"Los bolivianos y bolivianas, tiene derecho a LA LIBERTAD DE PENSAMIENTO, espiritualidad, religión y culto, expresados en forma individual o colectiva, tanto en público como en privado, CON FINES LÍCITOS"

Veamos el alcance y sentido de este texto. Concretamente nos están diciendo que el Estado (ese que lo tienen bajo su pleno control) nos está "otorgando el permiso de pensar", siempre que lo hagamos con fines lícitos. Por consecuencia, cuando no sean lícitos los pensamientos de los bolivianos y bolivianas, estarán infringiendo la propia constitución. Así, la licitud de pensar, se constituye en un requisito sine quanum, sin el cual no es posible expresarse individual o colectivamente, en publico o privado, sin el riesgo de ser perseguido. Este texto nos está diciendo que no sólo no podemos expresar criterios "no lícitos", sino incluso que nuestros pensamientos no pueden serlo. Se preguntaran: ¿quien determina la licitud del pensamiento de los bolivianos y bolivianas?, ¿quien "califica" de lícito o no - ya no sólo la expresión - sino el propio pensamiento de las personas?

Por ahora, todos sabemos quienes, pero indistintamente que fueran ellos u otros, lo inaceptable, lo inadmisible, lo que es un verdadero atentado a los derechos civiles y políticos incluidos en la propia declaración universal de los derechos humanos; es esa pretensión totalitaria de controlar hasta el pensamiento de las personas.

La anterior disposición (el art. 21 de la NCPE) condiciona todo lo establecido en el capitulo séptimo de la NCPE, referida a los derechos a las comunicación y la información. De manera tal que, si sólo nos atenemos a esta parte de la constitución (el capítulo séptimo) bien pudiéramos decir - con mucha ingenuidad - que se respeta la libertad de expresión. Pero no es así, como hemos visto, la libre expresión, ahora, está condicionada por la licitud del propio pensamiento.

En ese nuevo marco jurídico constitucional, resulta una verdadera temeridad, pensar o decir cualquier cosa. Debemos asumir que nos encontramos en un escenario en el que tenemos que cuidarnos incluso de nuestros propios pensamientos, a riesgo de ser perseguidos por sediciosos. No es difícil entonces entender la iniciativa gubernamental de iniciar juicio al periódico La Prensa. Más allá, de la acusación concreta, que se basa en una interpretación interesada de lo que hubiera, señalado este matutino, está la señal de miedo que quiere que todos entendamos. En mi criterio, ésta arremetida contra La Prensa y otros medios de difusión, tiene más bien el propósito de "decirnos" a todos: ¡Cuidado con los que dicen, cuidado con lo que piensan!

Felizmente, a la par que se endurecen las actitudes totalitarias, también se puede advertir una emergencia democrática que se va constituyendo. Diríamos que está sucediendo - lo que siempre es inevitable - una reacción natural de la sociedad, ante las agresiones que sufre. Las sociedades son así, pueden aguantan los regimenes más autoritarios, pero, siempre - en algún momento - el propio cuerpo social reacciona para liberarse de la opresión. La construcción de una sociedad democrática, con equidad y desarrollo, depende de la voluntad de los propios ciudadanos.

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