martes, 28 de abril de 2009

EL ENEMIGO PRINCIPAL

Carlos Hugo Laruta Bustillos
chlaruta@hotmail.com

Muchos somos de la generación de la democracia. Nuestro primer voto se depositó cuando se Instalaba, a principios de los 80, la aún joven democracia boliviana. Por lo tanto, no se pertenece a la vieja generación de los que en los 60s y 70s fueron jóvenes bolivianos marcados por la vieja división entre las izquierdas guerrilleras y las derechas golpistas, ambas violentas. Esa pertenencia a la democracia nos une a los bolivianos más jóvenes de hoy. Y una vida casi completa en la joven ciudad de El Alto, nos ha puesto de frente con el enemigo principal de esta ciudad, y de las otras ciudades de Bolivia: la falta de oportunidades de trabajo y mejora en las condiciones de vida de personas que tienen cada vez un mayor grado de instrucción.

El enemigo principal que cada día salta a nuestros ojos es el desempleo y la falta de oportunidades de trabajo sobre todo para los jóvenes alteños, hechos que permanecen por falta de una visión de desarrollo de Bolivia que valore el emprendimiento personal o asociativo y que fomente el impulso adecuado de la gran capacidad e inventiva de nuestra gente, la que unida a la diversidad ecoregional y climática de nuestro departamento y nuestro país permita producir, transformar y comercializar varios productos de alta calidad.

El Alto, en la actualidad se caracteriza por ser no solo la ciudad más joven de Bolivia, sino por sentir en su interior la pugna entre los emprendimientos masivos que su gente realiza y el rentismo acentuado que sólo espera lo que le va a dar el Estado, sin valorar suficientemente el aporte propio de los emprendedores que, sin embargo, debe ser claramente respaldado por el Estado. Es una de las ciudades más pobres, con altos niveles de indigencia y bajos ingresos económicos y la especial de su pobreza se relacionada con la forma en que su gente logra conseguir trabajo y las pésimas condiciones de los empleos que encuentra. Por otro lado, su pujanza emprendedora, la que se mira en los miles de pequeños y medianos negocios que los propios alteños hemos diseñado e iniciado, tiene un doble rostro preocupante, uno que mantiene la pobreza y otro que lucha para vencerla.

El Alto tiene una población muy joven, pues del total de su población el 70% tiene 10 y más años y está en edad de trabajar. La mayor parte de las personas ocupadas esta en el sector informal urbano, principalmente negocios familiares y semiempresariales, todos muy pequeños, de baja rentabilidad y de pequeñisimo capital, lo que significa condiciones precarias de trabajo que son sólo refugios de pobreza al permitir únicamente la supervivencia de muchas familias. El otro emprendimiento, el exitoso y con negocios de mayor tamaño, genera mayor número de empleos, aumenta los ingresos económicos substancialmente, toma en cuenta la seguridad jurídica de la propiedad de los alteños, cuenta con cierto apoyo crediticio de los bancos y financieras, pero en este momento camina sin rumbo y sin norte claro.

Hoy, El Alto, y todo el país, requieren de una nueva visión de desarrollo que reciba el pleno respaldo de una gestión estatal eficiente, que valore la capacidad de emprendimiento individual y asociativo de los bolivianos. Pero esta visión debe abandonar el rentismo y salir del callejón de la supervivencia y la pobreza. Para ello, las herramientas de la capacitación, el apoyo técnico a las iniciativas innovadoras, los créditos adecuados y un pleno respaldo institucional son imprescindibles. Enfrentar al el enemigo principal exige tener aliados. Busquemos aliados y enfrentemos ese enemigo, y habremos dado un gran paso para vencer la pobreza.


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