lunes, 25 de mayo de 2009

Homenaje al 25 de mayo

Carlos Hugo Laruta Bustillos
chlaruta@hotmail.com

Algunos líderes políticos y dirigentes sociales quisieran borrar de la historia de Bolivia la presencia de mestizos y blancos para inventarse una historia de solo indígenas, pero chocarían con la realidad de la misma historia y de la vida.

En La Paz estamos viviendo muy fuertemente el bicentenario del grito libertario de julio de 1809 y la muerte de sus impulsores, entre ellos un hombre que no fue indígena y que se llamó Pedro Domingo Murillo, que entregó su vida por esta causa nacional. Y en Sucre, también se vive el bicentenario del grito libertario del 25 de mayo del mismo año, que en términos de tiempo, fue unos meses previo al de La Paz, aunque se sabe que estuvieron conectados y fueron parte del mismo sentimiento de mestizos, criollos y –aquellos años- una proporción pequeña de indígenas, que sintieron que los tiempos habían llegado para liberarse del control de la corona española.

Una última campaña de spots de televisión, muy astutamente, reivindica el rostro de varios de los llamados protomártires de la independencia, donde destaca a Juana Azurduy de Padilla, esposa de Manuel Ascencio Padilla, y capitana de las tropas patriotas en una parte de Chuquisaca. Pero esta campaña, suena poco veraz cuando se la relaciona con los discursos y las acciones para excluir del discurso político, del respeto ciudadano y de la participación democrática, a grandes proporciones de mestizos y blancos que viven masivamente hoy en las ciudades del sur y oriente de Bolivia. El spot hace un uso instrumental de los nombres de los protomártires, tratando de ocultar su origen étnico para no reconocer que su sangre también contribuyó al nacimiento de la nación en agosto de 1825, nación que hoy nos acoge a todos los que deseamos vivir en esta tierra.

Y, claro, los protomártires fueron hombres y mujeres marcados por las luces y sombras de su propia época. Recordemos que para 1809 se vivían los últimos días de la época Colonial y aún resonaban los ecos de los levantamientos indígenas, entre ellos el de Tupaj Katari, con mucha violencia en sus acciones y en la respuesta de los españoles. Fueron los aires de intolerancia total de aquellos difíciles años, que no deben repetirse hoy, cuando vivimos en democracia.

Así como debe recordarse y valorarse el aporte de los líderes indígenas a la fundación de Bolivia, este 25 de mayo hay que recordar a estos hombres y mujeres blancos y mestizos como Mariano Serrano, Bernardo Monteagudo, Jaime Zudáñez, José Alzérreca, Mariana Zudáñez, Manuel Ruiz, Joaquin Lemoine, Mariano Michel, la propia Juana Azurduy e incluso al famoso afrodescendiente Francisco Ríos conocido como Quitacapas, quien se convirtió en líder de las masas populares urbanas los días posteriores al 25 de mayo en Sucre.

La patria común que hoy tenemos, Bolivia, nació por el impulso y el sacrificio de muchos hombre y mujeres, y hoy, en 2009, todos –cualquiera sea nuestro origen étnico- somos herederos del derecho pleno de ser parte de esta nación sin subordinaciones odiosas, en un marco de respeto y pleno acceso a oportunidades económicas y sociales que fortalezcan nuestra condición de ciudadanos de una misma nación.


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