domingo, 21 de marzo de 2010

COSTO TERREMOTO

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Me refiero al terremoto que azotó a Chile y sus secuelas. Secuelas difícil de atribuirles un costo aunque se calcula en 30.000 millones de dólares. Esta cifra incluye el costo de las edificaciones destruidas, las carreteras averiadas, las cosechas perdidas, los vehículos destrozados, los puentes caídos y todo aquello material que puede valorizarse en dinero. En las estimaciones hechas por los aseguradores ese monto se reduce en 8.000 millones por la suma de la cobertura que, entre otros costos, incluye a 30% de los automóviles y tan sólo el 1% de las viviendas, de acuerdo a la publicación Diario Financiero.

Estimaciones frías por cierto, tan frías que no incluyen "el costo de las vidas humanas" extinguidas. Una estimación del número de victimas hecha por el ministro del Interior chileno, Rodrigo Hinzpeter, puso la cifra en 500 muertos identificados y 200 desaparecidos. Pero ¿cuánto vale una vida humana? Esta es una cifra que interesa a los abogados por las demandas de indemnización y debería interesar a los economistas por la pérdida de riqueza humana en la economía nacional.

Las autoridades chilenas y los medios dieron cifras de cuánto dejará de crecer el PIB; de 5,5 por ciento bajará a 4,7 por ciento. Cualquiera piensa que con un quinto del valor del PIB destruido éste debe decrecer mucho más. Pero no será así porque la reconstrucción requiere una enorme intervención de gasto estatal que hará que la tasa de crecimiento de la producción anual (PIB) se recupere. Hernán de Solminihac, ministro de Obras Públicas, afirmó que preliminarmente la reconstrucción de la infraestructura demandará 1.460 millones de dólares donde los puentes cortados serán prioridad.

El concepto de riqueza es distinto al de PIB. El primero incluye lo que se tiene potencialmente de productivo y lo que permanece de lo producido a lo largo de los años. El segundo, únicamente incluye lo que se produce durante 365 días. Ni el PIB, ni su tasa de crecimiento y menos el cálculo de la riqueza destruida incluye el valor de las vidas humanas perdidas y desaparecidas, menos aún, cuánto cuesta resarcirlas. Con un alto grado de irreverencia, propia de economistas, se puede estimar cuánto se perdió por ser humano muerto. Como base se puede tomar lo que paga un seguro SOAT en Bolivia y resulta que sólo alcanza a dos millones cien mil dólares. Si el equivalente al SOAT boliviano en Chile es de 5.000 dólares el costo de los 700 muertos subirá a 3 millones y medio de dólares. Con costos tan esmirriados razón sobra para no incluirlos en las pérdidas totales. El seguro para este cálculo es tan barato que no incorpora lo que esas personas dejaron de percibir, como exige una estimación del costo futuro económico anualizado a precios de hoy. Deja de lado también los costos que enfrentarán los descendientes. Se prescinde así de contabilizar la riqueza perdida por los que dejaron de existir y se trata a la vida humana como riqueza de poco o ningún valor.

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