viernes, 16 de septiembre de 2011

POR QUÉ TANTO LÍO Y BRONCA EN BOLIVIA

Walter Reynaga Vasquez
reynagavw@yahoo.es

Por qué estamos siempre listos a sacarnos la cresta por quítame estas pajas. Por qué tanto conflicto y problema, como no sucede ni en países más poblados habitando territorios esmirriados y con igual o mayor diversidad étnica.

1.
La ciudad de La Paz en paro de protesta. Los municipios vecinos en apronte (Achocalla, Palca y Mecapaca a los que recién se sumó El Alto según anuncio de su alcalde) reclamando territorios supuestamente usurpados por La Paz, con líderes hablando de reeditar el cerco a La Paz conducido por Tupaq Katari hace más de dos siglos. Los Departamentos de Oruro y Potosí arrastrando una crisis por problemas de linderos temiendo enfrentamientos. Con más del 90% de los municipios del país con problemas limítrofes. Los ayllus del Norte de Potosí guardando varios conflictos de linderos, reactivados ahora por los municipios. Los indígenas de los llanos enfrentados al gobierno indígena de Morales por la carretera que partiría al TIPNIS en dos. La COB y los mineros anunciando sumarse a la marcha indígena Juicios a gil y mil, encausados mañosamente por el gobierno contra opositores y disidentes, como el reciente que hace presa de Juan Antonio Morales. Recuérdese el gigantesco conflicto armado en torno a la capitalía entre Sucre y La Paz. Etc. Etc. Un estudio de CERES[1] da cuenta de que luego del gobierno de la UDP, que alcanzó a más de 800 conflictos por año, tenemos al MAS como al segundo gobierno más cargado de conflictos en los últimos 40 años.

Un cuadro impresionante, y sin embargo nada extraordinario. La conflictividad estuvo siempre aquí, desde los primeros años de la República, como indica la abrumadora lista de golpes de estado en la historia boliviana, al punto de que en varios momentos de la historia, la silla de la mula presidencial vino a ser de hecho la sede del gobierno boliviano, al pasar éste gran parte de su tiempo en expediciones punitivas contra los rivales alzados en armas.

¡Por qué tanto lío y problema! ¿Por qué los bolivianos no podemos vivir y trabajar en paz?

2.
La sociedad humana tendrá mayores o menores posibilidades de avanzar hacia el desarrollo o estancarse y aún involucionar, ser pacífica o conflictiva, agradable para vivir o desagradable dependiendo de su forma o modelo de organización. Es ahí donde radican las virtudes y defectos del sistema social. Lo que decide en buena medida el rumbo de la historia de los pueblos y la humanidad. Un factor que aumenta su peso conforme crece la capacidad de acción humana, derivada del desarrollo científico tecnológico también creciente.

Entonces, si hemos de buscar las causas de tanto problema, enfrentamiento y pelea en el país, tendríamos que enfocarnos y buscar en el sistema de organización de la sociedad. ¿Qué, del sistema de organización social está generando este abultado nivel de conflictividad? ¿Por qué los bolivianos tendemos al conflicto?

Con seguridad que pesa la pobreza, afectando al 54% de la población, como marco de una realidad que mantiene a la gente, al menos, descontenta. Pero, con seguridad también, que no es sólo eso.

Por lo general las personas tendemos a hacer aquello que ha de procurarnos satisfacción, y en esa línea cuenta mucho el obtener los recursos que han de cubrir nuestras necesidades y, si es posible, acumular riqueza en procura de seguridad personal, familiar o lo que fuere --de ahí la importancia de la economía--. Entonces, cabe preguntarse, ¿Es el conflicto, en Bolivia, una importante vía de acceso a los recursos económicos y al enriquecimiento? Y, la respuesta es sí, para una buena parte del liderazgo del país.

Nuestro sistema social tiene en la política y el gobierno su componente definitivo. Dicho en otros términos, en Bolivia la política tiene hegemonía sobre la economía y la sociedad. Un indicador, el Presupuesto General del Estado consolidado comparado con el PIB alcanza el 83%. Un porcentaje que ni en la etapa neoliberal fue menor al 56%. Lo que da cuenta de la presencia determinante de la política en la economía del país y, a través de la economía, en la vida de la sociedad y en la suerte de la población. Vivimos en una sociedad cuyo subsistema político está visiblemente sobredimensionado, desde los tiempos de la colonia, un modo de producción fundado en el poder como el feudalismo, el esclavismo y el socialismo--.

3.
Pero, ¿cómo es que esto influye en el estado de conflictividad permanente? La conflictividad en el país alcanzó sus mayores cotas con el gobierno de la UDP (1982-1985), luego baja hasta fines de los años 90, para reactivarse nuevamente hasta el presente y crecer con el gobierno de Morales (como 600 conflictos sociales por año). Un incremento que coincide con la entrada al escenario de las leyes de Participación Popular, Descentralización Administrativa y Reforma Educativa, que tienen la virtud de incorporar a sectores sociales y espacios, antes marginados, al sistema político del país. Y, de este modo, al reparto del producto social desde el poder. El sistema político se extiende y la redistribución no formal (corrupción) de la riqueza social llega a ámbitos y grupos nuevos, rebasando los marcos de sus tradicionales beneficiarios los grupos de la vieja oligarquía. Entonces, municipios rurales que antes no encontraban a quién cargarle la función de alcalde empiezan a verse envueltos en competencias y disputas de candidatos, bien dispuestos a asumir la responsabilidad antes despreciada. Esto es, a manejar los recursos financieros cedidos por el gobierno central en el marco de las nuevas leyes participativas. Y, a encontrar en su administración el modo y la ocasión de sacar ganancia personal, siguiendo la forma tradicional de administrar el estado en Bolivia, a beneficio de la autoridad. El sistema se extiende a mestizos e indios, demostrando que nada tiene que ver con la raza. Y, aunque usted no lo crea, una forma de hacer las cosas, la de la burocracia, que parece darse incluso en los países desarrollados, como indica Buchanan, dando idea de la naturaleza perniciosa del poder político:

"Buchanan [Premio Nobel de Economía] y Tullok aseguran que los presupuestos de los gobiernos del mundo, son el doble y a veces hasta cinco veces de lo requerido en administraciones eficientes. Pero los burócratas establecen como uno de sus objetivos primordiales el 'tamaño de su emporio'. Es bien sabido que en las burocracias tamaño representa poder, ingresos, mordidas, status y la visión de su futuro político se incrementa con la dimensión de su agencia, departamento, Secretaría.

Los grupos de intereses especiales son el tercer elemento: empresarios rentistas, sindicatos etc. y lo que buscan es ser incluidos en el reparto de dulces, ir al juego, pero siempre con las cartas marcadas estructurando una economía de rentismo.

El cartel político se organizó como la Mafia, de la punta de la pirámide hacia abajo, para servir a los intereses de sus miembros."[2]

Son los problemas del capitalismo real. Cosas que en el estado boliviano pueden llegar a niveles aún mayores, al agregarse a la conducta típica de la burocracia la herencia colonial, donde el poder estaba francamente dirigido a la expoliación a beneficio de la corona española como a beneficio de la autoridad en funciones.

Es la política, como factor determinante de la economía del país y el acceso a la riqueza, la que empuja a la gente a ponerse en la vanguardia de las organizaciones sociales, para utilizarlas en procura de alcanzar un mayor trozo del reparto. De ahí el afán de mucha gente por obtener representación social y ser dirigente de cualquier tipo de organización (vecinal, obrera, de padres de familia, organizaciones campesinas, ayllus, gremios comerciales, colegios de profesionales), y hasta de fundar nuevas organizaciones sociales, políticas... Y es que la organización social es el principal caballo de batalla en la arena política, donde el no ser dirigente equivale a ser nada. Los privilegiados del sistema son los dirigentes sociales, lo que viene confirmado con Evo Morales en el poder. Pero, muchos son los llamados y pocos los elegidos para disfrutar del mando y la riqueza inherente, y más aún por la pequeñez de la torta a ser repartida (como es propio de un país pobre), lo que acentúa el conflicto y el enfrentamiento entre líderes y caudillos ávidos de mejorar sus ingresos y condiciones de vida movilizando gente, sus bases, aprovechando cualquier tema o razón. Mayormente a gente humilde acicateada por defender sus derechos, reclamados en justicia. Personas impacientes, listas para romper lanzas y arrojarse a la acción al tener poco que perder, en un ambiente económico siempre precario y carente de oportunidades, atizado por la desconfianza y el recelo sino la bronca contra los que tienen y más aún con lo que estando en el poder se van enriqueciendo --de ahí que todo el mundo vea bien luchar contra los ricos y el oficialismo--.

Y es que una forma de acceso a la riqueza que depende del poder habrá de presionar a todos en su búsqueda, a empeñarse en esfuerzos, amenazas y acciones de hecho por alcanzar algo del reparto, legal o ilegalmente. Se han dado casos en los que estudiantes universitarios se han puesto a luchar y crucificarse como forma de obtener sus títulos profesionales. De ahí que nuestras organizaciones sociales hayan desarrollado una gran capacidad de presión expresadas en huelgas, paros, marchas, bloqueos, crucifixiones etc. De este tipo de cosas sabemos mucho y con seguridad que tenemos tecnología para exportar.

La organización de la economía en torno al estado define las estructuras de la sociedad boliviana. Un estado, que no sólo administra la economía sino que es uno de los principales medios y recursos de acceso al producto social y al enriquecimiento. En Bolivia, política y poder son una forma de ganarse la vida y hasta de hacer fortuna. Es más, pocos son los millonarios bolivianos cuya fortuna no haya tenido que ver con el poder. Dos casos como ejemplo: el de autoridades del municipio de La Paz y del sistema judicial que se hicieron dueños de grandes terrenos en Mallasilla, aprovechando de sus prerrogativas en desmedro de litigantes y campesinos. Alejandro Almaraz denunciaba cómo los masistas vienen actuando en afán de hacerse ellos también terratenientes y latifundistas. Y de esto hay mucho, mucho más, como indican las constantes denuncias en la prensa, que con seguridad son sólo una pequeña parte de lo que sucede en este orden.

La conflictividad que cargamos, como la corrupción en el poder, no son problemas personales, ni corresponden a nuestras condiciones étnicas. Estos problemas vienen de causas estructurales heredadas de la colonia feudal española. Del estado como forma central de organización de la sociedad y la economía. La colonia no estuvo fundada en el comercio, sino en el poder y la dominación política afincada en la fuerza y la ideología. De ahí viene nuestro afán y predisposición al conflicto, a partirnos la cresta por un espacio de poder y representación. Unos, por defender su coto de caza de recursos públicos o acceder a mejores opciones y otros por defenestrarlos y tomar su lugar y beneficios. Elites paceñas, achocallenas, palqueñas, alteñas facciones dentro de los municipios, dentro del mismo partido, arrastrando en sus afanes a la población, polucionando de conflictos el medio ambiente social, degradando la calidad de la vida y dañando la economía.

En estas condiciones es que se hace necesaria la concentración del poder y la fuerza pública, sin cuyo concurso no será posible disciplinar a la población y mantenerla al margen de la protesta y la movilización a pesar de su descontento. Y, descontentos podríamos estar todos, ¿qué dirigente se habrá de conformar con lo que recibe si tiene opción de obtener más a sola condición de presionar y mover sus masas sociales? De ahí la necesidad de los gobiernos, en este tipo de sistemas sociales, de contar con enormes aparatos de represión y poderosos aparatos de información e ideologización, como los de Stalin, Castro, Chávez, Gadafi o Hitler. Cosas que antes que atribuir a la personalidad de estos líderes o a su voluntad deben ser atribuidas a las necesidades de conducir la economía en manos del estado.

En Bolivia, seguiremos arrastrando conflictos y corrupción, a despecho de las prédicas de paz y honestidad de la iglesia, la prensa o Derechos Humanos y los juramentos de honestidad de los políticos. Será así, mientras no cambiemos las estructuras sobre las que estamos: el actual modelo de organización, que viene desde hace mucho tiempo, degradando la economía, la política y la sociedad. Dejando atrás la hegemonía de la política sobre la economía, en una posición efectivamente anticolonial y liberadora.

"Si los bienes se poseyeran en común serían los hombres malvados e incluso los avaros y ladrones quienes más se beneficiarían. Sacarían más y pondrían menos en el granero de la comunidad". Francisco de Vitoria. (Burgos o Vitoria, España; 1483/1486 - Salamanca)

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[1] LASERNA, Roberto & VILLARROEL, Miguel: "38 años de conflictos sociales en Bolivia", julio 2008, http://www.ceresbolivia.org/documentos/publicaciones/38_anhos.pdf

[2] VALENZUELA, Ricardo: "Los fabricantes de riqueza para ellos, reflexiones libertarias", EL REPUBLICANO LIBERAL 17-08-10 [Rev. 06-08-10], http://elrepublicanoliberal.blogspot.com/2010/08/fabricantes-de-riquezapara-ellos.html

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