martes, 11 de diciembre de 2012

LOS INDIGENAS

Juan Burgos Barrero / Nueva York
juanburgosbarrero@hotmail.com

"La montaña es algo más que una inmensa estepa verde". Así pensé mientras sobrevolaba en una pequeña avioneta el municipio de Bilwi, en Puerto Cabezas. Sembrado de casitas de madera, de exuberantes palmeras y con un mar cálido como sus gentes descubrí la capital de la Región Autónoma del Atlántico Norte de Nicaragua. Después de haber sobrevolado una gran superficie de bosque tropical aterricé en un espacio único y sentí sobre mi piel el nunca olvidado calor húmedo tropical.

Es en bosque como este, donde el futuro del planeta y las contingencias del cambio climático mundial están en juego como consecuencia de las sequías causadas por el calentamiento global, inundaciones, la indiscriminada deforestación y huracanes. En 2007 Bilwi fue arrasada ferozmente por el huracán Feliz, con categoría 5. Los dados del juego están siendo tirados, no por los dioses, si no por dos fuerzas humanas contrapuestas.

Los indígenas que habitan esta región, los Miskitu, Mayangna y afro descendientes, comparten una historia dolorosa con el actual Estado Nacional nicaragüense desde que el Frente Sandinista tomó el poder por la primera vez en 1979. En aquella época, el Gobierno Sandinista provoco un conflicto entre los mestizos y las etnias de la costa caribe por falta de un entendimiento.

En la actualidad, el moderno Estado de Nicaragua, "Cristiano, Socialista y Solidario", dirigido por el líder histórico del Frente Sandinista, Daniel Ortega, está soplando las antiguas cenizas de este conflicto en una región que aún sigue inmerso en una crisis en que los indígenas reivindican su identidad contra un avasallamiento por los mestizos.

El pasado mes de noviembre sostuve importantes reuniones con los actores involucrados. En la Casa Museo de Bilwi participe de reuniones con los Presidentes de los gobiernos territoriales indígenas, Constantino Romel, Presidente Miskitu del territorio Tasba Raya, Armando Erwin, Presidente Mayangna del territorio Mutungbak y Waldo Muller Presidente de Tasba Pri ; luego, en el despacho de Evelyn Taylor Irías, la Coordinadora del Gobierno Regional del Atlántico Norte y diputada del partido indigenista, Yatama; y finalmente en el capital de Nicaragua, Managua, en la sede de la Asamblea Nacional, oficina de Brooklyn Rivera Bryan encargado de la Comisión de Asuntos Étnicos de Comunidades Indígenas, con la diputada Nancy Elizabeth Henríquez James.

En estos importantes encuentros, todos afirmaron que la situación es delicada, conflictiva y compleja. Los nuevos presidentes de auto-administración comunal dejaron claro que sus territorios están bajo amenaza, y que ellos luchan y mueren por defender sus derechos, su cultura y sus recursos naturales. Puntualizaron que claman por un proceso de saneamiento u ordenamiento territorial transparente para evitar un baño de sangre en la región.

Uno de los problemas que tienen los indígenas y afro descendientes en la costa caribe nicaragüense, es el asentamiento organizado de los mestizos, llamados también terceros y que en muchos casos cuentan con el apoyo del Frente Sandinista. Estos colectivos están usurpando los territorios indígenas y cometiendo delitos ambientales; incluso en las áreas legalmente protegidas. Por ejemplo, la Reserva de Biósfera Bosawas, reconocida por UNESCO como patrimonio de la humanidad, constituye también territorio de la Nación Mayangna.

Los Mayangna habitan principalmente la zona de amortiguamiento de Bosawas, pero dicen que entra gente armada para lotear sus tierras en forma masiva y talan el bosque. Y peor aún, estos traficantes de tierra atemorizan con violencia a las mujeres indígenas y no permiten a las humildes familias recolectar sus productos de subsistencia, que producen en sus pequeñas parcelas en el bosque. Así están las cosas, los terceros, organizados en grupos mafiosos, trafican y especulan con las tierras, implantando pasturas extensivas, una represa hidroeléctrica y la minería extractiva. Estos modelos de producción están asociados a una lógica de economía expansiva, que se contraponen a las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios. Además, estas prácticas destruyen los recursos naturales. Tras un análisis somero, el fin último del proceso tiene como meta aumentar el número de gente en la zona; que probablemente en el futuro brindaran su apoyo al Frente en las próximas elecciones; en gratitud por haber sido agraciados con fincas baratas. Por otra parte, estas maniobras debilitan el poder del partido autónomo indigenista, Yatama; que dicho sea de paso, también es parte de esta complicidad, ya que ha formado un pacto con el Frente Sandinista no por afinidad ideológica sino en cambio de prebendas, sobre todo por cargos en la administración pública, lo que facilita la corrupción. Este es el quid de la cuestión.

En este estado de cosas, los gobiernos territoriales indígenas quieren tener en sus manos propias toda la administración de la gobernanza de sus comunidades, libre de influencias partidarias, tanto en el manejo de sus recursos naturales, como de sus recursos económicos que generan, y los que les corresponden por ley. Más aún, confiesan que los municipios deben desaparecer de sus territorios porque los alcaldes no cumplen con la ley, o dicho de otro modo, se convierten en facilitadores de un tráfico de influencias que no corresponde con los intereses de las comunidades ni el interés público. Más bien, actúan en función de sus propios intereses personales y partidarios.

Por lo antedicho, el pueblo indígena Mayangna está en lucha. Se resisten a la construcción de una carretera hacia la zona núcleo de la Reserva de Biósfera Bosawas y esa lucha podemos parangonarla con las históricas marchas que han realizado los pueblos indígenas de las tierras bajas del Oriente, el Chaco y la Amazonía Boliviana, quienes también defienden su Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS), para que no sea penetrado por carretera inter oceánica financiada por capital brasilero. Sin embargo, la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos sigue en la agenda de la actual Estado Plurinacional de Bolivia.

Y yo me pregunto: ¿Esta carretera a quién les va a beneficiar? La respuesta es obvia. Por un lado el gran comercio del norte brasilero que va a exportar sus productos al pacifico. Por otro lado, la ampliación de la frontera agrícola que ocasionara la explotación indiscriminada de los bosques y la expansión de los cultivos de coca. Los beneficiarios no serán las plurinaciones indígenas T'simane, Moxeña y Yuracare.

La diferencia entre Nicaragua y Bolivia es de contexto y de sutiles matices, pero los matices cuentan. Los colonos nicaragüenses son mestizos, mientras que los colonos de las tierras bajas del oriente boliviano son indígenas procedentes del occidente altiplánico, los Aymara y Quechua, que irónicamente en sus comportamientos son iguales a los mestizos nicaragüenses. No entienden la sensibilidad del ecosistema tropical ni de la cultura indígena tropical. Pero lo insólito, o lo paradójico en el escenario boliviano, es que, quien les ha usurpado el derecho de los indígenas de las tierras bajas a decidir sobre sus territorios, es nada menos ni más que Don Evo Morales Ayma, el primer Presidente indígena del Estado Plurinacional de Bolivia. Derechos consagrados en la Constitución Política del Estado. Huelgan los comentarios.

Lamentablemente, los líderes bolivianos y nicaragüenses, ambos de la izquierda latinoamericana, han desaprovechado la oportunidad de dejar un legado histórico a nuestros hijos y nietos. Ambos que velan por la Pachamama o la Madre Tierra, han perdido la oportunidad de sumarse al recién celebrado foro mundial realizado la semana pasada en Doha sobre Cambio Climático, para analizar sus respectivas posturas frente la necesidad imperante de apoyar en ambos países un saneamiento territorial que respete a los dueños indígenas del territorio y del bosque.

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