El  NO se hace a  mano y sin pedir permiso
                                                                  Susana Seleme Antelo 
      El Día, Santa Cruz de la Sierra, 14 de enero 201 
      No es un sueño, como cantaba Silvio Rodríguez, sino un futuro deseado y  posible, a partir de la razón democrática. Por eso hay que  votar NO en el    referéndum del próximo 21 de febrero, grosera maniobra con máscara de reforma constitucional, que solo busca la  reproducción en el poder de la dupla Morales-García  Linera, más allá del 2019 cuando cumplirán su tercer mandato. El 22 de enero de  2016, cumplen 10 años en el poder, pero lo quieren por tiempo indefinido. 
      Se trata de un NO a conciencia, sin prebendas, falsas ilusiones, o la falacia indígena-originario-campesina,  ya olvidada en el discurso oficialista, como  la defensa de la madre tierra, bien 'secada'  como el lago Poopó. Los 10 años de bonanza económica, por el incremento de  precios en el mercado internacional de materias primas, no transformaron el  patrón de acumulación primario exportador de la economía boliviana.  Tampoco hubo inversión productiva con uso  intensivo de mano de obra que generase empleo digno y salario justo con  beneficios sociales. La clase obrera ¿se fue al paraíso o al infierno, cooptada  por el oficialismo?
      La razón democrática del NO, busca la vigencia de un régimen político abierto, pluralista  y  una forma de gobierno con alternancia  en el ejercicio del poder, lejos del partido único que Morales-García Linera pretenden imponer en  Bolivia. El NO deber exigirles independencia de poderes, administración de justica proba  e idónea, y respeto a los Derechos Humanos.  La razón democrática del NO a los impulsos  continuistas del binomio oficialista, busca un sistema político en que los ciudadanos  debatan y juzguen las políticas públicas, el gasto, las inversiones, la pertinencia  de las medidas que esgrimen gobernantes y representantes,  con transparencia y rendición de cuentas. 
      El NO debe  buscar la igualdad jurídica ante la ley: un ciudadano un voto,  lejos de la  disputa entre  igualdad de oportunidades e igualdad de resultados, que debieran ir de la mano,  para buscar equidad social.  
      Hay que votar NO para extirpar de Bolivia las perversiones judiciales que emanan del poder  político, aplicadas por un Órgano Judicial corrupto y extorsionador, en  contra de la oposición política y de quienes  piensan diferente.  Dos ejemplos: el  complot contra las autonomías, conocido como 'caso terrorismo-separatismo', con  39 imputados, hace 6 años, a quienes se les atribuye un hecho penal  "inexistente": terrorismo, según el constitucionalista William Herrera. Ese  'caso' tuvo tres víctimas por una ejecución extrajudicial- 16 de abril de 2009-  crimen por el que no se juzga ni a los autores materiales ni  intelectuales: los del régimen. Suficiente  para votar NO. Y Porvenir -septiembre 2008- con un preso sin sentencia  desde   entonces, Leopoldo Fernández, autonomista exprefecto de Pando. 
      Después de 33 años de la conquista de la democracia, arrancada a las  dictaduras militares, Bolivia vive desde hace 10 años una  dictadura maquillada de demócrata, que asume  los procesos electorales como simple método.  El NO en el referéndum de febrero 2016,  es para reconquistar la democracia hoy conculcada,  para impedir que ganen legalidad y legitimación formal mediante el voto.  Algunos pueden ser limpios y otros 'retocados' por fraudes y 'chanchullos',  merced a unos órganos electorales ciegos, sordos y mudos pues están  subordinados al poder político. Les deben el cargo. 
      Contra toda esa parafernalia que desmanteló la institucionalidad  democrática, que dio luz verde al despilfarro, la irracionalidad de obras sin  oficio ni beneficio, a la corrupción rampante y al narcotráfico,  la sociedad boliviana debiera votar NO en febrero próximo. Un régimen que confronta y polariza  al país por un SI que les favorezca, que amenaza y amedrenta con catástrofes  cósmicas, si ganase el NO, no merece la oportunidad de  una re-re-reelección.
      El régimen decidió hacer el referéndum cuatro años antes de concluir su  mandato, en enero del 2020.  Saben que, a  despecho de las infladas cifras de crecimiento, Bolivia ya registra una perdida  anual de ingresos que superará los 4 mil millones de dólares por el estrepitoso  descenso del precio del petróleo, que determina el del gas de exportación. Y a  pesar de esa realidad económica y geopolítica contundente, que escapa a todo  margen de maniobra, los voceros oficiales y oficiosos 'le cuentan' al país  que se explora, se perfora y se explota como  si la industria petrolera fuese hacer un hueco en la tierra con agua y un  palito. Por si fuera poco, ofrecen exportar gas a otros países limítrofes, sin  haber descubierto nuevos pozos y sin asegurar el consumo interno. Esa mentira  descomunal merece un NO. 
      El fin de la bonanza adelantó el referéndum, pues hacerlo  más allá de 2016, era un riesgo que no querían  correr, para no perderlo. Pueden perderlo, pese a las apretadas encuestas y a  la millonaria maquinaria de prensa y propaganda que gasta los recursos de toda  la sociedad para el propio y particular beneficio de la reproducción en el poder  de Morales-García Linera.
      La razón democrática del voto NO, es para 'arar' el porvenir con un sistema de libertades y garantías  individuales y colectivas, sin desechar las tensiones que incuba toda sociedad con  sus pluri-múltiples determinaciones. Las de clase –y toda la 'antipolítica'  corporativa de los movimientos sociales- las ideológicas, las  territoriales-regionales, las étnicas, de género, generacional y de  conocimiento, para que ningún oficialismo satanice, persiga y descarte aquellas  determinaciones que no le son afines. Amen de   obligar al exilio a cientos de personas, como los casi mil exiliados  políticos del régimen de Morales.
      El NO debe desenmascarar a los izquierdistas bolivianos del Socialismo del siglo XXI: impostores,  populistas, autoritarios, centralistas y represores. Frente a  ellos, la  alternativa de cambio real  para Bolivia,  debiera ser un NO el 21 de febrero  próximo, sin pedir permiso a nadie. 
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