martes, 30 de agosto de 2016

[Aula Libre] Cooperativismo minero en Bolivia



Cooperativismo minero en Bolivia

Por Álvaro Jordán

Audiencia de Charcas es el nombre que dieron los españoles a la colonia, que después de 15 años de cruentas luchas independentistas se transformó en lo que ahora llamamos Bolivia.

Bolivia, en lo internacional, resultó conformando parte del sistema mundial del poder en condición de colonia económica de distintos centros imperiales: sucesivamente Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos de Norteamérica y otros.

En lo interno, con una dirigencia encerrada en aspiraciones mezquinas, sin ninguna pretensión de aspiraciones del conjunto, fue la causa de la pérdida de más de la mitad del territorio, siempre vendido para el beneficio oligárquico.

Lo más aberrante de esta dirigencia vendida fue la marginación de la mayoría de la población en condición de bárbaros y sin ningún derecho ciudadano. No existen datos fiables de la población indígena de aquella época ya que todo lo que se encontraba más allá de las goteras era propiedad de quien tuviera capacidad para poseerlo, sin mayor importancia para la estadística oficial, particularmente el devaluado  indígena. Sin caer en exageraciones se puede decir que la población boliviana en el 1825 era de este origen en más de un  90%.

De esta masa indígena se alimentó y se alimenta la minería boliviana y en general el trabajador campesino y urbano en un proceso de mestizaje creciente.

Las cooperativas mineras son una forma de organización productiva de la minería, que emerge de la misma crisis de la minería, esto es de la incapacidad de la minería formal para garantizar las fuentes de trabajo, y, las que garantiza, son en condiciones infrahumanas. Es un trabajo personal que posibilita la producción en parajes en los que la empresa privada o estatal no alcanza costos competitivos.

En la forma de trabajo libre ya apareció con la minería colonial en el Cerro Rico de Potosí. A causa de los salarios miserables que recibían, debían complementar sus ingresos trabajando por cuenta propia más allá de las horas de trabajo, generalmente los fines de semana, fueron conocidos con el nombre de kajchas. Esto fue lo que posteriormente  se conoció como cuentapropistas, o sea trabajadores libres que entregaban su producción a rescatadores o comerciantes mayoristas. De esta manera el empresario se beneficiaba con una producción de muy bajo costo ya que no estaba regida por un salario. El trabajador ante la necesidad de cubrir las demandas de su familia hacía un trabajo de esfuerzo extraordinario y su producción la entregaba  a un precio establecido abusivamente por el rescatador.

El primer impulso significativo hacia las formaciones cooperativas se dio con la crisis mundial de la economía, del 1929. La minería internacional en Bolivia cerró todos los frentes mineros no productivos y en compensación entregó algunos a los cuentapropistas. En la época del nacionalismo revolucionario se estatizó la gran minería, se formó la empresa estatal llamada COMIBOL y se creó la caja nacional de seguridad social, con lo que se despedía a los mineros con silicosis de tercer grado antes que reconocerles los beneficios por enfermedad ocupacional, y se los asignaba en compensación al sector cooperativista, el que fue regulado por ley, del 13 de setiembre de 1958 y agrupados en la Federación de Cooperativistas Mineros (Fencomin).

Otro impulso importante fue la política de relocalización de mineros, con la que se expulsó a más de 20.000 mineros, que también fueron a formar los núcleos de cocaleros del Chapare, proveedores de coca para el narcotráfico internacional, y para el fortalecimiento de la democracia burguesa, la que desmontó COMIBOL y consolidó las empresas extractivas en la minería cooperativista al entregarles frentes de trabajo y traspasársele maquinarias pesadas e ingenios.

El sector cooperativo es el resultado de la búsqueda de algún modo de vida, marginal, de los propios trabajadores. Simultáneamente el sector capitalista privado y estatal se han beneficiado permanentemente de él: 1. Económicamente, al promover un sector trabajador al margen de las exigencias legales, por lo tanto de producción barata y generador de divisas internacionales. 2. Socialmente, al establecer una vía de escape a la presión social ante las exigencias de trabajo del sector de mineros desocupados, también han sido utilizados en la conformación de las bandas de narcotraficantes internacionales asentados en la producción de coca del Chapare, finalmente se convirtieron en la bese social del colonialismo interno conocidos hasta hace muy poco con el nombre de Confederación de colonizadores, propiciado por la nación-estado colonial, racialmente blancoide y ahora asociado con el racismo aimara, 3. Políticamente fortalecieron el sector de poder capitalista al incorporar el cooperativismo al sector empresarial.

De este proceso han participado y se han beneficiado todos los gobiernos que se han sucedido, hasta la actualidad, más concretamente, en beneficio de la oligarquía, tanto del capital estatal como del capital privado, y fundamentalmente, en  beneficio del colonialismo interno de la nación-estado.

Las cooperativas mineras, organizaciones de bases asentadas en principios cooperativistas[1] de solidaridad, igualdad, reciprocidad, equidad, finalidad social y no lucro de sus asociados, inmersos en las imposiciones del poder del Estado fueron totalmente desvirtuadas y transformadas en otras empresas beneficiarias del sistema de explotación capitalista, con todos los defectos que el sistema tiene.

Por su potencial político, por su inserción en las comunidades campesinas y por la importancia de  su actividad productiva los cooperativistas se transformaron en parte de la política de cambio del gobierno del MAS, en el cual, en sus inicios, fueron parte del poder decisorio político. Sin embargo pronto entran en contradicción con los intereses de la Central Obrera Boliviana, quienes denuncian el carácter empresarial, asociado con las empresas mineras transnacionales, lo que plantea una contradicción interna con el gobierno nacionalizador. Aparecen otros problemas como la existencia de trabajadores no asociados dentro del cooperativismo, resultado de la transformación capitalista del sector, cuya regularización decide el Gobierno al imponer su sindicalización, por supuesto desvirtuando el espíritu cooperativista de no-explotación de su personal. También causa muchos reclamos los impuestos de privilegios del sector, conceptualizados como compensación por el supuesto principio de no lucro de la actividad cooperativa.

Evidentemente el cooperativismo había entrado en un campo de contradicciones entre los propósitos empresariales y los principios cooperativistas, en los que el Estado tiene muy poca rédito económico.

Por otro lado el Estado tiene apenas una empresa minera  deficitaria, Huanuni, con  5000 trabajadores, transformados en una pesada carga económica para el pueblo y que en tiempos de crisis es de un peligro explosivo para el gobierno, mientras que en las cooperativas ya llegan a 200.000 mineros, que sumados al conjunto familiar representan un enorme  caudal político que el Gobierno no puede despreciar.        

El cooperativismo se ha transformado en otro campo de lucha política entre los sectores capitalistas (estatales y privados) y los antiguos promotores del cambio muchos ya expulsados del gobierno y otros que todavía sobreviven en él. Por otro lado, internamente se debe definir la contradicción existente entre la dirigencia explotadora y la mayoría de trabajadores explotados.

Evidentemente la crisis mundial, iniciada el 2008, recién está mostrando sus efectos en Bolivia, la disminución de los precios de las materias primas está agudizando el clima de violencia en el País. Antes, estas contradicciones existían, pero el auge económico generaba ingresos suficientes para que todos los sectores se sientan satisfechos, es ahora, con la crisis, que los ingresos se tornaron conflictivos y la violencia aparece crudamente con cuatro cooperativistas asesinados por el aparato represor del Estado y un viceministro  asesinado por los cooperativistas. Evidentemente el juego entre la política de cambio y la de praxis capitalista del gobierno debe enderezar rumbos en búsqueda de una ruta más tranquila.

La nueva ley, Ley 535 de Minería y Metalurgia, aprobada por el Gobierno intenta por un lado controlar la asociación de los cooperativistas con el empresariado, situación a la que se ha llegado al margen de la Constitución ya que ello es prerrogativa del Estado. Los cooperativistas tendrían contratos ya en ejecución hace bastante tiempo con empresas nacionales e internacionales.

Otros aspectos conflictivos son la existencia de trabajadores sometidos a la explotación capitalista. Está en abierta contradicción con el espíritu cooperativista, por lo tanto debe prohibirse, todos deben convertirse en socios de la cooperativa

Evidentemente la actividad minera cooperativa ha estado sometida a la manipulación de los intereses capitalistas en procura del excedente que produce, ya se sea en manos de rescatadores ambiciosos, convertidos en dirigentes cooperativistas y finalmente en empresarios cooperativistas. Todo ello promovido desde el Estado en el afán de incorporar las cooperativas al sistema capitalista; como por ejemplo se puede mencionar la entrega de equipos de Comibol para promover la formación de empresas cooperativistas y de frentes de trabajo a cambio de la entrega de la mina, con el nombre de Comsur, al expresidente Sánchez de Lozada.

Otro aspecto que no se puede dejar de mencionar es el ineficaz control de las regulaciones ambientales y de los riesgos ocupacionales al que se exponen los mineros, los que no se cumplen en, aproximadamente el 80% de las cooperativas, por un lado, resultado del afán economicista de la explotación minera y por otro lado, por la falta de eficacia de los inspectores ocupacionales.

Es claro que el propósito del poder estatal en esta primera etapa de confrontación violenta es eliminar los contratos de asociación empresarial para lograr un control económico mayor del sector e imponer un control político del mismo

El sector cooperativista minero ha alcanzado dimensiones sociales importantes que hace muy difícil, sino imposible, eliminar su poder social y económico. Además existen otros sectores, particularmente de servicios, ahorro y crédito, comercio con los que pueden reforzar sus posiciones, como es la resistencia ya planteada del incremento de los aportes económicos de los socios cooperativista para ampliar el poder de control del Estado a las mismas cooperativas, la solidaridad de los transportistas, igualmente se pueden encontrar coincidencias de contenido humano con los sectores nativos marginados por la consolidación extractivista y dependiente del Estado centralista y colonial

Son luchas de las bases sociales, muy importantes, que están demandando un cambio de fondo, que cuestionan el centralismo del poder vertical en un ambiente de demandas autonomistas.

Las bases a nivel regional, departamental, municipal y de comunidades exigen una participación equitativa en la distribución de los ingresos, hasta ahora apropiados por el Estado y el capital.

La corrupción, la delincuencia y el crimen organizado, creciente y generalizada expresada en los círculos burocráticos y privados incluyendo el judicial, policial y empresarial demandan cambios profundos en los mecanismos de administración, control, vigilancia y del uso de los recursos económicos.

En resumen, se trata de un detalle boliviano de la crisis mundial del sistema de poder del capitalismo. Al igual que el mito de Casandra los teóricos, consejeros y especialistas  del sistema presagian y están de acuerdo en estar desandando hacia un fatídico final, cuyo camino inexorablemente deben continuar hasta su culminación.

Bibliografía:

Betancourt, O, 2007, La apropiación de la figura del kajcha en la historia de la Villa Imperial de Potosí de Arzáns de Orsúa y Vela, Revista Iberoamericana, Vol. LXXIII, Núm. 220, Julio-Septiembre 2007, 437-452, University of Southern California, 2016.

Iriarte A, Casandra, http://antiqua.gipuzkoakultura.net/pdf/Cassandra.pdf, 2016.

Jordán A, 2012, Cooperativistas asalariados y comunitarios,

http://humanismochane.blogspot.com/2012/10/cooperativistas-asalariados-y.html. 2016.

Ley general de cooperativas, Ley nº 356 de 11 de abril de 2013

http://www.mintrabajo.gob.bo/Descargas/DGPPFPPC/Ley_general_de_cooperativas_y_reglamentacion.pdf. 2016

Ley de minería y metalurgia,  Ley n° 535 ley de 28 de mayo de 2014,

 http://www.cedla.org/sites/default/files/Ley535%20Mineria%20Metalurgia.pdf.2016

Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. 25 de enero de 2009

http://www.harmonywithnatureun.org/content/documents/159Bolivia%20Consitucion.pdf. 2016.

 

En las Tierras del Libertador Grigotá

Agosto 2016

 



[1] Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, Art. 55 




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Enviado por: aaojordan@gmail.com


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