jueves, 8 de diciembre de 2016

[Aula Libre] ABIGAIL



ABIGAÍL

Por: Luis Fernando Ortiz Daza

Psicólogo

 

Todos los días el miedo, mirar nomás su cara le daba terror  a la pequeña, empezó de a poco cuando al principio era la madre la que recibía los golpes. No quería despertar la niña, tampoco sabía que no iba a despertar jamás.  Era su padre la peor pesadilla, era su padre el ángel de la muerte que iba a acabar con ese angelito.

Comenzó con un pequeño cachetazo quizás, con un pellizco o un cinturonazo, quizás fue la madre la que golpeaba a la niña para que no desespere al padre y en el nombre del padre la madre se hizo violenta y tampoco pudo parar. Porque la violencia se expande, El empleo del castigo físico aumenta la probabilidad de que los padres muestren comportamientos violentos en el futuro en otros contextos con mayor frecuencia y más intensidad. Esto lleva a la muerte.

Somos una sociedad muy violenta y permisiva con el maltrato infantil, está en los chips de bolivianos y bolivianas como método de disciplina, Equivocadamente, muchos creen que la agresión hace más fuertes a las personas que la sufren y 'les prepara mejor para la vida', pero sabemos que no sólo no les hace más fuertes, sino más proclives a convertirse repetidamente en víctimas.

Abigail, la niña que murió después de una historia seguida de golpes, quemaduras, palazos, pellizcos es el corolario de una muerte anunciada. Estuvo cinco días en terapia intensiva, colaboró la madrastra, fue cómplice la madre que la abandonó a ella, a su gemela y sus hermanitos. Dejó a sus pequeños y sabiendo que su hombre era una bestia violenta.

Violento como las violentas bestias en miles de hogares bolivianos, padres que pegan, madres que torturan, padrastros que violan y madrastras que asesinan, esta es la radiografía de la niñez en Bolivia, en el hospital de niños de La Paz semanalmente llegan dos niños en estado grave y pasan por terapia intensiva, las enfermeras y médicos saben que han sido vejados, maltratados y torturados y como en el caso de Abigail, algo se les ha caído encima, se han caído solos o entre ellos se han hecho daño como alegan los delincuentes.

Y no hay ni habrá justicia mientras callemos, mientras que como vecinos no seamos capaces de frenar este flagelo, es en vano las leyes de protección y las defensorías si no cambiamos nuestra cultura, si no somos capaces de denunciar y fundamentalmente si no somos capaces de entender que con la violencia no se soluciona nada. Es un saludo a la bandera los spots televisivos, las campañas y las reflexiones mediáticas de las autoridades que dicen ahora es cuando y vamos a cambiar.

Patrañas, el gobierno y los gobiernos no están interesados en esto, no están capacitados más que para hacer campañas, para recaudar votos, para hacerse reelegir prometiendo el cambio para que nada cambie y los niños sufran. Se acerca navidad, la noche buena quizás sea la última noche en la que un niño o niña reciba alguna atención un hipócrita juguete, un beso y un abrazo.

Y no querrá despertar jamás o no querrá volver a dormir porque al otro día, palo, tiene que ayudar en el trabajo esclavo de la madre y del padre, hay llanto en millones de ojos, hay gente de buena voluntad que está rezando por el almita de esa niña que se ha convertido en un símbolo de la violencia, imaginen sus muñecas fracturadas, sus ojos sangrantes y con pus, llena de hematomas, el cráneo fracturado, sangre en su cuerpo y su ropita, imaginen laceraciones y cortaduras, eso lo hemos visto.

Hoy quiero llorar, quiero hundirme en la desesperanza, no se puede más con tanta barbarie, algo hay que hacer, se debe aumentar el presupuesto para la investigación en un instituto de investigaciones forenses especializado en maltrato infantil, se debe recurrir a la psicología forense para que participe e investigue estos casos de infanticidio y maltrato.

Se debe castigar con cárcel el silencio cómplice, es deber de nosotros como ciudadanos intervenir y parar  la violencia de los otros, no hagamos confesión de parte en complicidad justificando que somos buenas gentes gracias a los castigos recibidos por nuestros padres. Debemos cambiar, salir de tanta estupidez. Basta de violencia.

Vivimos en una sociedad violenta porque enseñamos que la  actitud violenta es como un modo válido para resolver conflictos. Y ojo: Cuando alguien pega, se le puede 'ir la mano' y provocar más daño del que esperaba.

 

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