Carlos Hugo Laruta Bustillos
chlaruta@hotmail.com
En la realidad socioeconómica de El Alto hay un déficit crónico de empleo adecuado a las capacidades laborales disponibles y de salarios que permitan una vida digna a las familias alteñas. Junto a esto, está la crónica ausencia de políticas públicas, pues la prioridad de la demanda de servicios básicos (agua, luz, alcantarillado, calles) vence los intentos de diseñar acciones de desarrollo económico de más largo plazo que sustenten el futuro de esta ciudad.
Pero yendo a contrapelo, la ciudad de El Alto se ha convertido en la ciudad con la mayor densidad manufacturera del país. Operan más de 5,000 establecimientos industriales: 35 grandes, 50 medianos, 390 pequeños y 4,219 establecimientos micro industriales. En ellos, las vocaciones productivas de la ciudad se concentran en la producción de textiles, confecciones, muebles de madera, productos metálicos, manufacturas de cuero y joyería. Esta es la forma en la que con una gran dosis de esfuerzo propio El Alto enfrenta el problema del empleo, apoyado en la Ley de Promoción Económica dictada durante la gestión de uno de los mejores alcaldes alteños como fue José Luis Paredes, y respaldada de modo aún insuficiente en los distintos PDMs y POAs municipales de los últimos 3 años que, además, no han podido articularse con el Plan de Desarrollo Departamental y con el Plan Nacional de Desarrollo.
Hoy, cuatro de cada diez alteños están directa o indirectamente relacionados a la actividad empresarial y de emprendimientos económicos, desde el abastecimiento de insumos y materias primas, el proceso de transformación, hasta la comercialización del producto final, demostrando la gran importancia que tiene la actividad económica productiva para los alteños. En esta dirección, la micro y pequeña empresa que responden a una estrategia individual y familiar, favorecen la numéricamente masiva creación de fuentes de empleo para mejorar los ingresos económicos al contratar mano de obra local y al subcontratar intermediarios y distribuidores que no participan directamente del proceso de transformación, pero que también son beneficiados como otra modalidad de articulación de empleo. Y las medianas y grandes empresas, aunque son pocas y se han visto afectadas por el cese del ATPDEA, generan gran parte de la producción manufacturera local contando en el 100% de su personal con obreros, hombres y mujeres, de El Alto.
Este tejido empresarial crea su propia dinámica económica, estableciendo redes de aprovisionamiento entre las ciudades de El Alto y La Paz, y se conecta con otras unidades productivas, respondiendo a una lógica territorial propia de un centro articulador de los flujos económicos provenientes del oriente ganadero y forestal, del altiplano circunlacustre, de los yungas agropecuarios, y del comercio de la franja costeña del océano Pacífico. El principal efecto social que esa dinámica económica ha generado en la vida de los habitantes de El Alto es, obviamente, la generación de empleo.
Por ello, cuando la ausencia de políticas públicas debilita este tejido económico aún pequeño, se afecta una de las fuentes de empleo de mayor calidad en esta ciudad. Esta debería ser una preocupación prioritaria en El Alto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario