miércoles, 29 de julio de 2009

El sistema político, tierra de nadie...

Guillermo Capobianco Ribera
memocapobianco@gmail.com

La marea electoral del 18 de diciembre de 2005 devastó el sistema político boliviano removiendo desde sus cimientos la base ideológica y política de cien años de historia, dejando sólo escombros como una tierra de nadie, un desierto de ideas, de proyectos, de ilusiones y de esperanzas.

El fasto de la "entronización" del presidente Morales, en medio de un cuadro grandioso de rememoración imperial y cultural en Tihuanacu y la Puerta del Sol, hizo renacer las esperanzas en el corazón de un país y pueblo castigado por medio siglo de frustraciones y desencuentros.

Nadie pudo suponer que todo aquello comenzaría a esfumarse al otro día del ingreso triunfal del primer presidente indígena de la América hispana en Palacio de Gobierno, como lo hiciera 53 años antes el caudillo paceño Hernán Siles Suazo luego de tres jornadas de intenso combate que selló el triunfo popular del 11 de abril.

Concluia asi un ciclo histórico y se inauguraba otro.

La modernidad del estado excluyente, la posibilidad de la estructuración de un bloque de poder sobre la base de una alianza de clases emergentes, la oportunidad de consolidar al fin la unidad y la integración de un país multicultural y multiétnico estaban "a la vuelta de la esquina".

Todo fue producto de la ilusión de nueve millones de bolivianos que creyeron que llegaba un "cambio de época" y que el presidente Morales iba a re-unificar a clases aparentemente antagónicas, a regiones supuestamente enfrentadas y etnias excluidas sistemáticamente del ejercicio y beneficios del poder del estado.

A tres años y medio de gobierno del MAS y la inminencia de un nuevo plebiscito, se puede constatar que el partido gobernante carece de contenido ideológico y que tiene como único y esencial objetivo el retener el poder por el poder mismo a cómo dé lugar y caiga quien caiga.

El MAS es el presidente Morales y punto.

La pretendida hegemonía de una sola clase – la aimara- la obsecuencia a los dictámenes del chavismo, la mega-corrupción y el "revolucionarismo" de los años setenta, son la expresión de un sistema político devastado y convertido en tierra de nadie en donde las nuevas generaciones no encuentran todavía una respuesta a los retos políticos y programáticos de la hora.

Tendría que haber llegado la hora de la formulación de una propuesta que recoja la historia de las luchas sociales y populares heroicas del pueblo boliviano; la incorporación de las nuevas tendencias de la inclusión social, la autonomía de las regiones y las ventajas comparativas y cualitativas de la posición geográfica estratégica de Bolivia en Sudamérica.
La identidad de los pueblos se alimenta –dicen los entendidos- de territorio ancestral, usos y costumbres y lengua común.

Habría que empezar por casa.

El Presidente Morales –mestizo y luchador social infatigable- dice todos sus discursos en español, porque al parecer no habla el idioma aimara.

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