viernes, 25 de junio de 2010

La sociedad civil pide la palabra.

Jorge Costas Arze
jorge_costasa@yahoo.com

V Havel[1], refiriéndose a la sociedad civil, escribió que "la sociedad civil es un organismo de intricada estructura, muy frágil, y a veces hasta misterioso, que ha ido desarrollándose a lo largo de décadas, si no de siglos".

Ahora entendiendo está definición tenemos que darnos cuenta que los partitos políticos, agrupaciones ciudadanas, movimientos sociales y todas las instituciones democráticas, sólo funcionan bien cuando extraen su fuerza e inspiración de un entorno civil desarrollado y pluralista y que están expuestos a las críticas de ese entorno.

Sin una sociedad civil de un tejido social diverso en su estructura, los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas, movimientos sociales y las instituciones llamadas políticas se marchitan, pierden el norte, la inventiva y acaban convirtiéndose en aburridos grupos cerrados de profesionales de política, donde juegan a ser adivinos. No olvidemos también que la sociedad civil genera un verdadero pluralismo y que conlleva a la competencia; es decir trae la calidad. Cuanta más iniciativa diferente se presenten o permitan, mayores serán las posibilidades de que triunfen las mejores.

Pero las estructuras sociales que tenemos en nuestro país no permiten claridad en el rol de la sociedad civil, o de pensar en una "sana competencia", en un juego de invenciones que permitan las diferentes posibilidades de solución en temas que conllevan horas de debate. La memoria subjetiva que tenemos una gran parte de los bolivianos es que el Estado o el Gobierno tenga que decidir siempre lo que hay que hacer y de qué manera hacerlo, esto equipara al poder con la verdad, el concepto más peligroso que tenemos ahora, ¿o lo tuvimos siempre?

También sabemos que los movimientos ciudadanos, organizaciones no gubernamentales, pactos cívicos, son algunas de las formas a través de las cuales se afianza sociedades civiles heterogéneas y aún débiles. En la heterogeneidad participa una gran cantidad de organizaciones con objetivos muy diversos y relaciones con la comunidad variados.

Las organizaciones no gubernamentales han logrado aumentar su presencia por varias razones: la incidencia en temas que forman parte de la agenda mundial, las redes que conforman, los modos de actuar y los frentes comunes que interponen a instituciones tan poderosas como los gobiernos de grandes Estados o a las organizaciones mundiales de comercio. Los derechos humanos, la ecología y el medio ambiente, las luchas de las minorías étnicas o sexuales, componen parte del espectro de sus intereses, junto a la educación, la salud, la organización comunitaria o la gestión de proyectos productivos que permitan la incorporación de los más pobres.

La comunicación ha entrado a esta agenda en muchos sentidos. En primer lugar, porque la comunicación se considera un campo estratégico de carácter global. En segundo lugar, porque perciben la comunicación como una dimensión central de la política y de su estrategia de acción: lo que no se comunica eficiente y rápidamente no llega a la gente, o simplemente no "existe". Aunque aún persisten las comprensiones instrumentales de la comunicación, se la entiende cada vez más como un espacio político, como un lugar social de derechos y de controversia pública. Acciones que han tomado para sí estas organizaciones necesitan completamente de la información, incluso son estrategias comunicativas: las iniciativas de control social. En algunos países, como Perú, Colombia o México, tienen veedurías (algo similar al control social) a la manera como los medios de comunicación representan los procesos electorales, para verificar si cumplen o no con el equilibrio informativo, la discusión de los programas de los diferentes candidatos o la controversia equitativa de las ideas. Esto nos muestra que la sociedad civil cada vez asume con más tenacidad la observación y la interlocución con el poder de los medios de comunicación, lo que traerá una modificación de las relaciones tradicionales entre los ciudadanos y los medios. Entra las regulaciones jurídicas que nos plantea ahora la NCPE, esta la autorregulación o la disciplina de los medios, que se presenta con presiones en aumento.

Una segunda repercusión de este papel más activo de la sociedad civil en los medios de comunicación tiene que ver con la representación mediática de la política. Aquello que no pasara por los medios no "existe". La era de las comunicaciones facilitó algunos cambios, si no más significativos por lo menos más visibles en la política, que conlleva engranajes y aglutina a diferentes sectores, los cuales comprendieron que se tienen que adaptar al lenguaje "moderno" de los medios de comunicación y en especial de la Televisión.

La forma de llegar a los medios de comunicación con algún mensaje no es ahora simplemente imagen, es mucho más. La política transita por los noticieros, los programas de opinión, de debates políticos. Se puede citar algunos puntos a su favor: su masividad, la atracción que ejerce sobre una gran cantidad de personas, (entre ellos están los marginales que se encuentran en las provincias y en los barrios periurbanos de los 9 departamentos, que no llegaron a culminar ni siquiera la escuela) teniendo la capacidad simbólica de sus mensajes y de reiteración.

Otra percepción que se encuentra, es la forma que se utiliza a los medios de comunicación, como instrumento para visibilizar a un colectivo o a determinadas personas. También es una gran oportunidad para hacer circular incluso: pedidos expresos y hasta determinadas agendas.

Ahora tenemos que preguntarnos: ¿la televisión será un espacio de conformación de ciudadanías? Si la respuesta es positiva o negativa, nos volvemos a preguntar ¿que estamos haciendo para que esta discusión llegue a instancias que tienen posibilidades de poder cambiar estos modos globalizados de comunicación?

La calidad, la exigencia de cumplimiento de nuestros derechos fundamentales, la necesidad de una información equilibrada, son parámetros que nos permiten observar, cada vez más que la sociedad civil tiene una palabra en el mundo de los medios de comunicación social, que algunos piensan que en vez de disminuir tenderá a crecer y quizá a cualificarse.

La radio le cambió el libreto a la prensa. La televisión se lo cambió a la radio. Y hoy, la globalización de la cultura y la revolución tecnológica se lo ha cambiado a todos los medios de comunicación masivos.

Lo cierto es que los medios de comunicación siempre estuvieron en medio de la vida. La gente se congregaba en torno a un libro de cuentos, o a una pantalla de cine, o a una radiola. ¿Qué es lo nuevo, ahora? ¿Cuál es el protagonismo que han ganado los medios, especialmente los masivos?

Legitiman lo que transmiten

¿Qué significa legitimar? Garantizar la autenticidad de algo o de alguien, su conformidad con la ley.

Los medios de comunicación sí legitiman, porque el público cree en lo que oye y ve a través de ellos.

La gente confía, tiene fe en las palabras e imágenes que presentan. Los medios avalan hechos, situaciones, opiniones y personas.

Podríamos asumir que: Lo que sale, vale. Y aún más: sólo lo que sale, existe.

Lo que no sale en la pantalla o por los micrófonos, es como si no hubiera ocurrido. Lo que los medios afirman, afirmado queda. Lo que ignoran, no existe.

Los medios destapan escándalos, fiscalizan a las autoridades, les recuerdan sus promesas de campaña, defienden los derechos del consumidor, resuelven problemas cotidianos, desde el barrio que se quedó sin luz hasta la campaña navideña para los niños pobres.

Estamos acostumbrados a decir que los medios de comunicación dan a conocer lo que sucede en nuestro país y en el mundo. Hay que ir más lejos: no sólo dan a conocer, sino que deciden, establecen la realidad. Lo que la prensa calla, simplemente no ha pasado, ¿será que estamos viviendo una realidad virtual, mediatizada?

[1] Václav Havel (n. Praga, 5 de octubre de 1936). Político, escritor y dramaturgo checo. Fue el último presidente de Checoslovaquia y el primer presidente de la República Checa.

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