miércoles, 27 de febrero de 2013

INTERVENCIONISMO ESTATAL Y CRISIS FINANCIERA MUNDIAL

Armando Méndez Morales
amendezmo@yahoo.es

Un prometedor joven economista, Carlos Buitrago Bruzone, acaba de escribir una investigación con el nombre que encabeza este comentario en la primera publicación de LIBERA, "El poder de las ideas", que reúne seis ensayos, y que motiva este artículo.

Comienzo destacando mi acuerdo con la conclusión de su investigación: el intervencionismo estatal con la creación de incentivos perversos –y respuestas- es el verdadero causante de la crisis financiera mundial. Con una óptima consulta bibliográfica reciente y también ajustada comprensión, él llega a atinadas conclusiones: El Banco Central de EEUU no es autónomo y rescata a bancos quebrados. No sólo de manera directa sino también indirecta. Esto sucedió en 1995 cuando el gobierno norteamericano dio financiamiento a México para rescatar a bancos norteamericanos prestamistas. Pero la política de rescates en la reciente crisis no ha sido uniforme sino discrecional; rescató a una compañía de seguros y a un banco de inversiones pero no a Lehman Brothers.

La crisis del 2007-2008 se incubó en los años 90 del siglo XX cuando los gobiernos norteamericanos impulsaron el sueño americano de la casa propia, para lo que obligaron a entidades financieras a otorgar préstamos a comunidades locales "desfavorecidas", dieron incentivos tributarios para fomentar inversiones en vivienda y crearon las empresas financieras "Fannie Mae y Freddie Mac", bajo un régimen de privilegios especiales. Uno de ellos es que gozaban implícitamente de la promesa de su rescate en caso de que enfrentaran problemas. Los antecedentes de estas dos empresas se remontan al inicio del intervencionismo estatal, como consecuencia de la gran depresión de 1929.

En 1986 el Presidente Alan Greespan de la Reserva Federal (FED) había declarado que se inyectaría liquidez si habría una amenaza que devalúe los precios de los activos financieros. Esta visión sobre el prestamista de última instancia se dio en toda su magnitud, en particular en la reciente crisis, aceptando a cambio "activos tóxicos" de propiedad de la banca. Apoyó a instituciones financieras de préstamos hipotecarios insolventes contribuyendo a la expansión del riesgo moral. Esto implica que se incentiva los préstamos riesgosos ya que el estado se hace cargo cuando son irrecuperables.

En la crisis reciente tienen un rol destacado las entidades financieras patrocinadas por el estado "Fannie Mae y Freddie Mac", porque incentivaron que el crédito se concentrara en la vivienda. Ya antes había la decisión de que la banca tuviese un porcentaje de su cartera destinada a grupos sociales con desventajas, lo que obligó a los bancos a relajar los requisitos para otorgar el crédito hipotecario, dando lugar a lo que se vino en denominar créditos subprime, porque estaban dirigidos a personas de bajos ingresos.

Bajo el argumento de que el sector financiero para la vivienda debía ser regulado, Fannie Mae y Freedie Mac otorgaban liquidez a los bancos, comprándoles su cartera hipotecaria, quienes también crearon complejos paquetes de activos financieros, donde los créditos hipotecarios eran parte de aquellos y que eran colocados en los mercados de valores. A su vez esas dos empresas obtenían financiamiento mediante la colocación de bonos a tasas de interés atractivas. Las entidades financieras obtuvieron recursos de estas dos entidades para hipertrofiar la colocación de préstamos hipotecarios.

Cuando la FED alienta el crédito bancario con tasas de interés artificialmente bajas los inversionistas privados sobreestiman sus rendimientos de largo plazo. "La Reserva Federal fijó su tasa de interés en 6,5 % en enero de 2001 y casi dos años después fue disminuida a 1,25 % tras 12 recortes sucesivos". Cuando los costos de producción empiezan a subir las inversiones de largo plazo se detienen empujando con ello el desempleo.

Por tanto, el problema está en la activa intervención estatal en los periodos de auge de las economías nacionales caracterizadas por tasas de interés artificialmente bajas, que aceleran la expansión del crédito. Al momento que se quiere corregir esta anomalía, elevándolas, viene la recesión económica. Y cuando el estado quiere paliar esta consecuencia sólo prolonga "el doloroso pero necesario proceso de ajuste". El estado permite la socialización de las perdidas y la privatización de las ganancias. Con acierto Buitrago dice: "Una economía de mercado saludable no concede privilegios especiales a nadie, y menos con el dinero del contribuyente".

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