martes, 16 de abril de 2013

CONSOLIDAR LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS PARA LA VIVIENDA

Armando Méndez Morales
amendezmo@yahoo.es

La expansión del crédito por las mutuales para la construcción de viviendas se mantiene a un buen ritmo en lo que va este siglo XXI, así como el ritmo de su capitalización. Un elemento central en el mundo bancario en general es que para crecer se requiere constantemente incrementar el capital.

En la ciencia económica hay total acuerdo que el desarrollo económico de los países fundamentalmente depende de la tecnología, porque esto es lo que permite aumentar la productividad. Con una misma cantidad de trabajadores y con un mismo stock de capital las empresas producen cada vez mucho más, gracias a la incesante expansión de la tecnología. ¿Pero es sólo la tecnología?

Douglas North, Premio Nobel del Economía del año 1993, se destacó porque sus investigaciones llevaron a la conclusión de que las instituciones también son importantes para el desarrollo económico de los países. Hay instituciones que alientan la economía y otras no. Hay países que crean instituciones que estimulan el desarrollo económico y países que no lo hacen. ¿Qué son las instituciones? Son las reglas "de juego" que deben existir en toda sociedad cuyos miembros continuamente están interactuando. Determinan las limitaciones a las cuales están sujetos los agentes económicos y que necesariamente deben darse en la interacción de la vida en sociedad para el logro del bien común.

La historia económica enseña que el mundo visto como una totalidad se desarrolla continuamente, aunque no de manera uniforme. Aquellos países que hay contraído instituciones adecuadas son los que mejor se desarrollan económicamente. Por lo general las instituciones han ido surgiendo, las mismas que han ido evolucionado, adaptándose a los cambios que siempre se producen en toda sociedad. Por lo general, luego es la ley la que "formaliza" las reglas del juego.

Este es el reto que tiene que enfrentar el proyecto de Ley de Servicios Financieros. Primero, observar cómo se han ido desarrollando las entidades financieras en el país, para luego efectuar los ajustes necesarios en las reglas de juego, con el propósito de eliminar todo aquello que esté impidiendo el desarrollo del sistema financiero boliviano.

En este escenario, es que se debe tratar la transformación de las mutuales en sociedades anónimas, porque su positiva rica experiencia nos demuestra que en verdad se han constituido ya en entidades comerciales, en competencia unas con otras, y no sólo esto sino con las demás entidades financieras. Por tanto, la nueva ley tiene que recoger esta institucionalidad que ya está funcionando y no dejar a las entidades financieras de vivienda en el limbo "sin una tipificación jurídica constitutiva definida y en una evidente imprecisión conceptual generando un peligroso vacío jurídico", como acertadamente indica el experto jurídico, Antonio Peres Velasco, cuando se refiere a los artículos 245, 271 y 293 del mencionado Proyecto en su comentario titulado "La ley de Servicios financieros tiene contenidos inconsistentes". Peor aún, este experto, indica que los artículos 245 y 246 están en contradicción con los artículos 257 al 263 porque los primeros determinan que las entidades financieras de vivienda serían sociedades comerciales, y, según los últimos, asociaciones civiles.

Lo que el Proyecto de ley debe incorporar, con total claridad, son adicionales reglas de juego para viabilizar la conversión de las actuales mutuales en sociedades anónimas. En primer lugar, reconociendo que los dueños de las actuales mutuales son personas privadas que mantienen una cuenta de ahorro y/o a plazo a una fecha determinada y por un periodo de tiempo mínimo. Y son estas las personas que voluntariamente deben tomar la decisión de convertirse en sociedad anónima, porque tienen la competencia constitucional.

El país puede con esta conversión iniciar un proceso institucional vital para su desarrollo económico, cual es la conversión de las actuales empresas y la aparición de nuevas en la forma de sociedades anónimas. Las economías desarrolladas del mundo avalan esto. Las grandes empresas se constituyen como sociedades anónimas y son las que tienen altas tasas de productividad.

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