martes, 19 de noviembre de 2013

DIA UNIVERSAL DEL NIÑO

Julio Ríos Calderón
jrioscalderon@hotmail.com

Cuando observamos a un niño, asoma a nuestros ojos la ternura y la inocencia de la infancia. Nuestros ojos advierten esa mirada diáfana y picaresca. Advertimos cómo juegan con barquitos de papel en los charcos de agua detenida. Contestamos sus preguntas que reiteran el porqué de las cosas.

En 1954 la Asamblea General recomendó que todos los países instituyeran el Día Universal del Niño, fecha que se dedicaría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero y se destinaría a actividades propias para promover el bienestar de los niños del mundo. La Asamblea sugirió a los gobiernos que celebraran el Día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente. El día 20 de noviembre marca la fecha en que la Asamblea aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989.

En esta fecha no olvidemos al otro niño. Al que pide limosna, aquel que duerme en albergues miserables, soportándolo todo y quebrando su resistencia por medios inseguros que de pronto un día ya no puede ver un nuevo amanecer.

La vida anda ligera y a estos niños se les ve tumbados y pisoteados como cosas. La pobreza les llevó por ese camino, y hacia ese tránsito se conducen, del hambre y la sobrevivencia, a través de la luz y de la sombra.

Este niño ya no tiene opción de estudiar en una escuela. Debe someterse a trabajar de canillita, de lustrabotas, de cuidador de automóviles, de voceador de minibuses y en edades que oscilan entre los cinco y los 12 años.

Este niño se hace joven y luego hombre, y el mundo parece más grande y más temible. Nuestra tarea estriba en buscar su defensa, de amarlo y proporcionarle un hogar que pueda tener legítimamente por suyo.

Es necesaria la atención de los actores del Turismo. El niño, este niño, puede tener grandes oportunidades en este rubro. Estadísticas de fuentes especializadas muestran que los niños están involucrados en el turismo de manera indirecta. Y puede ser tangible su presencia si lo incorporamos en el área receptiva, interna y comunitaria.

Pensamos muchas cosas, trabajamos en proyectos y sentimos muy poco por la niñez que necesita más de la ternura y de la bondad. La niñez requiere de mayor humanidad. El niño es la herencia invalorable para el destino de un país que merece para sus niños mejor suerte y destino.

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