Y después nos quejamos…
Cynthia Perou G.
Desde las elecciones nacionales del pasado año, he estado observando el accionar de la oposición política, de la cual, dicho sea de paso, me considero una activa militante, y he notado un patrón de conducta en varios niveles que me ha permitido obtener algunas conclusiones constructivas que ahora comparto con ustedes.
Si bien la democracia en Bolivia se encuentra profundamente debilitada a manos del régimen del MAS, no es menos cierto que las organizaciones políticas opositoras han fallado, no sólo en proponer un discurso innovador y refrescante, ceñidos erróneamente a la agenda del gobierno, sino que no han podido demostrar a la opinión pública en general y a sus votantes, en especial, que están dispuestos a presentarse como verdaderos políticos. No hablo de maniobras y estrategias políticas de baja ralea. Me refiero a presentarse en la palestra como representantes de los intereses de la gente que busca una respuesta en su clase dirigencial.
Hemos sido testigos molestos de la forma en la que la oposición se presentó a las elecciones nacionales, con fragmentación y posiciones caprichosas entre sus miembros visibles y cuya actitud concluyó, como era de esperarse, en una nueva reelección para Morales, con apabullantes resultados con los que tendremos que aprender a vivir.
El mismo espectáculo se muestra ante los medios en el proceso de elección de candidatos a las elecciones sub nacionales. División, egoísmo, capricho y pataletas de algunos políticos. Muy triste.
Finalmente, en este momento, nuevamente vemos divisiones y "malos entendidos" por falta de coordinación entre la endeble oposición en la Asamblea Legislativa, cuyos miembros pelean por patéticos espacios de poder pasajero, haciendo un verdadero papelón ante la opinión pública, que no se deja engañar y se da cuenta que estos "políticos" siguen siendo los mismos de siempre. Ustedes dirán, "los del MAS son los peores de todos los políticos" y es cierto, pero ellos están en el gobierno y son mayoría. Pueden darse el lujo. Después de todo y a pesar de lo que se dice de ellos, la gente los sigue votando.
Soy una ferviente y orgullosa opositora, no porque no me guste el gobierno –que no me gusta- sino porque soy una convencida de que la democracia, es la mejor manera de construir una comunidad y desarrollar un país y este régimen la está destrozando cada día que pasa. Sin embargo, no estoy conforme en ser miembro de una oposición que tiene que esperar que le vaya mal al gobierno para levantar cabeza. Quiero construir una oposición que sea capaz de demostrar que es buena, por sus propios méritos. Quiero una oposición que se construya representando los intereses y las esperanzas de la gente.
Ahora, más que en ningún otro momento, debemos construir todos un liderazgo que nos permita formar políticos comprometidos con lo que la gente quiere, no con lo que ciertos políticos creen. Necesitamos que se cumplan nuestros deseos como órdenes, porque todos nosotros sabemos lo que es bueno para nosotros. Yo quiero alguien que me represente políticamente, no quiero alguien que se represente a sí mismo, como yo no sería capaz de representarme sólo a mi misma.
Cada vez que llegan las elecciones, la oposición se muestra débil, dividida, desorientada, muda y, prácticamente desnuda frente al MAS y, después nos quejamos por los resultados.
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