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De lo que no se ve, no se puede OPINAR y menos aceptar. El Lic. Caballero opinó (EL DEBER, 26/01/10) sobre la élite cruceña, a quien calificó de liberal en lo económico pero no así en lo político. Desde la perspectiva materialista clásica – y también desde la neomaterialista- esto es imposible: la estructura (económica) es la determinante, en última instancia.
Desde la visión liberal, también es imposible. Quien no cree en la regulación estatal del MERCADO, leerá lo político –sólo y exclusivamente- desde la perspectiva del MERCADO. Dicho de otro modo, no interpondrá prejuicios racistas, clasista o localistas a su MERCADO, que todo lo regula y lo determina: oferta y demanda. Sí, ese mismo y propio MERCADO "natural –nacional" que es su todo; ése, que contiene más de 2/3 usuarios NO blancos o blancoides. Porque quien milita en la cultura del MERCADO, verá negocios sin límite racial o geográficos, y menos pseudos ideológicos.
Entonces, ¿qué es lo que Caballero no ve? Que la élite cruceña no pasó de ser económica, política e ideológicamente FEUDAL; claro, no en lo "absoluto", porque sólo Dios lo es.
¿Cómo se puede explicar de otra manera que, en pleno auge del dizque liberalismo economicista, el señor Estado haya subvencionado con más de 600 millones de dólares a la banca para evitar su quiebre por créditos vinculados, y manejarla como su hacienda? ¿O, una absoluta dependencia del señor Feudal Estado para otorgar subvenciones, concesiones de los recursos naturales y hasta los servicios? ¿Que, bajo el lema de EXPORTAR O MORIR, se pretexte o justifique una estatal subvención elitesca a la exportación y, obviamente, a la producción?
Sepamos ver y declarar las actividades en que no participe el benefactor del señor Feudal Estado (con absoluta discrecionalidad, como fórmula mágica de acumulación de capital). Reto a que las señalen. Que la mentira repetida mil veces pretendan convertirla en verdad, es otra cosa. Que dicha pretensión fracasó también es innegable, inclusive en el lugar de su difusión, dándole el tiro de gracia el más torpe de sus exponentes (W. Busch).
Aceptar la incapacidad en lo político de la élite cruceña, como lo señala Caballero, de todas formas constituye un gran paso hacia la reflexión y la autocrítica, que llegará (o está llegando) por su gran derrota sufrida, como la que tuvo que transitar la izquierda a partir de la caída del muro de Berlín: esa autocrítica que nuestra dirigencia no supo hacerse a tiempo, miopía que hoy todos los cruceños pagamos con un precio caro e inmerecido.
¿Dónde nos perdimos los cruceños? Al caminar, ¿en qué parte de la construcción de ese esquema con valores liberales (no de exclusión, sino de producción) nos perdimos? Es una reflexión y tarea pendiente, ¡pero ya no con los perdedores perdidos!
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