jueves, 26 de febrero de 2009

FUTBOL Y GESTION PUBLICA

Hernán Zeballos H
hernanzeballos@yahoo.com

¿Tienen algo en común el fútbol y la gestión pública?, aparentemente no, pero el reciente debate entre el joven empresario boliviano Marcelo Claure y el Club Barcelona (Barza) de Madrid nos dan una gran lección para la vida nacional. Claure está interesado de que el Barcelona pueda contar con una franquicia para actuar en la liga de fútbol de los Estados Unidos para lo cual les plantea una asociación empresarial: Bolívar, S.A. - Barza. El Barza se asegura un 30 pòr ciento del negocio, sin desembolsar ni un euro, pero aportando su capital deportivo y su nombre. Pero,"el Barcelona se asegura de poner a las personas, al entrenador, el secretario técnico y los jugadores".

La lección es clara: para asegurar el éxito de una empresa, así sea para patear una pelota en un campo de fútbol se requiere "know how", el cómo saber hacer las cosas, de otra manera no se arriesga el prestigio de una institución ganada a lo largo de décadas. Sabemos que los clubes principales del mundo, arriesgan millones para contratar los mejores jugadores donde quiera que ellos se encuentren y detrás de ellos entrenadores que ganan otros millones y que significan atraer multitudes, las cuales a su vez son las que pagan para mantener ese negocio multinacional llamado fútbol.

¿Que relación tiene todo esto con la gestión pública?. Muy simple. El país se encuentra supuestamente apostando al "cambio", salir de un modelo neoliberal para encarar el desarrollo económico mediante empresas estatales, ya son numerosas las creadas para ese propósito, o las transferencias forzosas de parte de empresas multinacionales hacia un modelo donde el Estado --llámese mejor Gobierno-se convierte en el administrador principal de esas empresas. ¿Cuáles son las estrellas de este nuevo modelo? Por supuesto YPFB, siguiéndole COMIBOL, metalúrgica Vinto, a ello se suman actividades directamente administradas como programas, el principal el Programa Nacional de Vivienda.

De COMIBOL, en la primera nacionalización aprendimos que el denominado "control obrero", desembocó en un gigantismo de la empresa en términos de personal fuera de mina, baja productividad y enormes pérdidas económicas, que culminaron en un proceso inflacionario por la necesidad del gobierno de imprimir dinero para pagar planillas de empresas públicas de baja o ninguna productividad. ¿Qué pasa ahora? No sabemos, es todavía una caja negra que empezó con la contratación obligada de 3.000 personas para Huanuni. Con la caída de los precios de los minerales, la empresa no debe estar muy próspera.

La segunda joya, YPFB, que en anterior oportunidad le dio mucho al país, ahora, en muy corto tiempo es madre de un escándalo sin precedentes. La corrupción ha superado cualquier antecedente al haber desembocado en un crimen que, aunque infortunado ha permitido sacar a luz la podredumbre existente y la enorme sangría financiera que significaba un diezmo que, seguramente se iba a institucionalizar para succionar una buena parte de ese financiamiento ya aprobado de 1000 millones de dólares, provenientes del Banco Central.

El otro ejemplo notorio de los últimos días: el Plan Nacional de Vivienda, los titulares de las noticias nos informan: "Una deficiente administración obstaculizó el plan de vivienda", y "miembros del Control Social del PVS apuntan a una mala gestión". Resultado de un plan de 25.000 viviendas previstas -con financiamiento asegurado -- sólo se avanzó un 20%, es de suponer que cuando menos hay dos razones: i) falta de personal calificado, ii) la exigencia de diezmo que dificulta la acción acelerada de las actividades.

La lección: si no se da un giro de timón al manejo de las empresas públicas, adoptando técnicas de gestión moderna y con personal calificado, se están creando las condiciones para que el país desemboque en otra debacle económica, como las que hemos sufrido en el pasado inmediato.

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