martes, 26 de mayo de 2009

CARTA A HERNÁN SILES SUAZO DEL 8 DE JULIO DE 1959.

Freddy Joaquin Otero Añez
fjotero@gmail.com

Noten Uds. cómo la historia boliviana se repite cíclicamente, y los
odiadores de Santa Cruz, para tapar su incapacidad y continuar
medrando del país, recurren al viejo y dañino 'tole tole' del
separatismo cruceño.

¿Hasta cuándo utilizarán estos políticos seguidores de tiranos (como
Mao Tse Tung, Trotsky, Castro, etc.) la mentira colectiva, la
propaganda Goebeliana y el abuso para perpetuarse en el poder?
Creo que debe detenerse el viaje frenético que ha iniciado el Gobierno
Central hacia el SEPARATISMO REAL entre los bolivianos, viaje que
promueve el odio radial, la venganza histórica, el resentimiento
contra el que es diferente, y los discursos encendidos contra los
cruceños y contra cualquiera que sea considerado opositor al Gobierno
del MAS.

El pueblo boliviano quiere algo diferente; necesitamos respirar paz,
caminar confiados y seguros en nuestras calles, sin miedo a la mirada
acusadora de los instrumentos de represión del Estado; queremos
progreso y mejores días para nuestros hijos.; necesitamos conocer LA
VERDAD... Ójala que el final de esta pesadilla esté cada vez más
cerca.

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Cochabamba, 8 de julio de 1959

A S.E. Señor Hernán Siles Zuazo, Presidente de Bolivia.- La Paz.

Señor Presidente:

Las movilizaciones armadas que se realizan estos días sobre Santa Cruz, revisten los caracteres de una guerra nacional y racial que compromete la unidad espiritual de la Nación y puede afectar a su integridad geográfica. Me considero obligado en mi calidad de Presidente del Frente de Unidad Nacional, a dirigirme a Ud. como Jefe del Estado mediante la presente carta, para hacer constar la inquietud que suscita esta política. El Departamento de Santa Cruz, que arrastra en sus destinos a los del Beni y Pando, atrae hacia sus grandes potencialidades de todo orden, el interés de las naciones vecinas. Los FF.CC. de Corumbá y de Yacuiba convergen hacia la Capital Oriental, incorporando al distrito afluente de actividad, de dinero y de población, en forma que Santa Cruz está convirtiéndose en el "hinterland" de otros Estados, debilitando sus dependencias con la Nación de que oficialmente forma parte. Este grave suceso que se desarrolla a nuestra vista, imparte a los sucesos que motivan esta carta, una trascendencia mayor. El pueblo cruceño de otro lado, por causas de su composición étnica, ajena a la infiltración de la vena incaica, y por la impronta de su hábitat, ha cultivado y tiene derecho a ello, un modo propio de existencia, que difiere en algunos respectos de la modalidad que caracteriza la vida y antecedentes del altiplano, desde donde se manejan, con poca ventura hasta ahora, los destinos de Bolivia.

Una sana política debe partir de la base de reconocer y respetar la fisonomía propia de cada región del agregado nacional. De fuentes que fluyen de sus entrañas, surgió el Comité Pro Santa Cruz, como símbolo de lo que es cruceño, y como instrumento creado para romper el secular secuestro del Oriente y acelerar su incorporación a los progresos de nuestro tiempo. En el desarrollo de sus labores, las cuales por su naturaleza misma, han estado por encina de los intereses de partido, el Comité tropezó a menudo con interferencias políticas, más propiamente partidistas, emergentes de los instintos totalitarios con que el MNR ejerce el Poder. Al final acabó por plantearse un estado de beligerancia intermitente entre el Comité y el MNR. Reiteradamente el Comité hizo hincapié en el carácter apolítico de sus objetivos y labores, poniendo énfasis en el logro de reivindicaciones de interés departamental, campo en el cual ha dejado un record de indiscutibles méritos.

Las fricciones ocurridas cada vez, siempre tuvieron por causa, si es que mis observaciones son correctas, incompatibilidades en torno a individuos del MNR, calificados por el Comité como personas no gratas. La pugna fue planteada entre los intereses regionales patrocinados por el Comité y los intereses burocráticos de afiliados del MNR. Me parece que ahora mismo cuando se han abierto todas las espitas de la difamación contra el Comité derrocado, nadie se atreve a culparle de haber obrado contra los intereses cruceños. Los cargos son de haber ofendido los intereses de próceres del partido. Conflictos de esta índole, entre entidades locales y funcionarios o próceres del partido, no han dejado de presentarse en otros distritos.

Así es notorio que en Cochabamba, grupos políticos o sindicales hicieron imposible la administración de un Prefecto honorable y recto (Cnl. Juan Moreira). Hace pocas semanas surgió violenta pendencia entre el Prefecto de Oruro y elementos políticos. En estos casos el Gobierno, antes de movilizar milicias armadas, buscó soluciones apaciguadoras. Tengo la impresión, Sr. Presidente de que en el caso de Santa Cruz después de varios ensayos para un modus vivendi transaccional, Ud., logró formar un equipo administrativo con el Sr. Hugo Méndez Ibáñez como Prefecto y el Sr. Guillermo Ariñez como Alcalde, equipo que tuvo el tino de cultivar relaciones cordiales y cooperativas con el Comité, a punto de haber llegado a firmar un pacto solemne por el cual el Comité resultó constituyéndose en una rama de la administración local para el resguardo del orden público, prometiendo su acatamiento al Gobierno constituido.

Este feliz desideratum que debía haber sido celebrado como un gran triunfo político y como la iniciación de una era benéfica para el Oriente, para la Nación y para la suerte misma del MNR, fue sin embargo el punto de partida de una violenta campaña abierta desde los ambientes oficiales de La Paz no solamente contra el Comité, sino contra los funcionarios firmantes del pacto pacificador, a quienes se acusó como traidores del MNR.

Ellos fueron presionados a renunciar a sus funciones como lo hicieron. Mientras, la propaganda oficialista anunciaba a tambor batiente la retoma de Santa Cruz. Esta campaña se ha hecho extensiva contra todos los Comités locales donde se cultiva el amor al campanario y se promueve el progreso o por lo menos se cree hacerlo. Estos organismos en la mayoría de los casos son de antigua data. En los últimos tiempos, al haber sido abolido el poder municipal y haberse desnaturalizado el carácter representativo del Parlamento, ellos habrían podido jugar un papel importante, como intérpretes de la conciencia cívica de cada pueblo y de sus necesidades, frente al vacío de las instituciones propias del régimen democrático. Aunque estos comités han quedado reducidos en general a una existencia agónica, los planes del Gobierno parecen haberlos condenado a inexorable desaparición.

El Comité Pro-Santa Cruz advertido del peligro, dirigió instancias clamorosas a los Poderes Públicos, a la Nunciatura Apostólica, a la OEA y a la prensa, para que alguna mediación pudiera todavía ponerse en juego, para evitar la catástrofe. Después de estos antecedentes han ocurrido los hechos que, a partir del viernes 26 de junio, tienen conmovida a la República. Estos hechos no son conocidos sino a través de las tendenciosas y procaces campañas de las huestes oficiales. La censura de prensa y radio ha obstruido todo canal responsable de información. Tengo para mí que es preferible ignorar los detalles. Según publicaciones oficiales, el Gobierno ha consolidado plenamente el orden y la paz en Santa Cruz, quedando ahora la tarea de aplicar sanciones ejemplares a "Melchor Pinto y sus secuaces". Con estos ecos que oímos de las propias voces del Gobierno tenemos suficiente para darnos cuenta de la gravedad de los problemas que ha hecho sufrir esta política. Cualquiera que sea el final de esta temeraria cacería humana, terminada la limpieza de las "huestes unionistas" y exterminada la última guerrilla cruceña, se levantarán peligros internos e internacionales, mayores peligros que, por su naturaleza, no podrán ser dominados por las milicias hoy victoriosas ni por el Gobierno mismo.

Entre los elementos que enturbian las aguas políticas de Bolivia, se ha mencionado de tiempo atrás el llamado "SEPARATISMO" de Santa Cruz. No intento analizar aquí el tema. Básteme decir que por todo lo que conozco de Santa Cruz y de los cruceños, reina en ese pueblo un auténtico sentimiento de bolivianidad, bolivianidad resentida si se quiere, pero que se confirma precisamente por el tesón y franqueza con que se ha puesto a luchar por sus derechos y progreso como parte de los progresos de la Nación misma. En este respecto la lucha cruceña ha conquistado las simpatías bolivianas y ahora, por su sacrificio. Me parece que Santa Cruz nunca ha sido más boliviana que en este singular período de nuestra historia. En este caso, si como lo ha denunciado una y otra vez la palabra oficial, existiera en aquel pueblo una corriente "SEPARATISTA", las proezas bélicas de esta temporada habrían catalizado esta corriente en profundidad y extensión, llevándola tal vez más allá de nuestras fronteras.

Me he tomado la libertad de transmitir a Ud. las precedentes consideraciones que interpretan el sentimiento de los ciudadanos que forman el Frente de Unidad Nacional y el mío. Estos ciudadanos eran o son afiliados a diferentes partidos políticos. Algunos entre ellos son ajenos a toda militancia política. Por tanto, la actitud que este documento define, no debe vincularse con partido alguno, ni coalición de partidos. Ellos se pronunciarán cuando quieran o puedan hacerlo. Nos presentamos como simples bolivianos, unidos por el destino y el corazón a la suerte de la Patria que nos ha dado el ser. No dudamos que Ud., si bien hombre de partido, tiene un corazón boliviano y quisiéramos que Dios le ayude a encontrar una salida para la grave crisis presente.

Esta carta no es reservada, sino un documento político, manteniendo yo mi derecho de publicar en el momento que juzgue oportuno, sea que merezca o no el honor de una respuesta.

Presento a Ud. Señor Presidente, mis altas consideraciones

Demetrio Canelas

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