lunes, 1 de junio de 2009

El País de Evo Morales

Renzo Abruzzese
renzo.abruzzese@gmail.com

Los actos del bicentenario del primer grito libertario en América
Latina pusieron de manifiesto las profundas brechas que dividen la
sociedad nacional. La realización de dos actos y la tenaz insistencia
del presidente Morales de llevar adelante uno en el Villar negando
validez al organizado por las autoridades políticas y cívicas de la
capital, no solo dejó la sensación de una revancha por la sistemática
reivindicación de sus derechos democráticos y la capitalidad plena,
sino, además, hizo explicita dos visiones de país. Desde el podio
armado en una polvorienta vía troncal del humilde pueblito
chuquisaqueño, la imagen que se desplegaba era la de un presidente
instalado en su hábitat natural, el presidente se sentía en su medio,
cosa que de hecho es muy positiva, excepto que así como uno percibía
que él se sentía entre los suyos, también se percibía que lo hacia en
contra de los otros. El sustento oficial dirá que de ésta manera el
Poder del Estado regresa a sus bases, comulga con el soberano, empero,
una lectura mas serena muestra que más allá de las palabras, en la
cruda realidad, los bolivianos tenemos un mandatario empeñado en
recuperar una parte de la nación –la originaria campesina- en
detrimento de otra, la mestiza republicana.

Para muchos, la meditada referencia a los próceres y la omisión de
Zudañes ha sido un intento por reescribir de otra manera una historia
que ponía en la misma rasante a mestizos e indígenas, pretender negar
la importancia de los mestizos en el proceso emancipatorio borrando
discursivamente a unos y remarcando la raigambre indigeno-campesina
de otros, no habla de un acto de reivindicación histórica de nuestros
héroes, porque los hubo indígenas tanto como mestizos, sino, más bien,
de una visión unilateral y sesgada. Los chuquisaqueños tuvieron el
acierto de insistir hasta el cansancio en la necesidad de realizar un
acto con la participación del presidente y sus ministros, sin embargo,
el encono presidencial fue tan grande que finalmente dejó ver una
mueca de revancha; ¿de quien se vengaba? Los sucrenses dirían con
justa razón que la vendetta no los hería solo a ellos, lesionaba la
integridad de una nación de indios y mestizos, para colmo, los
seguidores del presiente lo declararon Libertador, frente a ellos,
los otros ya pueden declararlo su opresor.

El episodio del Villar y la Capital podría haber sido asumido como una
maniobra política más en el intenso enfrentamiento ideológico que vive
el país, lamentablemente no solo es eso, es uno más de los síntomas
del síndrome de una confrontación que desde el inicio del gobierno de
Morales ha tomado ribetes epocales: taras contra karas, oriente
contra occidente, masistas contra neoliberales, izquierda contra
derecha, ejecutivo contra legislativo y detrás de cada filón en
disputa resuena arrogante aquella victoriosa sentencia electoral;
"ahora es cuando". En el traspatio millones de bolivianos nos
preguntamos done vamos a llegar, votamos por la pacificación del país
y conseguimos un campo de batalla, votamos por la vigencia democrática
y conseguimos casi derrotarla, votamos por una nación de todos, y lo
único que logramos fue invertir el orden de las discriminaciones,
votamos por una Bolivia unida y logramos dos naciones, votamos para
ser mejores y estamos cada peor, votamos para erradicar la corrupción
y parece haberse incrementado, votamos por Bolivia y algunos sentimos
que no tenemos patria y menos presidente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario