sábado, 27 de junio de 2009

Prohibiciones y Conciencia ecologica

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Al llegar la festividad de San Juan renace una profunda como efímera conciencia ecológica. Conciencia que dura un día y una noche, particularmente una noche; la noche del 23 de junio. Hasta los fuegos artificiales se han prohibido, los mismísimos que en cualquier marcha (esas que estruendosamente hormiguean en La Paz) hacen saltar a transeúntes y oficinistas y los mismísimos que el Municipio paceño utiliza para efemérides de esta ciudad.

Esa noche hasta los canales de TV salen a la calle para sorprender a alguna familia inadvertida que quiso hacer su fogatita y llegó la guardia municipal para hacerle apagar cuatro palos encendidos. No falta la cámara que capta a unos jóvenes prendiendo un pajonal seco por el invierno y que se enciende como si San Juan así lo quisiera. Cualquier otro día o noche, los mismos jóvenes quemarán el mismo u otro pajonal sin que nadie se pronuncie a favor o en contra.

Pero la noche de San Juan hay que defender la ecología. Me siento reflexionando sobre este mismo tema de manera repetitiva año tras año desde que tengo esta columna. Y debe ser que son muy pocos los que me leen para que no consiga adeptos que puedan denunciar conmigo la farsa de la defensa ecológica en un país contaminado principalmente por la pobreza y sus consecuencias.

En Bolivia la mayor causa de contaminación es la pobreza. La gente contamina las aguas superficiales y subterráneas porque no tiene acceso al agua potable y al alcantarillado. En la ciudad de Santa Cruz más allá del cuarto anillo se toma agua del grifo a costa de un alto riesgo de ingerir un zoológico de parásitos y el dengue se enseñorea en esta urbe porque la gente acumula basura en sus casas, la guerra del agua en Cochabamba fue causada por la ausencia de agua potable para enormes sectores urbanos. Si no hay guerras similares en otras ciudades de este país es porque las mayorías se han domesticado con sus propias carencias. Trinidad huele a alcantarilla como una característica de la pobreza que la acompaña desde su fundación. En Bolivia la tasa de mortalidad no es más alta porque ya se tiene los records de mortalidad en Sud América y gran parte de ésta es por la falta de una conciencia ecológica que se confunde con la falta de prácticas higiénicas que van de la mano de la infaltable pobreza.

Pero claro hay que ser ecológicos por una noche y hacer renacer la farsa cada 23 de junio. Que durante los otros 364 días del año el medio ambiente no vale nada en el Chapare, los Yungas, en el Piraí o el lago Titicaca no significa nada para los "prohibidores" de no quemar cosas viejas. Que el Choqueyapu es la muestra de una ciudad contaminada por las cuatro fábricas que hay en La Paz y por el millón de habitantes que vuelca sus humanos residuos en ese inmundo río, no importa nada durante años de años. Mientras tanto que sigan las prohibiciones sin trascendencia para emprender una verdadera lucha contra la contaminación y su mejor aliado; la pobreza.


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