martes, 25 de agosto de 2009

LOS EMPRENDEDORES

Carlos Hugo Laruta Bustillos
chlaruta@hotmail.com

Hace algún tiempo nos preguntábamos algo que parece una herejía ¿será que así como puede existir un gobierno de los cocaleros o de los sindicatos tradicionales, puede también existir un gobierno de los emprendedores?

Algunos dirán que eso implica identificar el actor clave de la política y del desarrollo del país. Y tienen razón. No es lo mismo un gobierno cuyo impulso viene de productores agropecuarios acostumbrados a la generación rápida de ingresos aún a costo de destrozar la tierra y acercar al país a negocios ilícitos; no es lo mismo tener como base de la organización social que da respaldo y legitimidad al gobierno a organizaciones entrenadas sólo para exigir, pedir y demandar. No es lo mismo este tipo de gobierno que un gobierno de emprendedores.

¿Pero cuál podría ser la diferencia? Pues la calidad de esos gobiernos. La cualidad es diferente, pues de cada uno de estos dos gobiernos emanaran acciones (los técnicos les llaman políticas públicas), que expresarán mejor a cada uno de los sujetos o actores sociales que les dan sustento.

Por ejemplo, los emprendedores tienen algunos rasgos que no se encuentran en otras organizaciones sociales. Los emprendedores generalmente son personas, hombres y mujeres, de nuestro pueblo, que arriesgan su tiempo y su capital (micro o pequeño) para iniciar un emprendimiento o negocio productivo o de servicios. Luego aprenden a competir, a mejorar la calidad de sus productos. Aprenden a mejorar el proceso de producción buscando la calidad.

Hace pocos días hubo en el país varias Ferias de Emprendedores, en El Alto, La Paz Oruro, Sucre, Tarija, Santa Cruz. En la feria de El Alto, se observó la necesidad de reforzar sectores competitivos como textiles, cueros, madera, joyería y tecnología, rubros que empiezan a decaer después de que el país perdió el ATPDEA. Entre otros productos con gran potencial, estuvieron los alimentos orgánicos, que requieren mayor apoyo hacia el procesamiento industrial, como es el caso del cacao (chocolates), el café (oro y torrado), la carne de llama (filete, embutidos y jamón), la quinua (perlada, hojuelas, barras energéticas), las plantas medicinales, la cochinilla, la estevia y otros.

En las otras ferias, como la de Oruro, se observó la presencia de productoras y productores de quinua, charque de Turco, chocolatería artesanal, cebolla en polvo, tejidos de chompas y otros. En Tarija se contó con productores de orejones (pelones de durazno) de Paicho, maní orgánico del chaco tarijeño, envasado de aloja de cebada, artesanías en madera y costura del penal de Morros Blancos, textiles proveniente de la zona alta, y juguetes didácticos en madera.

Todos ellos, contaban de la insuficiencia o ausencia de un respaldo estatal e institucional adecuado que los promocione e impulse, de un respaldo sistemático, organizado y eficaz hacia los emprendendores. Pero señalaban también que sabían de quienes esperar ese respaldo. No es precisamente de quienes no portan en su corazón, en su espíritu y en su práctica, la capacidad de arriesgar, producir, innovar y competir, respetando la naturaleza. Y uno diría, que quizá cuando los emprendedores sean la base de un nuevo gobierno, quizá podrán recibir el respaldo que requieren y seguir generando fuentes de trabajo y bienestar para un gran número de familias bolivianas.

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