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Presentaciones de libros en la ciudad de La Paz felizmente tienen alta frecuencia, pero como la de anoche hay muy pocas y por esto creo necesario resaltarla. Gonzalo Simbrón García más conocido como el "gordo Simbrón" se dio el gusto de reunir a más de cuatrocientas personas una por cada página de su libro, seguramente en otros momentos de su vida reunió a muchos más, pero esta vez el propósito era estrictamente literario. Imagínatelapaz -así de corrido- y bajo el subtítulo de cuando el pasado era presente, es su primera obra que de entradita nomás fue seleccionada por el Comité del Bicentenario quien la recomienda y la promociona como una producción histórico-cívica especial.
Emocionado Simbrón García escuchó los elogios de la testera interinstitucional convocada para el efecto, mucho más delgado que años ha... pudo evitar las lágrimas que inundaban sus ojos y que nunca salieron, pues lo dominó más la felicidad de su corazón al verse rodeado de admiración y cariño.
En cuando a la obra, los juicios profanos como el mío no pueden crear ejemplo, por ello recurro a un comentario especializado de doña Sandra Urquidi Collins Directora de Gente de Oficio Editores, quien en la contratapa del mismo producto sostiene a modo de invitación para leerlo:
"No es un libro salido de la pluma de un historiador, pero es historia. Imagínatelapaz pertenece a la vertiente literaria que fluye a contracorriente de la historia oficial; encaja en la otra historia, la que rescata del olvido lo no narrado. En un estilo coloquial, como charlando La Paz con sus lectores, Gonzalo Simbrón resume y rezuma casi cuatro siglos del imaginario paceño, pasajes inéditos o poco conocidos e insospechadas vivencias de paceños y paceñas sobre un escenario donde se hacen felices la imaginación y lo insólito, la fantasía y los milagros, a tono con una ciudad entre rebelde y festiva, arcana y macondiana".
En buena hora la producción, de "éste ch´ukuta vocacional orgulloso de su estirpe chola que le hace paisajista privilegiado del imaginario paceño" como bien le dice Eduardo Ascarrunz en su prólogo.
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