jorgemagnum@hotmail.com
Estimado Señor Arias,
Quiero felicitarlo por su artículo. Lo he leído con gran atención y me ha impactado. Usted ha dicho con palabras lo que todos sabemos de manera más o menos consciente. No sólo somos nosotros, sino que desde fuera nos miran pobres y eso se ha convertido en una ontología del "boliviano". Lamentablemente ser boliviano es sinónimo de ser pobre, ¿cómo erradicar esa mentalidad? Las explicaciones de que nuestra pobreza tiene razones externas siempre ganarán muchos adeptos, porque el ser humano acepta difícilmente las verdades que duelen. Cómo darle a la gente una historia de victorias, como hacerle sentir que vale, pues a mi lo único que se me ocurre es empezar a reescribir la historia, a desnacionalizarla y, en vez de eso, hacer dos cosas a la vez. Primero escribir nuestra verdadera historia que no empieza en 1825, sino en 1532; (hay que agradecerle a Felipe Quispe de habernos hecho caer en la cuenta) y al mismo tiempo comenzar a latinoamericanizar la historia, porque la historia de 1825 es la historia pequeña, la historia de ficción, de un pais bisagra, una historia para legitimar una élite que nunca se sintió boliviana, pero que señoriaba a costa de hacernos creer que somos bolivianos. Sin embargo, la historia de 1532 no es sólo de los bolivianos sino también es la historia del blanco, del indio, del camba, del sucrense, es también la historia del peruano, del brasilero, del porteño, de todos los latinoamericanos. En la vastedad de nuestra experiencia, de nuestra gran epopeya, que es el encuentro de dos mundos, en conflicto, pero que se encontraron para unirse para siempre se diluira el sabor amargo de las derrotas. Sólo en esa nueva historicidad existe, aunque sea remota, la posibilidad de incubar grandeza y futuro.
Un saludo cordial,
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