Eduardo Campos Velasco
eduardocamposdc@yahoo.es
(O continuamos sumidos en la postergación, producto del centralismo al que se aferran irreflexivamente muchos orureños desorientados, o apostamos por la autonomía que puede cambiar nuestro futuro)
En varias ocasiones, he manifestado públicamente mi adhesión a la causa autonomista. No es una postura de hace algunos días o producto de las condiciones cambiantes de la coyuntura política que vive el país. En julio del 2006, cuando 3 de cada 4 orureños votaron en contra de la autonomía, lo dije de la manera franca y abierta. Esa decisión, el NO a la autonomía, fue como ponerle una piedra en el camino del desarrollo de Oruro. Hoy a más de 3 años, de aquel hecho, no queda duda que eso fue así.
Pero felizmente la historia no es lineal como algunos quisieran; los acontecimientos no tienen un único sentido; sobre todo, cuando se trata del destino colectivo. Fíjense, aquellos que embaucaron a la mayoría de los orureños para que voten por el NO en julio del 2006, utilizando recursos públicos y la credibilidad de la que en ese entonces aún gozaban, hoy se ven obligados a hacer propaganda por el SI a la autonomía, teniéndose que tragar todos los argumentos con los que movilizaron a la sociedad, tras de una falsa consigna.
Que paradójico, ahora la mayor dificultad que tenemos como departamento, para lograr un contundente SI a la autonomía, en diciembre de este año - situación que nos pondría a la par de los otros departamentos que ya lo han hecho y que con seguridad lo harán los que aún faltan - provienen de la confusión que generaron en estos últimos años, aquellos que utilizaron la autonomía, como una consigna, para beneficio político partidario.
Son precisamente estos autonomistas de última hora", los que hoy, en menos de 20 días, pretenden revertir todo lo que hicieron y dijeron en contra de la autonomía. Sin embargo, más allá de la evidente responsabilidad que tienen estos "autonomistas de conveniencia" en los resultados que arroje el 6 de diciembre (de ser contrarios al interés regional), está la responsabilidad que tenemos todos los orureños para hacer del referendo del 6 de diciembre, el momento histórico que marque el cambio que tanta falta nos hace para acceder al desarrollo.
Oruro, es pues sin duda la región más perjudicada por el centralismo de Estado. ¿Que duda puede haber de ello? Hemos pasado de ser los pioneros en la industria, el comercio, la minería, las exportaciones, la generación de ideas, la formación de recursos humanos, el deporte y la cultura y tantas otras cosas; a constituirnos en una de las regiones más postergadas de Bolivia. Esto lo sabemos todos y no sólo los orureños, el país entero es consiente de ello. Sin embargo, no basta quejarse y lamentarse de lo que sucedió, es hora de que asumamos que será nuestra decisión en diciembre, la que puede abrir o cerrar, las puertas a un futuro mejor.
La autonomía -conceptualmente- no es otra cosa que mayor participación de la sociedad en los niveles de decisión (acceso, participación y desconcentración del poder), es más que una simple reorganización territorial o administración política; se trata de una manera distinta de gestionar el desarrollo. Es, sin duda alguna, la mejor manera de construir un futuro compartido en democracia, generando las condiciones necesarias para que las demandas de la sociedad, encuentren respuestas prontas de los niveles de gobierno. Esa es la gran diferencia con los regímenes totalitarios y centralistas que quieren concentrar el poder para su beneficio. Mientras en un régimen autonómico, el ciudadano, se acerca al poder; en uno totalitario y centralista, el poder, se aleja de la realidad e ignora las demandas de la base social.
Bolivia, como sociedad, tiene problemas estructurales no resueltos que históricamente son la causa para que se sitúe entre las sociedades más atrasadas del planeta. Pobreza, desigualdad, baja producción y lejanía del mundo moderno, nos tienen anclados a una realidad insostenible que amenaza con hacer inviable nuestro porvenir. Para salir de ese "hoyo", más que de consignas y movilizaciones, se requiere de la claridad conceptual y propositiva de los que la dirigen, de su vanguardia intelectual, de aquellos que teniendo la posibilidad de cuenta de la difícil situación en la que se encuentra su sociedad; son capaces de orientar y conducir hacia un destino mejor.
En ese sentido, la autonomía para los orureños, se constituye en el mejor escenario en el que se pueden encontrar soluciones a los problemas que tenemos y, nos permita construir entre todos, el proyecto político concertado de desarrollo que tanta falta nos hace. O continuamos sumidos en la postergación, producto del centralismo al que se aferran irreflexivamente muchos orureños desorientados, o apostamos por la autonomía que puede cambiar nuestro futuro. SI a la autonomía. La decisión es de todos los orureños.
Conciudadano campos;
ResponderEliminarRespaldo y suscribo absolutamente todo lo señalado en su reflexion titulada El destino de Oruro. Es tiempo ya de que los verdaderos orureños nos unamos y trabajemos por el adecuado futuro de nuestro departamento. Me pongo a su disposición.