martes, 29 de diciembre de 2009

Industrializar Bolivia

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

¡Claro que se debe industrializar la economía boliviana! No tengo la menor duda. Eso sí, con la lúcida concepción de que el camino a la industrialización debe evitar el carácter imitativo que todavía tiene la industrialización en América latina y de ahí sus fracasos. Aunque, en los lineamientos y emprendimientos realizados por el gobierno, esa parece ser la infaltable tónica. No acabo de entender porque el gobierno se empecinó en instalar una fábrica de papel o una de cartón u otra adicional de lácteos y las otras más cuyos nombres todas terminan en "bol". Peor aún, cuando el Ministro de Economía y Finanzas Públicas se lanza con la temerosa idea que en Bolivia la industria del hierro y el acero concluirán produciendo automóviles. Es una cruel reminiscencia de la substitución de importaciones que dominó en los años 50 y que, para una economía tan pequeña como la nacional, sólo trajo la posibilidad de enlatar, empaquetar, producir fósforos que no se encendían o vidrio plano que parecía fruncido (no tan plano) y cuatro o cinco vehículos ensamblados en una década.

La industria en Bolivia debe tener como máxima lo que la brillante mente del tempranamente desaparecido Fernando Fajnzylber aconsejaba al constatar la "caja negra" del progreso técnico en América Latina; desarrollar núcleos endógenos de progreso técnico que puedan innovar sobre la base de lo que se posee a la vez que descartar el crecimiento hacia dentro por anacrónico. Esto quiere decir que la "nueva" industria boliviana debe impulsar con fuertes dosis de impulso estatal en asocio con los privados, muchos de los procesos que ya se están desarrollando, aunque de manera incipiente (como el del café orgánico, chocolate, lana y tejidos de camélidos y otros) a la vez que se busca su integración con la economía internacional, tanto por sus amplios mercados como por la tecnología que puede incorporar a los atrasados procesos industriales internos.

A la vez se debe superar otra de las limitaciones que Fajnzylber anotó; la del "casillero vacío"; una mezcla agotadora del impulso hacia el desarrollo por combinar bajos niveles de crecimiento con las más inequitativas distribuciones del ingreso y la riqueza. Los bonos son positivos por los niveles de extrema pobreza que invade la sociedad boliviana y lo serán mientras se realizan labores fundamentales de mejoramiento de la salud y la educación encaminadas a mejorar la productividad de los bolivianos. La tarea pendiente de disminuir la inequidad, sin embargo, pasa además por otorgar acceso a medios de producción a innumerables habitantes rurales que concentran la pobreza del país, lo que no quiere decir parcelar la tierra sino generar unidades altamente productivas y competitivas. También significa la unión de la educación con la tecnología a la vez que se crean vínculos entre lo público y lo privado y de estos con el sistema financiero.

En la medida que el desarrollo del país se oriente a dar mayor importancia a sus innatas y auténticas potencialidades y se introduzca equidad en esta sociedad, la industrialización será el medio eficaz para un mejor futuro de Bolivia.

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