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Increíblemente fácil, resulta para los relatores y "analizadores" de la historia, contar como se sentían los soldados en plena balacera. Es un reflejo fácil. Como hablar. Todo deja de existir y ellos pontifican desde el tecladito. Suponen, hacen cálculos sobre los cálculos del enemigo, si les da un poquito de tos se ponen la bufandita y encienden el calefactor, se sirven un tecito con limón y temen estar un poquito afónicos al día siguiente, porque fueron invitados a dar una charlita sobre "los horrores de la guerra".
Un mundo fascinante sin duda…un poquito profiláctico, quizá, pero bueno, así nomás es. El miedito y la palabrita son derechos humanos. Domingo Faustino Sarmiento, creador de la escuela publica obligatoria en Argentina, que era un hombre muy culto pero desbocado, los llamaba "cagatintas". Sarmiento era un hombre de poca paciencia, sin duda.
Hay otras personas que no, que sin tecito ni adicionales, entienden la historia, la encarnan, la encaran, la trabajan desde donde creen que es. Ponen la vida en eso y a veces, como sucede en la vida, anterior a los "analizadores", la pierden.
En el año 97, Gary Prado me dijo "el Che estaba equivocado, pero sin dudas era un hombre muy valiente". Yo puedo pensar lo que quiera de Gary Prado, incluso que es un asesino, cosa que de hecho pienso, pero estaba entre las balas y opinó sobre su enemigo, a quien asesinó.
Sobre el crimen de la calle Harrington, tengo poca información, y por respeto a los allí asesinados, creo que jamás emitiré ningún comentario.
Ahora, que alguien desde su tecladito pueda afirmar que el Che era un cobarde, solo me provoca responderle con la frase de Martí "quienes no tienen el valor de sacrificarse, al menos tendrán el pudor de callarse frente a los que se sacrifican".
Indignado por no encontrar un insulto que quepa
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