domingo, 18 de abril de 2010

¿Qué se espera de Jindal?

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Después de ejecutar las boletas que presentó la Jindal por 18 millones de dólares, cifra superior al monto invertido en todo el tiempo que esa empresa está en Bolivia ¿Qué se espera con 90 días adicionales de negociación? ¿Qué no se cobre la boleta? ¿Qué la empresa hindú, con una seriedad hasta ahora inexistente, inicie la inversión de los primeros 600 millones de dólares comprometidos, parte de los 2.100 millones que acordó realizar originalmente al firmar el contrato en julio de 2007?¿Qué el Estado, que tampoco muestra la necesaria seriedad en la supuesta millonaria explotación, incumpla la ley y no cobre las boletas?

Los compromisos asumidos por ambos lados se convirtieron en mutuas acusaciones de incumplimientos desde el momento en que se dio el visto bueno gubernamental para ejecutar las boletas. Para tomar esta drástica decisión, el Ministro de Minería y Metalurgia, José Pimentel y el Presidente interino de la Empresa Siderúrgica del Mutún, Sergio Alandia, las caras visibles de los contratantes bolivianos, se refirieron a la mínima inversión del 2% de los 600 millones, resultado de una auditoría técnica que solicitaron para constatar lo efectivamente ejecutado por la Jindal.

La Jindal en su defensa dice que el Estado boliviano no cumplió en varios frentes. No les entregaron a su debido tiempo las tierras saneadas para las instalaciones de la explotación minera, no instalaron la central eléctrica que genere la energía necesaria para la producción de acero esponja y, lo peor, no cumplieron su palabra de no ejecutar la boleta cuando ya se estaba bajo los términos del acuerdo del 9 de marzo que definía un nuevo calendario para las inversiones.

Por su lado, el gobierno dice que es Jindal que debió construir la millonaria planta eléctrica que cuadruplica por sí sola la capacidad generadora de todo el país. Los representantes bolivianos no lo repitieron últimamente pero fue pública la forma en que se utilizó al ex gerente de la ESM, Guillermo Dalence, para acusarlo de una compra de las tierras con sobreprecio, inconveniente que impidió la entrega a tiempo de terrenos saneados. Al final, la fiscalía no presentó pruebas pero el chivo expiatorio ya estaba sacrificado y la escusa para el incumplimiento regada por los cuatro vientos. Si se cumplía lo acordado el 9 de marzo no se ejecutaban las boletas y se incumplía la ley.

Qué decisión fácil de tomar; cumplir la ley y son secundarios los costos que este cumplimiento significa. Ya no importa si la Jindal tiene la solvencia para cumplir el contrato. Tampoco interesa si se explota el 50% del Mutún concesionado a esa empresa. Ahora está el Estado listo a invertir sus primeros 11 millones de dólares para iniciar una operación industrial que requiere al menos 2.500 millones. Total, al final, como dijo el ministro de minería, si hace falta dinero se utilizarán las reservas internacionales para un proyecto de dudosa viabilidad.

Lo que se ve, sin embargo, es que el financiamiento no lo consiguió la Jindal. ¡Qué extraño! Se trata de un depósito riquísimo que se descubrió en 1846 que después de más de siglo y medio existió la esperanza de explotarlo. Por lo visto no sirve de garantía real ni para conseguir un peso.

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