jueves, 3 de marzo de 2011

EVIDENCIAS

Walter Puka Reyesvilla Méndez
aguadoble@yahoo.es

"Mala suerte", "la DEA está dolida". Tales fueron el primer acto reflejo del senador Ávalos y del viceministro Cáceres, respectivamente, a poco de conocerse que el Director del Servicio de Inteligencia del Ministerio de Gobierno, General (r) René Sanabria había sido aprehendido "con las manos en la pasta" en Panamá para luego ser conducido a una prisión de Miami a la espera del juicio en el que podría ser sentenciado a cadena perpetua.

La mala se suerte se convirtió, poco después, en "la Policía es la vergüenza del país" y el despecho de la DEA se tornó en "el narcotráfico ha perforado nuestros sistemas de Inteligencia". Curiosas transformaciones declarativas de un día para otro. Síntomas de una descomposición terminal al interior de un régimen que alguna vez encarnó la esperanza de la población.

A estas alturas está claro a qué se referían al proclamar la "revolución productiva"; obviamente a la única visible a todas luces: a la de la industria que dio el gran salto tecnológico en los últimos cinco años, la de la cocaína. Me dirá usted que nada es casual, posiblemente, ya que, acto seguido, la JIFE informó sobre el descomunal aumento de la producción de la droga en el "Estado plurinacional" y el escandaloso incremento de los cultivos de la única hoja constitucional del planeta: "El mecanismo actual de fiscalización y vigilancia de sustancias sometidas a fiscalización internacional no funciona de forma adecuada en Bolivia", reza en parte el informe, advirtiendo un enérgico "La Junta observa con pesar que el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia no ha avanzado en la aplicación de las recomendaciones formuladas".

Con el giro que ha tomado el asunto luego de la aprehensión del hombre de confianza del ministro Llorenti, ya no es más posible ver aisladamente todos los anteriores casos en los que personajes más o menos (e)vinculados al régimen tuvieron la "mala suerte" de hacer notar su nuevo estilo de vida: el narcoclan Terán, el narcoamauta –el que consagró al presidente de las seis federaciones de cocaleros, a la sazón, Presidente del "Estado plurinacional", como "líder espiritual de los pueblos"-, el narcoalcalde, el narcoteniente… demasiadas evidencias como para no sospechar que hay un aparato estatal que encubre al narcosocialismo del siglo XXI -en tanto no sucedan accidentes de la suerte. Desde hace algo más de una década que no se escuchaba con tanta frecuencia el prefijo "narco"… está más que claro que la DEA era la piedra en el zapato de la muchachada. El risible argumento para su expulsión fue que el organismo de interdicción e inteligencia antidroga espiaba al gobierno masista –y no podían faltar las alegorías a la dignidad y la soberanía.

Pues bien, puesto en evidencia, el régimen se hunde más y más. ¿Qué estaría pasando hoy, y pasaría en el futuro, si el Director del Sistema de Inteligencia del Ministerio de Gobierno no hubiese sido pringado en el exterior? Sencillamente que el negocio seguiría siendo manejado desde la avenida Arce esquina Belisario Salinas. ¿Qué sucederá ahora que se sabe lo que se sabe? ¿llegaremos a ver todo el largo de los (e)vínculos? Por lo pronto, los decibeles de algunas voces anteriormente muy potentes han disminuido ostensiblemente.

El menú incluye una "interpelación" parlamentaria al titular de Gobierno -¿protector del pez gordo o incompetente funcionario?- . Ya sabemos en qué va a acabar; triste suerte la de nuestras instituciones.

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