domingo, 21 de agosto de 2011

¿POR QUE LOS PRESIDENTES SE VUELVEN LOCOS?

Rosario Paz Balliviàn
rpazb@yahoo.es

Los efectos del poder en los seres humanos pueden llegar a ser devastadores. El poder y la locura suelen ir a dúo y no me refiero a la locura que matiza y sazona nuestras vidas y nos vuelve apasionados y creativos y nos activa e inspiraa tomar riesgos. Me refiero a la locura nociva, por la cual las personas se pierden en la sinrazón, buscando la ley del "padre" (en psicología simboliza la autoridad) se extravían, porque tuvieron carencia o excesiva presencia del mismo. El poder es el detonante que crea dioses enfermos, veleidosos ensimismados y sanguinarios.

Rosa Montero acerca del ensayo de Owen "En el poder y la enfermedad", sostiene:Esta obra es un fascinante viaje por el cuerpo, por esa cosa tan íntima que es la salud, un asunto sin duda privado que, sin embargo, cuando atañe a los dirigentes de un país, puede acabar teniendo graves consecuencias públicas.

El ensayo refiere que según un estudio de 2006 el 29 por ciento de todos los presidentes de los Estados Unidos sufrió dolencias síquicas estando en elcargo y que el 49 por ciento presentó rasgos indicativos de trastorno mental en algún momento de su vida.

Pero Owen estudiosopsicólogoinglés, no recreó su mirada en los personajes latinoamericanos de las últimas décadas: Pinochet,Abdalá Bucaram,Hugo Chávez, Rafael Correa, Fernando Lugo. Todos ellos brutales, excéntricos, medio poetas, soberbios, y desmesurados. Tampocoreparó endesvaríos más cercanos a nosotros:

El presidente Evo, carismático, primario, astuto, irreverente, profundamente machista. El vice,frío,sin gran dosisalegría, ni denotada tristeza (propio de un aplanamiento afectivo), un tanto atormentado y ególatra; nuestro eterno adolescente, Sacha ministro de gobierno un tiempo militante de los derechos humanos, conoce todas las formas de vulnerarlos, el exministro Quintana,obsesivo y extraviado, persiguiendo venganza de quien sabe que afrenta, el senador Rojas con rasgos homicidas capaz de exhibir un espectáculo macabro a los niños de Achacachi. En fin, la lista de estos patriarcas blancoides e indígenas es interminable todos bajo los efectos de "la borrachera del poder" y extraviados en sus propios laberintos.

Estos poderosos no caminan solos, los secunda un grupo que los sacraliza y los aísla de la realidad. Entre ellos se aplauden y conspiran mutuamente. Mientras tanto los bolivianos y las bolivianas no nos reconocemos y no terminamos de comprender el descalabro.

Otros, sin embargo, succionan del poder, mientras la cooperación internacional temerosa retroalimenta la locura.

Frente a estos desvaríos las sociedades se defienden, crean instituciones y acuden a otros mecanismos para no quedar en la indefección, antes de la descomposición social provocada por estos "dioses", surgen de tanto en tanto miradas lúcidas y visionarias, nos queda esperar este "milagro".


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