miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL CANTO DEL CISNE DEL PACHAMAMISMO

Pedro Portugal Mollinedo
pedro-portugal@periodicopukara.com

"El `vivir bien' como el paradigma que se explica hoy no aparece en las obras clásicas de los andinistas de mayor jerarquía, como Condarco y su teoría de la complementariedad eco-simbiótica, ni en Murra y el enfoque del archipiélago de acceso a un máximo de nichos o pisos ecológicos. Tampoco aparece en la memoria larga de Silvia Rivera, ni en las evocaciones de Reynaga, Albó, Yampara, Choque, Olivia Harris, Tristan Platt, Javier Medina ni otros que también aportaron". La constatación de José Núñez del Prado en su artículo publicado en la obra El Desarrollo en Cuestión (CIDES-UMSA, OXFAM, La Paz, 2011) es cierta: El "vivir bien", el suma qamaña y toda la parafernalia de ritos y conceptos de la supuesta cosmovisión andina que la acompañan, es un invento reciente.

Ese autor tiene la actitud honesta de plantear la posibilidad de que el suma qamaña pueda ser "una cosmovisión ancestral que haya marcado la vida del hombre, pero que no fue recuperada debidamente". Sin embargo, constatando que se trata de una interpretación de reciente data, de una reinterpretación sumamente ideologizada y politizada por necesidades coyunturales del actual Gobierno, Núñez del Prado duda de la existencia del "vivir bien" como cuerpo conceptual ancestral. Debemos detenernos en esas necesidades coyunturales que obligaron al Gobierno a improvisar una visión y ritos supuestamente ancestrales: Esa ficción —que se conoce bajo el término de pachamamismo— tiene explicación política.

La actual administración se sintió destinada a ejecutar grandes transformaciones, entre ellas la descolonización. En los inicios de su gestión, miraba con desprecio a quienes la habían precedido en el poder y se sentía ella misma el poder para siempre. Ese espejismo era producto del alboroto, especialmente en el extranjero, de haber un primer presidente indígena. Sin embargo, ese presidente y su equipo estaban desnudos: no tenían ni ideología ni verdadera identidad. Tuvieron entonces que fabricarse una y otra, a la medida de la exigencia de quienes eran sus admiradores y para responder a sus necesidades: El pachamamismo es fruto y respuesta a la necesidad de exotismo de parte del mundo occidental.

Surgieron así, como políticas de gobierno, los años nuevos indígenas, los matrimonios colectivos, los ritos en el Palacio de Gobierno, el fiasco de Tiquipaya, los matrimonios señoriales en Tiwanaku y, como postrer canto del cisne, la farándula que se prepara el 21 de diciembre en el lago Titicaca. Esa mitología, que el Gobierno la esperaba movilizadora, no tuvo los efectos deseados. A mayor pachamamismo, menor legitimidad y mayor conflictividad social. El rechazo masivo de la población al gasolinazo de 2010, los enfrentamientos en Caranavi, la agresión del Gobierno a los indígenas del TIPNIS; Colquiri, Malku Quta, Challapata y otros muchos acontecimientos más demostraron que el indígena no es la caricatura pachamamista que el Gobierno difunde. Más bien todo lo contrario.

La infantilización del indígena, que lo encadena a la dependencia colonizadora, encontrará su corolario este 21 de diciembre. Seguramente será el postrer acto pachamamista del Gobierno, pues de ello depende su reconducción, su estabilidad misma y la manera como, definitivamente, pasará a la historia.

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