¿Nuevo norte para la COB?
Gonzalo Rodríguez Amurrio
Tras lo que podría llamarse una primera fase del conflicto social a causa del cierre de Enatex, el Secretario Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), manifestó en varias ocasiones que ha sido el gobierno quien rompió el "pacto de unidad" con dicho ente sindical; pero a la vez vino señalando su compromiso de profundizar el proceso de cambio.
Sin duda al gobierno le resulta perfecta la frase: "profundizar el proceso de cambio" porque ello es impensable sin el oficialismo, que tiene el monopolio de dicho proceso; de manera que corresponderá a la COB clarificar su postura. Asimismo el gobierno tiene claro qué tipo de relación quiere y practica con dicho ente sindical, la quiere de aliada sin condiciones y los hechos demuestran que eso equivale a tenerla domesticada.
Otra frase del máximo dirigente de la COB es la afirmación de defender la democracia, y llama la atención porque podría también sonar como muy útil al gobierno, sobre todo cuando éste suele pretender hacerse a la víctima, por ejemplo de lo que él llama "golpe mediático" y que habría determinado su derrota en el referéndum de 21 de febrero.
Es indiscutible que la COB jugó un rol decisivo para el retorno del país a la democracia a principios de 1980, pero en ese momento de gobiernos de facto, que abiertamente reprimían toda expresión de democracia, dicha organización sindical no requería gran esfuerzo para orientar su pensamiento y acción a favor de la democracia.
A diferencia de tal época, el actual momento político exige una visión cabal y profunda de la democracia, porque no estamos frente a un gobierno militar que tomó el poder por asalto, sino ante un gobierno que, habiéndose legitimado en reiteradas elecciones, cree tener el derecho de trastocar la democracia hacía un régimen totalitario, con clara afectación de las libertades ciudadanas y los derechos humanos.
Se puede afirmar que la contradicción que caracterizó el referéndum del 21 de febrero, fue la de totalitarismo versus democracia, donde el oficialismo mostró otra vez su intención de someter la democracia a su interés partidario de preservar el poder a cualquier precio; en tanto que, las fuerzas ciudadanas, que optaron por hacer campaña por el no a la re re elección del presidente y vicepresidente, tuvieron un discurso claro de rechazo al despotismo gubernamental y de exigir respeto a la alternabilidad como regla democrática.
El actual momento exige una re-significación de la democracia que anuncia defender la COB. Porque si habla de ello como si hubiera algún golpe de estado en ciernes, simplemente se habrá prestado a una falacia para hacerle el favor al gobierno.
Entretanto, la dinámica política, económica y social que asume el gobierno muestra que no tiene reparo en afectar las libertades ciudadanas y los derechos humanos, y dentro estos últimos los relativos a la estabilidad laboral y a la protesta social, a la que reprime con una policía que se está habituando a practicar vandalismo so pretexto de preservar el orden.
Ahora bien, si la COB va a optar por una identificación sincera con la democracia y los derechos humanos, donde además en éstos últimos se encuentran consignados casi la totalidad de derechos laborales, lo mínimo que debe hacer es cuestionar el totalitarismo gubernamental y hacerle frente también en ese aspecto.
No es posible hablar de defender la democracia si no se cuestiona a un gobierno que no muestra voluntad de respetar los resultados del referéndum, que violenta frecuentemente las libertades ciudadanas y los derechos humanos. Por tanto el camino que le queda a la COB es el de reivindicar tales libertades y derechos como esenciales para la democracia; como así gran parte de la ciudadanía ya lo hizo en el referéndum del 21 de febrero.
El autor es abogado y ex dirigente obrero
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