TRANSPARENCIA
Por: Carlos Tony Sánchez *
Todos somos corruptos, en menor o en mayor medida. Inclinados al mal (como está visto y conocido suficientemente) nadie debiera erigirse patriarca consejero, o matriarca, juez o jueza….lo cual tampoco debiera llevar (como algunas personas piadosas susurran) a la abstinencia de juzgar los actos de personas o circunstancias, de forma equilibrada—cualidad sine quanon de la racionalidad – a pesar de que una sociedad anómica como la nuestra, tal juicio esté en crisis.
También es evidente la ausencia -casi total-, de humildad colectiva. Esencialmente es el motivo por el que (ausentes de una autocrítica individual y social) nos vamos acercando, casi marcialmente, al ocaso. Echarle el fardo de esta situación moral al gobierno actual, es por así decirlo, fútil y más propio de un imberbe o de un individuo con dificultades de identidad y realización personal. Por ello la "machaconería" de este cacareo, no rinde ni rendirá buenos frutos.
Caen en este remolino, todos los que se consideran a sí mismos, gentes de renombre, religiosos, analistas, políticos, autoridades y parroquianos. Y nos arrastran, nos enajenan porque no pueden dejar de joder al que no alcanzan – siquiera – a emular. La hipocresía y el cinismo reinan en este carnaval sempiterno. Tres, cinco o diez dedos de frente, con cruz de ceniza incluida, no valen lo que – antaño – valían.
Pero qué extraño que los visionarios e intelectos de este y otros pueblos, no nos alumbren y más bien, sospechosamente, nos aturdan con sus verdades adulteradas, verdades a medias, mentiras, blancas mentiras u oscuras. Quizá por ello alguna vez, en sus albores y en la ausencia pertinaz de solución a este laberinto, el hombre, desencantado, clamó a Dios por ayuda.
Todos exigimos honestidad, justicia y otros valores. Mejor sería a nuestras ilustrísimas humanidades comenzar con nosotros mismos, pues solución mágica, no hay. Hablar, al menos y menos, cada uno con la transparencia que todos demandamos del otro, con la moral que no tiene aquel y que yo tampoco. Es un paso, vendrán otros, si resistimos la avalancha vociferante, de los propietarios de la verdad, y/o de las opiniones inmaculadas.
Simplemente ser como uno es, sin injertos, como al levantarse a un nuevo día frente al espejo, sin haber abierto el closet donde guardamos sutilmente, nuestras máscaras. De seguro, al menos, intentaremos sacarnos la mugre del rostro propio.
* Profesor
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