BARRIENDO MITOS
      Susana Seleme Antelo
      El Día, Santa Cruz de la Sierra 2/II/17
      El poder  político autoritario y discrecional que se erige sobre la sociedad boliviana sigue  produciendo mitos. Así funciona el régimen de Evo Morales que, con dos tercios  en la "Asamblea  levanta manos", más que  Pluri, decide sobre vidas y haciendas. 
      Con esa  mayoría aprobó, en vísperas de Carnaval, que de 12 mil hectáreas de  plantaciones de hoja de coca legales,  se  incrementen a 22 mil. Podrían llegar a más de 40 mil, si hoy sobrepasan las  30.000 Ha. según la expulsada DEA,  en  contradicción a las cifras de Naciones Unidas, que usa datos oficialistas: solo  20.000 Ha. 
      Sin  embargo, el estudio del mismo organismo sobre el consumo de hoja de coca –que  el régimen oculta- afirma que con 6.000 hectáreas se satisface ese consumo  llamado tradicional. Se podría especular que se ha incrementado el universo de 'masticadores'  y que son necesarias hasta  8 mil. Salvando  la hoja de Los Yungas de la Paz, la única apta para masticar  y que producirá 14.300 Ha. según la nueva ley  ¿dónde se van las restantes, si la coca de la provincia de Chapare, en  Cochabamba, no sirve para el masticado y  se incrementa 7.700 Ha.? 
      No  faltamos a la verdad si afirmamos que las hasta ahora ilegales, más que  excedentarias, plantaciones de hoja de coca, proveen la materia prima para la  producción de cocaína, una de las cadenas productivas más rentables del  capitalismo global y delincuencial. Es decir, el crimen organizado, corrupción  incluida. Con la nueva ley Morales despenaliza  los cultivos, su comercialización y su transporte. Legaliza la  materia priman para la producción de cocaína, la coca ilegal de  Chapare y preserva su 'santuario', como lo define Carlos Valverde, cuyos  sindicatos Morales dirige  desde 1996. Siendo  presidente de Bolivia desde hace 11, y presidente de la poderosa Federación de    Cocaleros, su mayor base de sustentación política ¿no existe conflicto de  intereses? Ha presidido dicha Federación siempre con violencia  real: salvajes bloqueos y horrendas muertes siendo diputado,  o como violencia simbólica al aceptar hoy que  los cocaleros lo proclamen 'único candidato revolucionario' para 2019. Proclamación  inconstitucional y violatoria al voto popular que dijo NO  a la re-re-reelección en Referéndum del 21F, de 2016.  
      Afirmar, como afirma el oficialismo,  que la hoja de coca forma parte de la cultura ancestral, hace a la construcción  de un  mito  ideológico narcopopulista.  Sobre esa base, se potenció al "actor social  cocalero" como sujeto  hegemónico de la  soberanía nacional, según Ernesto Laclau (+), frente al imperialismo y al neoliberalismo.  En los hechos se trataba de la oposición a la erradicación de plantaciones  ilegales. En esa lucha, la izquierda y la vanguardia proletaria clásicas  sí fueron erradicadas. 
      El furibundo anticapitalismo de  Morales es un mito, pues legaliza e incrementa el cultivo de la materia prima  de la millonaria producción capitalista de la cocaína que, según Roberto  Saviano, "gobierna el mundo", como escribe   en su libro "CeroCeroCero". De hecho, la nueva ley  infringe las normas  de la  Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes  (JIFE), dependiente de Naciones  Unidas, que vigila la aplicación de los tratados sobre las drogas.   
      En  criterio del periodista  Humberto  Vacaflor, esta ley "favorece la actividad  económica predominante en el país, la industria madre, la que genera los  blindajes para el resto de la economía". Y tiene razón, ahora que la  bonanza de la década del gas se ha hecho gas. 
      Vacaflor  apunta que en Bolivia "se produce 230  toneladas de droga, según datos de la DEA. Un kilo cuesta, en cualquier  frontera, US$ 5.000. Es decir que esa droga tiene un precio de global de US$  1.150.000.000, (mil ciento cincuenta millones de dólares)".  
      Su  análisis aporta otros datos: "Cada  hectárea de coca tiene una rentabilidad, después de costos, de US$ 40.000,  mientras que cada hectárea de los bolivianos  que participan en el sector agrícola legal, que produce desde soya, trigo,  maíz, sorgo hasta quinua, papa y hortaliza,  tiene una rentabilidad solamente US$ 1.000. Aquí  se explican muchas cosas. La transnacional tiene tantos excedentes financieros  que puede diversificarse, actuando en la construcción, especulación  urbanística, minería, operaciones de microfinanzas, etcétera. En el etcétera  están las inversiones políticas, las subvenciones, la propaganda, subsidios a  militares, y lo que sea. Los dueños del país."
      La visión  de Vacaflor produce escalofríos por su afirmación nada extraviada sobre el  nuevo 'sujeto hegemónico': "El sector se  convertirá a futuro en una piedra caliente para cualquier gobierno posterior a  Evo Morales" ¿Cuál será el futuro de Bolivia, si como dice Vacaflor son  "los dueños del país? ¿Dónde queda la pujanza económica de Santa Cruz, una de  cuyas bases más solidas es la producción agroindustrial legal que da de comer a  70% de la población?  
      Hoy habrá  que analizar la dominación política de Morales y su partido, el MAS, desde el  eje de la ilegalidad económica-cocalera. El sector cocalero, vinculado al capitalismo  del sistema-mundo, es el nuevo sujeto hegemónico dominante del que hablaba hablaba e   mundo, o al casado al caspitalismo mirto la ilegaliudadóònico hablaba Laclau.  Ello confirma que esta es una dictadura revestida de  democracia, con Estado centralizador que despenaliza cocales ilegales pero  penaliza la deliberación, el diálogo  y  el debate entre 'diferentes' sobre el futuro del país. Esa  deliberación política está ausente desde hace 11 años. Los años que la  democracia en Bolivia ha vivido peligrosamente. 
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