sábado, 28 de febrero de 2009

OBAMA Y LA CRISIS NORTEAMERICANA

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Después de la Segunda Guerra Mundial, la clase media estadounidense creció y su predominancia se destacó en todos los campos. Con Bush las diferencias sociales en los Estados Unidos se ahondaron; sus políticas prebendalistas y corruptas facilitaron la acumulación de riqueza en pocas manos, disminuyó la calidad de vida de los sectores medios y aumentó el número de pobres. Según Paul Krugman, en su penúltimo libro, "Después de Bush", el grupo de ingresos más elevados volvió a ser en 2005 equivalente al de 1920; épocas de emergencia de privilegiadas y millonarias oligarquías.

El presidente Obama en su discurso del 24 de febrero (martes de carnaval) expresó que una de sus aspiraciones para contribuir a la salida de la crisis y al renacimiento de la sociedad norteamericana es volver a la predominancia de la clase media, considerada fundamento e inspiración de la democracia estadounidense. El plan de reactivación económica que Obama presentó, si bien fue calificado por J. Stiglitz como un interesante esquema al comentar el discurso en CNN, nadie puede negar que, aparte de ambicioso, es uno de los planteamientos más osados para colocar al capitalismo de los Estados Unidos, una vez más, en la vanguardia mundial.

Obama plantea subir el déficit fiscal de 3% a 12% del PIB. Así, propone impulsar formas de energía que hasta hoy son prototipos o utilizadas reducidamente, no en la escala que abarate sus costos de producción y, por lo tanto, baje sus precios para hacerlas más accesibles al gran público. Introducirá exigencias ecológicas a ese sector como también al automotriz; aparentemente está dispuesto a rescatar financieramente a esta industria a condición de mayor eficiencia en el uso de combustibles así como en la reducción de la contaminación ambiental. Las condiciones para un eficiente funcionamiento de la banca es el sine qua non para inyectarle más millones de dólares. Aunque esas condiciones no se encuentran todavía bien definidas, intenta vincularlas con el apoyo a aquellos sectores que están por perder sus casas por hipotecas que no pueden pagar. Hay todavía mucha tela por tejer en las formas que el acrecentado presupuesto será gastado. Grandes sumas irán a salud y educación; dos sectores objeto de negligencia en las pasadas décadas y que ahora Obama pretende ponerlos con indicadores que superen a otros países industrializados.

Las críticas conservadoras han salido al encuentro y consideran a los gastos programados excesivos. El planteamiento de Obama es un retorno a la economía Keynesiana, o sea, de gran participación estatal. Los fundamentalistas del mercado consideran que es éste el que en su automático funcionamiento logrará la solución y se rasgan las vestiduras ante el intervencionismo estatal. Particularmente las inminentes nacionalizaciones de grandes bancos, como el City y el Bank of América, son calificadas de antinorteamericanas, como si éstas fueran totalmente desconocidas a esa sociedad. Paul Krugman ha contestado que las nacionalizaciones son tan americanas como el "american pie" y lo son porque están en muchos sectores de esa economía y, hoy por hoy, son imprescindibles

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