Carlos Hugo Laruta Bustillos
chlaruta@hotmail.com
El Alto, la hoy segunda ciudad del país (897.333 habitantes, cerca de 50.000 más que La Paz), fue semilla en los 50s, nació en los 60s y 70s, creció explosivamente desde los 80s, y en los primeros años del siglo XXI, después de apostar por el populismo condepista, sucumbió trágicamente a su propio peso demográfico y político tan rápidamente adquirido, mostrando 2 rostros todavía incandescentes: su pobreza y su reiterada confianza en la demagogia del discurso radical.
En ese caminar, se nutrió de migrantes de todo el país y sobre todo del altiplano paceño, gestando, al llegar el 2009, una identidad inconclusa donde se mezclan el individualismo económico, el consumo austero, la acumulación económica a todo vapor, la asociatividad empresarial, la organización vecinal de reminiscencia comunitaria, y el sincretismo de valores culturales ancestrales y valores cosmopolitas.
Se convirtió en una ciudad que se agrandó rápidamente, gestando las oportunidades y los riesgos socioeconómicos y urbanísticos típicos de las urbes de veloz y paradójico crecimiento, pues la migración en tropel, el desempleo crónico, la insuficiencia de los ingresos monetarios, las limitaciones urbanísticas, la inseguridad creciente, tienen como raíz y efecto el estrangulamiento de las oportunidades de mejora de vida que alimenta las ideologías y el radicalismo político que seducen a gran parte de su sociedad y su liderazgo vecinal y gremial.
Pero frente a ello, se levanta el emprendedurismo alteño, presente en los más de 5.000 negocios y empresas individuales, familiares y grupales que se asientan en los núcleos barriales de los Distritos del 1 al 8, y que sustentan la conquista de la ciudadanía lograda por los migrantes. Su recorrido inconcluso tiene un gran dinamismo que se acelera cada vez más por la creciente infraestructura de transporte urbano e internacional en consolidación, por una población que tiene cada vez mayor grado de instrucción y experiencia profesional, por unas clases medias y empresariales en pleno ascenso a pesar de la desidia del Gobierno central.
En esta historia, El Alto tiene gran parecido con Santa Cruz, y ambas expresan la modernidad republicana de Bolivia en sus proyecciones económicas y políticas hacia el siglo XXI. Una con acento ancestral, otra con acento cosmopolita, comparten desde distintas eco-etno- regiones el eje del desarrollo nacional. Son, empero, también profundamente disímiles. En Educación, la Tasa de Matriculación es la misma y en Años de escolaridad solo un año y medio es la diferencia favor de Santa Cruz (8,0 versus 9,5), aunque hay 10 años de diferencia en la Esperanza de Vida a favor de los cruceños y más del doble de Consumo Per cápita por año expresado en dólares (1.167 para El Alto y 2418 para Santa Cruz).
En 2009, El Alto se encuentra construyendo su futuro, el de la región y el del país, donde no sólo se produzcan materias primas, sino que se transforme y elabore productos manufactureros y agroindustriales, y desarrolle fluidas relaciones comerciales que lo conecten con el mundo a través sur del Perú y norte de Chile. Su destino manifiesto parece convertirlo en la capital real del departamento de La Paz y ser corresponsable de proyectar con energía a Bolivia hacia el mundo del siglo XXI. ¡ Felicitaciones a todos los alteños y alteñas en este 6 de marzo !
Quisiera comentar que el explosión urbana de los años 1980 se produjo sobre todo por las políticas neoliberelas de esos años, la relocalisación de los obreros mineros y fabriles.
ResponderEliminarFueron también esas políticas neoliberales que produjeron en el alto un capitalismo salvaje e informal, cuya expresión más notoria es la feria 16 de julio. Se podría decir que El Alto tiene como a uno de sus padres al DS 21060.
Acerca de la identidad inconclusa de El Alto, creo que esta tendrá una interesante existencia en el futuro muy próximo y considero que será gracias a la Nueva Constitución Política del Estado terminara de construirse. Recientemente las juntas de vecinos pidieron que se remplace la estatua de Ernesto Che Guevara por la estatua de Tupac Katari y Bartolina Sisa.