Eduardo Campos V.
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La opinión pública nacional e internacional ha manifestado su condena y se ha expresado contundentemente reprochando la toma de la casa del ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas en pasados días. Sin embargo - habrá que decirlo - lo más deplorable, aún más que las misma toma de la casa del ex vicepresidente, es la orden que propicio el asalto de inmueble, impidiendo así mismo, la intervención de la fuerza publica.
Debemos preguntarnos todos: ¿Quién o quines ordenaron e instigaron para que se produzca el alevoso asalto del inmueble de Víctor Hugo Cárdenas?, ¿quines fueron los que instruyeron para que la Policía no intervenga? Sin duda, todos los dedos apuntan a las altas esferas del gobierno. Más allá de la responsabilidad de los miembros de la turba que con violencia desalojaron a la esposa, sus hijos y otros familiares de Cárdenas, están aquellos "oscuros" personajes que decidieron semejante atropello.
Ese es en mi criterio, lo mas deplorables y lo que todos debemos condenar. Se trata de una suerte de "mentes oscuras" que con premeditación maquinaron el asalto a la casa de Cárdenas. Ellos son los verdaderos responsables de lo que sucedió. Claramente, tuvieron el cuidado de instruir (indebidamente e ilegalmente) que los miembros de la fuerza pública no impidan el asalto. Por lo demás, la turba, turba es; con ponchos o corbatas, los que arremeten enajenados por consignas ideológicas a ordenes de siniestros personajes, siempre acaban sembrando violencia y muerte. Eso a sucedido, antes y ahora, en nuestro país o en cualquier parte del mundo.
Todas las explicaciones que han "ensayado" los funcionarios de gobierno, incluidas las de los propios presidente Morales y vicepresidente García Linera, no ha hecho otra cosa que desnudar su responsabilidad. Pudiéramos decir que a estas alturas, este deplorable incidente que se viene a sumar a los muchos hechos de violencia propiciados desde el propio gobierno, antes que amedrentar - como creo que era su intención - lo que han provocado es una profunda adhesión a la causa democrática. Indistintamente de la pertenecía étnica, política o regional, todos (o casi todos) han deplorado el hecho y han ratificado su voluntad de ponerle freno a esa ola de violencia desmedida que pretende callar las voces disidentes.
Bolivia, antes que profundizar sus desencuentros, debe buscar un horizonte en el que pueda ser posible construir una sociedad democrática, con equidad y desarrollo.
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