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Sin liderazgo es imposible la emergencia y el triunfo de los procesos sociales.
Menos aún en esta era de la globalización y del desarrollo vertiginoso de la tecnología de la imagen y de la comunicación masiva.
El planeta se ha transformado en un gigantesco escenario en donde los protagonistas de la información y de los hechos se transforman en verdaderos "actores" que deben "actuar" de acuerdo a determinadas normativas para alcanzar determinadas metas.
El líder, con capacidad de convencer a multitudes y lograr una "empatia" con las masas populares, nace o se hace en el fragor de la lucha social y política.
Ambas cosas a la vez.
El líder debe poseer condiciones innatas, dones que la naturaleza y Dios le conceden gratuitamente, virtudes de personalidad y carácter que expresen la idiosincrasia de todo un pueblo o una comunidad o parte sustantiva de ella.
El líder debe expresar los contenidos de la propuesta, de la estrategia, del perfil de la sociedad que pretende construir.
El líder es el mensaje.
En él se refleja la opción de clase, o fracción de clase, estamento social, juventud, madurez, nivel intelectual, opción de género, de raza y rasgos de unidad nacional y de integración.
Los líderes unifican a un país a una nación.
Los líderes encienden la ilusión y la esperanza en la conciencia de la gente al postular un orden social de convivencia democrática, de respeto a la pluralidad de pensamiento y de economía.
Desde luego que se está perfilando al líder democrático.
Aquel que emerge del voto ciudadano como origen de los poderes públicos.
Aquel que respeta y aporta para el perfeccionamiento del estado de derecho.
Aquel que cree por convicción de que la alternabilidad en el ejercicio del poder es esencial en la vida democrática de los pueblos.
En la Bolivia contemporánea se ha producido un déficit dramático de liderazgo democrático.
El liderazgo del Presidente del gobierno –el único consolidado- expresa más bien los valores del antiliderazgo democrático.
En el espacio político de la llamada "media luna" la ausencia de un liderazgo individual que hubiese acumulado la talla del liderazgo Evista introduce un elemento dramático en la lucha política electoral en la que se encuentra el país.
Siete meses, hasta diciembre, es muy poco tiempo para "forjar" un líder con carisma personal suficiente lo cual hace previsible que el oficialismo tenga una ventaja cualitativa esencial al margen de las ventajas de la utilización de los instrumentos del poder gubernamental y de los poderes subordinados.
Peor aún si en las filas de la oposición se ha desatado una pugna interna que está destrozando la unidad del instrumento - Conalde- que es una condición indispensable para enfrentar una batalla política como la que se avecina.
Los lideres no surgen de la noche a la mañana y el hecho de que" la media luna" no los tenga ahora, en la dimensión y magnitud que exige la situación, es que algo se hizo muy mal en el pasado inmediato; tal vez el no haber formado a los lideres democráticos que tendrían que estar tomando la posta.
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