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Con patriotismo acumulado por largos años de ausencia del pais, el jueves 16 de julio concurrí temprano a la Plaza Gualberto Villarroel para observar la parada militar conmemorativa al Bicentenario paceño.
Grande fue mi sorpresa al comprobar que el sistema de seguridad, el armado de la tarima presidencial, la profusión de banderas, el cortejo de vehículos de seguridad blindados, el despliegue de agentes de inteligencia y contra-inteligencia, los carteles, banderines y todo detalle peinado por los organizadores, en fin todos esos ingredientes eran copia fiel del modelo y del libreto staliniano. Esas concentraciones se asemejan por igual en La Habana, en Caracas hoy y en Berlin o Moscú ayer.
Toda esa parafernalia confirma mi acerto que tenemos Evo Morales para buen rato. Con o sin elecciones y salvo de un inesperado infortunio Evo y su sistema estará atornillado al poder, apoyado en un bien controlado aparato militar y policial, con el coro de campesinos tan dóciles como en las épocas feudales.
Me atrevo a pensar que, en el supuesto negado que Evo pierda las elecciones, éste no entregaría el poder político muy fácilmente.
Por lo tanto los 16 candidatos presidenciales son ahora sus más apropiados agentes electorales para dividir el voto opositor y facilitar a Evo, los ansiados dos tercios para implantar su proyecto hegemónico.
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