miércoles, 19 de agosto de 2009

La fortaleza y debilidades del MAS

Guillermo Capobianco Ribera
memocapobianco@gmail.com

El Movimiento al Socialismo, quien podría negarlo a estas alturas, es el sentimiento nacional más profundo y extendido hasta ahora en el seno de las masas excluidas, especialmente de las etnias y pueblos originarios.

Esa es su mayor fortaleza en el plano electoral.

Sin embargo tiene una debilidad endémica: la vigencia tenaz del caudillismo encarnado en su liderazgo principal y único, el Presidente Evo Morales Ayma.

La historia del país ha sido hasta ahora dominada por la presencia y protagonismo de un caudillo que centraliza la expresión ciudadana y concentra en si mismo la suma del poder total en sus manos.

El Presidente amanece en el Chapare, anochece en alguna reunión de emergencia en Centro América, y al día siguiente en la madrugada está inaugurando un puente o una cancha de fútbol en alguna comunidad de la frontera.

Un ritmo parecido tenía en el pasado el Gral. René Barrientos Ortuño.

Caudillo militar y campesino, se tenía la impresión de que no descansaba nunca sino minutos en el interior de una aeronave, la última un helicóptero que lo llevó a la muerte por capricho de un cable de alta tensión en Arque cerca de su amada Cochabamba.

Pretendió "institucionalizar" su revolución "restauradora" pero no pudo o no quiso hacerlo por no estar en la naturaleza de su régimen y hasta organizó una fuerza militar paralela al Alto Mando, que comandó el mismo y con la que asaltaría el poder total decretando la dictadura el primero de mayo de aquel año de 1969.

Lo más expresivo de este síndrome socio-cultural que a veces parece una maldición, fue el caudillismo que engendró el gran proceso de la Revolución Nacional.

El Dr. Paz Estenssoro, líder intelectual, soldado de la guerra, caudillo de la revolución y hábil estratega político, excluyó sistemáticamente a los otros caudillos emergentes como Hernán Siles Suazo, Juan Lechín Oquendo y Walter Guevara Arce.

Gobernó el país con mano de hierro, instaló campos de concentración donde envió a los más aguerridos opositores falangistas y reprimió a cuanta oposición se le puso al frente con turbas y barzolas frente y dentro del Parlamento Nacional.

No pudo o no quiso institucionalizar su Partido, uno de los más importantes de la historia del país, al que sólo el Pentágono norteamericano expulsó del poder cuando llegaron al gobierno de Cuba Fidel y sus guerrilleros.

Ese gran Partido, o lo que queda de él, ha cerrado ahora filas con la oposición.

La mayor debilidad del MAS está en el caudillismo del Presidente que todo lo hace, que todo define, que todo lo habla para que el núcleo de poder de cinco mestizos, a la cabeza del ministro "de los gusanos" de Pando, atornille cada día con más fuerza los hilos de un sistema autoritario de poder.

Por eso el Presidente corre desesperado hacia el seis de diciembre.

Sabe que no deja nada a su paso, que no tiene ideología propia, que no tiene instrumento político estruturado, que no tiene un Proyecto de país, sólo dinero y obras menores para encandilar y seguir sobornando a un pueblo (menos de la mitad) que lo sigue con ilusión y con esperanzas.

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