jueves, 3 de septiembre de 2009

Politicas de Estado

Alberto Bonadona Cossío
abonadona2001@yahoo.es

Lo dicen todos y lo repiten en todas partes; lo que hace un gobierno el siguiente lo anula o le cambia de nombre. Este no es un mal únicamente boliviano, es propio de países económicamente atrasados. Lo que es peor es que estos avances y retrocesos no son la fórmula para un desarrollo sostenido, es más bien la fórmula para perpetuar la miseria y el hambre que agobia a una gran parte de la población de este continente y de manera más aguda aún a los bolivianos. En este sentido, las políticas iniciadas o desarrolladas por un gobierno deben ser adoptadas como políticas de Estado para que los siguientes gobernantes las respeten y, al menos en un futuro de mediano plazo, se vislumbren salidas a las condiciones de atraso del país.

Lo anterior se debe aceptar como un principio general por cualquier pretendiente del poder en campaña y con mayor razón por el que herede el poder. Sin embargo, en los aspectos específicos de cómo manejar ciertas instituciones o, en su caso, empresas estatales, puede tomarse la libertad de respetar, dígase la nacionalización de YPFB por ejemplo, sin que, por supuesto, quiera mantenerse la ausencia de una visión estratégica de crecimiento de tal empresa. Así, sobre la base de llevar adelante asociaciones con empresas internacionales en condiciones que fortalezcan administrativa y técnicamente a Yacimientos, a la vez se logre una gran ampliación de sus operaciones nacionales e internacionales. Esto sin la menor duda debe ser el camino que incluso el MAS debería seguir, si sale reelegido como parece.

En esta perspectiva, el diseño de políticas públicas se convierte en un desafío para los detentadores circunstanciales del poder. Es una tarea de gran responsabilidad para los gobernantes en la que no tiene cabida la cansada división entre izquierda y derecha sino, más bien, adquiere relevancia la adopción de técnicas y tecnologías de última generación para el efectivo desarrollo de las empresas públicas y las privadas. Es evidente, por ejemplo, que hay muchas explotaciones mineras que deben permanecer en manos del Estado con el apoyo de empresas que poseen las modernas tecnologías, como existen otras que en manos privadas pueden atraer inversiones privadas nacionales y extranjeras. Lo propio ocurre en otros sectores como el turismo o la construcción donde la convivencia pública y privada puede ser de gran beneficio.

Existen otras actividades económicas que incorporan a nuevos emprendimientos que están aprovechando nichos de mercados internacionales con alto poder adquisitivo, como es el caso del café, la quinua y soya orgánicas. Aquí se trata de detectar producciones relativamente pequeñas para el mercado internacional pero que en una economía como la boliviana pueden llegar a tener gran trascendencia en cuanto a ingreso, empleo productivo y uso de nuevas formas de producir. Estas actividades se concentran en manos de privados pero no está demás que los gobiernos apoyen efectivamente a estos desarrollos en búsqueda de mercados, con soporte financiero a la producción y a la comercialización. Estas políticas deben ser "de Estado" y, por lo tanto, deberán ser respetadas y fortalecidas por los futuros gobiernos.

1 comentario:

  1. Enrique Zenteno B.5/9/09, 8:01

    ezebel@msn.com

    Excelente nota recordado Alberto. Sin embargo "qué se le puede hacer" en estos tiempos. Es trementamente frustrante todo lo que ocurre en el país, en su economía, en los social y lo peor en la política. Ni modo -digo siempre como aquel campesino que "se da vacaciones" frente a la adversidad comparada un tanto con la cobardía- habrá que esperar que el curso de la historia se incline hacia la "oposición" del oficialismo. O -pregunto- que cosa se puede hacer?. Eso es todo Alberto, gracias por la Nota, no se cómo me llegó pero me gustó. Gracias, hasta la próxima.

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