erikabrockmann@yahoo.com.mx
¿Y LA MADRE TIERRA?
El primer semestre de 2007 advertí con una recurrente sensación de impotencia que, a nombre del cambio y reivindicaciones justas, se abonaría el camino para conflictos sociales, económicos e interétnicos violentos en el territorio nacional, los cuales iban a desbordar la capacidad de manejo del MAS y sus amigos.
Se van dando acontecimientos que confirman ese temor interpretado por el simplismo oficialista como oligárquico, neocolonial y antirrevolucionario. El conflicto entre Pantipata y Charingo, en el valle cochabambino, y el enfrentamiento entre yuquis y yuracarés, asentados en el Parque Nacional Isiboro Sécure, con colonos cocaleros, ¿son eventos excepcionales?, ¿son invenciones de la prensa amarillista? Para nada. Al contrario, ambos se refieren a problemas de los cuales no se quiere hablar, ¡menos en tiempos electorales!
El caso de Pantipata no es nuevo. Sin embargo, es la primera vez que sale a la luz pública con nitidez la tensión entre dos comunidades campesinas, sorprendiendo que una de ellas defienda sus actividades productivas, su tierra y el agua del efecto contaminante de sus vecinos "narco-productores". Ello contrasta con otras regiones donde se opta por sumarse a las filas cocaleras abandonando los cultivos autorizados.
La proliferación de factorías de cocaína en Cochabamba confirmó un ˜brote epidémico" de zonas rojas, ¡no de cultivos de coca excedentaria!, sino de eficientes centros de producción de droga que aportan al deterioro gradual de la tierra, a la contaminación del agua, del ecosistema y de las vidas que apuestan por lo ilegal y el dinero fácil, lo que atenúa el impacto de la crisis.
Lo grave es que desde este oficio se empodera a redes delictivas populares, también familiares, que desplazan, compiten o se articulan a los tradicionales cárteles de droga, contribuyendo a la ˜contaminación" del poder de las instituciones y al deterioro del tejido social en el que asientan sus actividades.
El enfrentamiento entre yuquis y cocaleros se compara con otros (Tinquipaya en Potosí, Franz Tamayo en La Paz, etc.) y todo indica que este tipo de conflictividad será itinerante e intermitente, enfrentando a pobres con otros pobres y reforzando las lógicas autoritarias de un Gobierno que, con éxito, se alimenta del conflicto y la compulsión de inventarse enemigos y culpables.
Lamentablemente, con todo su poder persuasivo y propagandístico, el bloque oficial se rinde a la demagogia y alimenta un modelo territorial y de Estado que, de modo perverso, exacerbará tensiones e intereses contradictorios que se manifiestan en su seno. Colonos vs. indígenas; comunitarios vs. cooperativistas mineros; contrabandistas vs. emprendedores; ecologistas vs. depredadores.
¡Insólitamente, el Presidente no entiende y pregunta: ¿por qué tanto odio?! El daño moral, económico e institucional del "cambio deformado" será visible. Odios y violencia crecerán, la confianza hoy ciega en las promesas oficiales se desvanecerá, desenmascarando en el tiempo la impostura del discurso del Presidente, que, paradójica y machaconamente, se proclama defensor de la vida, de la convivencia pacífica y ¡de la madre tierra! Confieso que retomar estas líneas provoca sentimientos encontrados.
**********************************************
RECORDS Y PARADOJAS PREELECTORALES
Bolivia sorprende. Hace tres meses, ¡nadie creía que el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) respondería con éxito al titánico desafío de concluir con el registro del Padrón Biométrico! Al límite de su cierre, la cifra de los empadronados supera en un millón la meta originalmente planteada (3.5 millones). Pese a incrédulos y algunos conspiradores, este record es una realidad proporcional al significado extraordinario de las elecciones del próximo 6 de diciembre cuya transparencia debe ser garantizada.
El mérito es de las máximas autoridades electorales en todo el país, de su capacidad de conducir un equipo técnico comprometido con desafíos de esta envergadura como el censo 2001. Sin embargo, imposible explicar este monumental logro sin el aporte de una población consciente de sus derechos y deberes ciudadanos. Participación excepcional que contradice la hipótesis de la fatiga electoral e indiferencia que en otras latitudes funciona, más aún considerando que, en los últimos 5 años abundaron procesos electivos y consultivos que, a juzgar por sus resultados, no disminuyeron el entusiasmo electoral de la ciudadanía.
Recordemos. Desde el año 2004 hasta enero del 2009, asistimos a un total de 5 eventos consultivos/electorales de alcance nacional (Referéndums del gas y constituyente, elecciones municipales y nacionales presidenciales, de prefectos y de constituyentes, con los referéndums simultáneos incluidos), a los que habría que añadir las elecciones prefecturales de Chuquisaca y los 4 controvertidos referéndums ratificatorios de estatutos autonómicos en departamentos de la denominada media luna. ¡Vaya gimnasia electoral!
¿Cómo explicar esta cultura electoral tan arraigada que respalda el Record Biométrico? Unos hacen referencia a una conciencia ciudadana que se reafirma en tiempos de polarización política, ideología y territorial maniquea; otros mencionan el poder de atracción de una tecnología innovadora y al convencimiento generalizado sobre la necesidad de recuperar la confianza frente a un padrón cuya contaminación acumulada era políticamente insostenible. En fin, en esto de batir récords, sirva la circunstancia para evidenciar que la recuperación de la confianza electoral perdida también cuesta y ¡como cuesta! Los 40 millones de dólares que costó el operativo no son poca cosa para un instrumento importante pero que por sí mismo no garantiza transparencia sino se cuenta con una institución cuyos miembros sean idóneos, actúen con independencia y tengan la autoridad moral y liderazgo frente a las pretensiones autoritarias y hasta totalitarias del oficialismo.
Pero la moneda tiene dos caras, mientras el éxito nos llena de orgullo y confianza, hay datos que nos devuelven a una realidad poco alentadora. ¡Que Bolivia ocupe el último lugar del el Ranking Latinoamericano 2009 sobre desarrollo democrático promovido por la Fundación Adenauer nos confunde y descoloca! Conceptualmente, el desarrollo democrático no se reduce a lo electoral procedimental, abarca dimensiones como el respeto a la legalidad a la institucionalidad, a los derechos y libertades ciudadanas así como a la eficiencia de la gestión gubernamental como fuente de bienestar y desarrollo económico sostenibles. Evidenciamos que la cultura electoral que hoy celebramos - no es equivalente a calidad democrática, esta última en retroceso y cuya crisis sistémica ¡paradójicamente! no será superada pese a tanta apuesta electoral.
**********************************************
RÉCORDS PREELECTORALES: GASTOS Y DESIGUALDADES
Pasaron días desde que, desde esta columna celebré anticipadamente el éxito del padrón biométrico. Este nuestro "Guinness" político electoral, ratificó algunas lecciones que los extremismos de moda no quieren aceptar. El poder de la unidad y del consenso se impuso al avasallamiento; la independencia del Organismo Electoral y de sus conductores supo resistir las presiones oficiales de instrumentación electoral del proceso, para finalmente destacar la demanda ciudadana de confianza y transparencia. Mencione el alto costo de desterrar la desconfianza, menor, en todo caso, al costo de eventuales turbulencias traducidas en ingobernabilidad e conflictividad ocasionadas por un padrón altamente contaminado.
Pero si de batir récords se trata, lamento destacar otro menos virtuoso. Me refiero a los gastos de campaña y a los términos de desigual competencia de los contendores respecto al partido oficial. Hacer política cuesta. Es un dato de la realidad que no analizamos en toda su dimensión y que alimenta el permanente e irreflexivo discurso de deslegitimación moral de la actividad política. Dinero y política plantean una relación por demás urticante que explica actitudes de autoexclusión y marginamiento de hombres y mujeres que podrían haber sido los más indicados para enfrentar los retos y desafíos post electorales y de construcción del nuevo Estado.
Las elecciones de diciembre serán las más costosas de la historia, bastando con el MAS para asegurar esta nueva marca electoral. ¡No es una exageración! La figura de la reelección presidencial sin dejación del cargo rebasa las posibilidades de control de gastos por parte del organismo electoral. Este hecho sumado a la bonanza económica estatal y a la cultura prebendal revitalizada son factores que contribuyen a esta nueva marca que superará en tiempo, dinero y frecuencia los parámetros de la propaganda política desplegados durante los denostados 25 años de historia democrática.
Ningún bolsillo privado podría igualar la capacidad financiera del MAS, que cínicamente se nutre de una nueva versión de gastos reservados proveniente de la cooperación venezolana, libre de todo control, y que engorda con el presupuesto publicitario de múltiples reparticiones gubernamentales. Mejor ni hablar del sectarismo del sistema estatal de comunicación (Canal 7 y Patria Nueva) que hace gala de reproducir los males del pasado.
La evidencia es incontestable. Calcule el lector, 10 dólares el segundo televisivo. La cifra por día, desnuda la impostura de todo discurso de austeridad y auto victimización de quienes dicen aportar militante y humildemente â€" para la caja chica - con 10% de sus ingresos o con una dotación de coca chapareña para sostener la más millonaria de las campañas de nuestra historia.
Desde la victoria electoral del 2005, el gobierno del cambio recurrió al persistente uso y abuso de la propaganda política. Es grosero. Sin tregua, la propaganda adormece y agobia, hace gala de su eficacia mientras sin rubor, se ha promovido la suspensión demagógica del subsidio estatal a la actividad política. Con ello se ha condenado a la política a promover candidatos como si se tratara de mercancías de lujo y no un bien público que debiera contar con el apoyo Estatal. Con la paradójica neoliberalización del financiamiento político, no hay manera de bloquear flujos financieros de dudosa procedencia. Es grave. Todo parece confabular contra la renovación de un sistema político plural que coadyuve a recuperar el sentido de comunidad nacional perdido.
**********************************************
CULTIVANDO ODIOS Y VENGANZAS.
Las voces críticas al discurso presidencial y de su entorno más radical denuncian el odio, resentimiento y venganza que destila inflamando el estado de ánimo de sus fieles seguidores. Exagerada o no, esta critica, para ser efectiva y creíble debe liberarse de fanatismos y partir del análisis más objetivo de las lógicas discursivas y realidades que motivan tan malsanos pero reales sentimientos. Este sería un ejercicio de “deconstrucciónâ€� â€"en jerga anticolonialâ€" que desnuda las contradicciones de un discurso oficial que, a estas alturas de los avances democráticos, poco tiene de defensa a la vida y a la dignidad, argumento al que se recurre en foros y para retrucar a periodistas "impertinentes".
Desde los balcones, se alude con frecuencia a experiencias de humillación, extrema violencia e injusticia colonial en contra de los pueblos indígenas y de los oprimidos de la patria. La palabra "humillación" es vehementemente utilizada. No es casual, funciona y para incrementar su potencia necesita identificar desaprensivamente a los culpables.
¿Cuál es la racionalidad que sostiene esta permanente alusión a experiencias de discriminación y humillación, que el presidente dice haber vivido e intenta cambiar? El conjunto de datos arrojados por la Encuesta Nacional sobre Conflictividad realizada a principios de año, aporta a la explicación, de discursos deliberadamente orientados a despertar emociones individuales y colectivas poco constructivas.
Las respuestas a la pregunta sobre experiencias personales de maltrato y discriminación resultan reveladoras. Una mayoría de los bolivianos entrevistados reconoció haber experimentado discriminación, fundada en el color de la piel, en su condición económica, su apellido, forma de hablar, región de origen y por razón de genero. Quien alguna vez se sintió humillado y discriminado sabe que estos hechos despiertan intensas emociones como vergüenza, rabia e indignación que, de no revertirse, desembocan en prejuicios, desconfianzas y mecanismos de autodefensa que erosionan procesos de cohesión social y disponibilidad al diálogo.
Sería necio negar las injusticias y problemas sociales existentes. A veces la oposición intenta soslayarlos mientras otros intentan vengarlas. Napoleón señalaba que en "Política hay que sanar los males, jamás vengarlos". Lamentablemente, para los estrategas del gobierno las realidades injustas se instrumentalizan dada la eficacia que ha tenido en su empeño por consolidar su proyecto de poder cada vez más distante de un proyecto de país y prácticas éticamente justificables. El uso sistemático de esta lógica, en lugar de resolver las injusticias, de sanar las heridas, alienta la espiral de conflicto y de la violencia. Cerrarlas no les quita el sueño. En este punto, la idea del cambio pregonado se desvanece. Se subestima la democracia como espacio generoso de gestión de conflictos, optando por inflamar pasiones que hoy se contabilizan en pérdidas de vida, violencia social, interétnica y política que las autoridades nacionales miran de palco.
Lo cierto es que no se cambia reproduciendo males e injusticias que humillan y lastiman la dignidad de las personas cuando el poderoso denigra al adversario real o imaginario. Sin medir consecuencias, el gobierno se aviene a la descolonización pregonada por F. Fanon, para quien la violencia es inevitable ya que "el colonizado es un perseguido que sueña con transformarse en perseguidor". Peligrosa e irresponsablemente hay sueños que pueden transformarse en pesadillas. Dicho esto, ¿Dónde queda la democracia y el respeto a la vida y dignidad? ¿Mascarada? ¿Impostura? ¿Hasta cuándo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario