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Este año de manera particular ha renacido discursar al respecto. "El hambre es el signo más cruel y concreto de la pobreza", dijo el Papa Benedicto XVI en la sesión inaugural de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria concluida esta semana. Líderes mundiales se comprometieron en esta lucha aunque los países más ricos brillaron por su ausencia. En España otra gran concurrencia a comienzos de este año oyeron a Jeffrey Sachs arengando: "Además de la ayuda ... a los pequeños agricultores, los donantes deberían proporcionar más ayuda para la investigación y desarrollo ... para identificar nuevas variedades de alto rendimiento de semillas, especialmente ... de plantas que resistan la inundación temporal, el exceso de nitrógeno, suelos salinos, plagas y otros desafíos para la producción sostenible de alimentos. Ayudar a los pobres con las tecnologías de hoy, a la vez que se invierte en futuras tecnologías mejoradas, es la división óptima del trabajo".
El Director General de la FAO, Jacques Diouf, en la mencionada cumbre de Roma afirmó: "La eliminación del hambre de la faz de la Tierra requiere 44 mil millones de dólares de asistencia oficial para el desarrollo por año para ser invertidos en infraestructura, tecnología e insumos modernos. Es una cantidad pequeña si se considera los 365 mil millones de dólares de apoyo a productores agrícolas en los países de la OCDE en 2007 y si tenemos en cuenta los1.340 millones de dólares de gastos militares anuales en el mundo".
Uno de los más difíciles desafíos que la sociedad mundial enfrenta es el destierro del hambre en sus diferentes manifestaciones. Por un lado, está la que llega como una plaga y aniquila a millones de seres humanos. Por otro lado, está el hambre endémica que convive con millones de personas a lo largo de sus vidas. En Bolivia no se ha experimentado la primera clase de hambre. La que sí es parte de la vida de más de tres millones de ciudadanos bolivianos, desde antes que salieran del vientre de sus madres, es el hambre persistente o desnutrición crónica que los agobia en funesta compañía hasta el día de su muerte.
Desde Benedicto XVI, pasando por Sachs y llegando a la FAO, la toma de conciencia acerca del problema del hambre parece llegar a todos. Reflexionan acerca de la variedad de factores que lo causan como también acerca de los innumerables elementos que deben concurrir para su solución. Desde hace tiempo que las condiciones materiales, tecnológicas e incluso financieras potencialmente existen para erradicar el hambre. La emergencia que invade al tema y la posibilidad de darle una solución universal crean la gran ilusión de que erradicarla es posible en el mundo de hoy. Si tan sólo dependiese de buenos deseos, donaciones y discursos, la solución estaría a la vuelta de la esquina. Sin embargo, también se requiere acceso a medios de producción, acceso a la tierra como a las semillas mejoradas, educación de las madres, mejor nutrición de éstas durante su vida fértil, acceso a mercados estructurados, marcos jurídicos apropiados y voluntades de políticos comprometidos con la eliminación del hambre: elementos esenciales que por su ausencia no se inicia una real lucha contra el hambre.
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